No hay "gesto" que valga si no es mutuo (8ª parte)
Se muestran los artículos pertenecientes al tema cosas mías.
30/04/2008
Verba volant; scripta manent
La amnesia es un mal terrible. Hoy tuve no sé si la suerte o la desgracia de encontrarme por casualidad frente a frente con el que fue el odioso cómplice de una traición dolorosa que ya me dormía en los algodones del olvido.
-Eh, Camy, ¡Cuánto tiempo! (beso)
-Hola. Qué tal. Disculpa, no te había reconocido.
-¿Cómo? ¿Te olvidaste de mí?
-No. Supongo que como hace tiempo que no te veo no te recordaba físicamente. (Totalmente cierto. Se llama “curva de la felicidad” y ataca deformándonos sobre todo el aspecto físico).
La verdad es que hubiera preferido el olvido pero en mi vida es difícil pasar de amigo a traidor sin que quede huella confusa de lo uno y de lo otro; no sé en estos casos mantener de forma unívoca el rencor o el cariño porque la mayoría de las cosas, para suerte mía, las olvido y las desconecto de mi mente para siempre, y si vuelven a aparecer por una fortuita casualidad es de una forma imprecisa y desdibujada que no permite elegir entre un sentimiento u otro. Lo siento principalmente por los que creían ser mis enemigos pero no voy a derrochar ni un gramo de pasión en mantener los rencores. Prefiero la sedante dulzura de esta amnesia.
30/04/2008 22:56. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
14/04/2008
¡Por Dios! Otra nota aclaratoria...
¡Una verdadera pérdida, desde luego que no salgo de mi asombro!
Se ha dicho que yo elimino los artículos de este blog. Aclaro que por la configuración del mismo, en la portada de este blog sólo se me permite poner 20 artículos, por lo que puede dar la impresión de que el resto han sido eliminados. Nada más lejos de la realidad; sobre todo los que conocen cómo funciona un blog saben que si se quieren visitar los artículos anteriores, puede prefectamente hacerse usando el buscador, o bien visitar los enlaces por fechas o por temas. Confieso que no he eliminado ningún artículo desde que se creó el blog, salvo por recomendación de una amiga en una ocasión en que hablaba del caso de un menor, alumno mío, y quedé en averiguar si había algún inconveniente para colgarlo y, no viendo el tema claro, por precaución decidí descolgarlo. El resto está ahí, organizado por fechas y temas. Les invito a los lectores a visitarlos cuando quieran.
14/04/2008 19:08. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
26/03/2008
Un recomendación para los lectores
Como veo que muchos se amargan después de leer este blog y a continuación reaccionan de las formas más siniestras, si lo que quieren es tener una vida más tranquila, no pierdan el tiempo viniendo aquí a envenenarse. Les aseguro que en la red hay muchos sitios más interesantes y agradables que éste. Nada más hace falta "googlear" un poco y verán montones de ellos. Ya me apañaré con yo con esos pocos buenos amigos que sé que están ahí siempre. Con eso me basta.
Sean felices.
26/03/2008 22:22. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
22/03/2008
La canción del verano
Siempre he tenido esta canción por una de mis favoritas, pero hasta ahora no le había encontrado el encaje en mi vida, de no ser porque la bailábamos hasta la hartura en aquellos carnavales de los primeros noventa. A ver si aprovechando el tirón de Pepe Benavente y el amigo Manuel Dorta, que están tan de moda por estos lares, logramos convertirla en la canción del verano.
Yo no he hecho nada, te lo juro. Cuando desperté, la canción ya estaba ahí. ;-)
22/03/2008 15:22. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
11/03/2008
blablablabla
Querido diario:
Sé, por mucho que digan que del amor al odio hay un paso, que el cariño es algo muy distinto al desprecio. Acordándome de mis clases de Cultura Clásica, les explicaba a mis chicos que Cupido iba vendado y ciego y para divertirse un rato disparaba a capricho a unos flechas de oro, que simbolizaban el cariño, y a otros flechas de plomo, que simbolizaban el desprecio, y nunca nunca nunca las confundía. ¿Acaso va a hacer excepciones este dios caprichoso porque haya en la esquina un kiosco donde venden gominolas?
Del Señor Rolo, a quien echo de menos, aprendí la expresión "terrorismo informativo", que la usaba para referirse a cosillas muy lejanas de lo que vemos actualmente. La utilizaremos más a menudo para referirnos a las prácticas de ciertos personajillos que dicen ser periodistas y que no saben que la tercera acepción de "golfa" en el diccionario de la Academia significa "prostituta", esto es "Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero". ¿Esto es calumnia, injuria, insulto, atentado contra el honor de las personas? ¿Qué es?
¿Cómo denominaríamos a un llamémoslo "pseudoperiodista" (tener o no carrera es lo de menos, porque algunos pasan por la universidad y la universidad no pasa por ellos) o a un presentador de televisión que en su programa llama "golfa" a una señora a la que no conoce? Reitero la pregunta: ¿Qué persiguen los medios que utilizan estos recursos?
Menos mal que ciertas emisiones de esta basura (Iván, me resisto a usar el vocablo telemierda, tío, pero acabaré usándolo sin remedio como las cosas sigan así) no llegan a los hogares de forma masiva. Supongo que alguien o algo se habrá encargado de que así sea. Mea culpa non est.
11/03/2008 20:28. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 2 comentarios.
09/03/2008
El elemento "Y"
La primera parte de este artículo está escrito con datos copiados íntegramente de Wikipedia.
"La Y es la vigésimo sexta letra del alfabeto español y la vigésima consonante. Su nombre es i griega, también conocida como ye.
Uso fonético
La Y hace las veces de consonante y de vocal (concretamente la i semivocal) en diptongos y triptongos a final de una palabra, (como en hoy, buey), aisladamente el signo y tiene el valor vocal equivalente a la i plenamente vocal.
Como consonante su valor fonético suele ser el correspondiente a un fonema de articulación palatal sonoro, generalmente fricativo siendo según los casos de articulación más o menos abierta, llegando a tener en español una sonoridad semejante a la j inglesa y francesa, aunque suele ser más próximo al valor fonético de la j alemana.
Precedida de un sonido nasal la "y" se vuelve africada.
En gran parte de Argentina y Uruguay la "y" se articula con rehilamiento de modo que el sonido es [Ŷ] -comparable a la dj[/diyei/] en el inglés y el francés-; incluso en ciertos estratos socioeconómicos de Argentina llega a ser frecuente una pronunciación de la "y" muy semejante a una "sh" con valor fonémico [].
Historia
Proviene de la letra griega ípsilon (υψιλον) -"i larga"- , que se pronunciaba /u/, más tarde /y/ (como la u francesa o la ü alemana) y actualmente /i/. Inicialmente los romanos la transcribieron con el grafema ’v’, hacia mediados del siglo I adC utilizaron la letra ’Y’ para transcribir palabras de origen griego en las que se hallaba presente, por ello se corresponde con la letra Y del alfabeto latino o romano moderno.
La introducción en Imperio Romano se dio en un periodo tardío en cuanto al desarrollo del alfabeto, por lo que la /y/ pronunciada como "U" produjo confusiones entre las grafías "Y" y "V", pudiendo hallarse la palabra "Satvra" por "Satyra" y "Svlla" por "Sylla".
En el año 1726 la Real Academia Española separa los usos de las íes latina y griega: decide que sólo la i latina se use como vocal. Todavía hoy es posible leer el letrero Yglesia, en las fachadas de algunas viejas iglesias. Algunos apellidos, como Ybarra, han guardado la antigua grafía.
Representaciones alternativas
En el alfabeto fonético de la OTAN está representada por Yankee.
Significados
En castellano, significa la conjunción copulativa que une palabras o cláusulas en concepto afirmativo; forma grupos de palabras; da énfasis o fuerza de expresión a lo que se dice a principio de período o cláusula (¿Y si acaso no me ama?) o denota la idea de repetición indefinida (horas y horas esperándola). Para evitar aliteraciones cacofónicas, la y se cambia en e ante palabras que comienzan en i (José e Isabel ), sin embargo, tal cambio se efectúa cuando la ’i’ es vocal plena no con un valor semiconsonante (por ejemplo, se dice y escribe: oro y hierro), o cuando la palabra comenzada con i carece de valor tónico en una interrogación, por ejemplo: ¿Y Ivana?.
En matemática se emplea la y para designar la segunda incógnita o variable de un sistema de ecuaciones.
Es también utilizada la y para representar el eje de las ordenadas en un sistema de coordenadas (especialmente en las coordenadas cartesianas.
En química la Y es el signo del itrio.
En genética, designa el cromosoma sexual masculino (cromosoma Y).
Como prefijo y (yocto) representa la cantidad 10-24, Y (yotta) representa la cantidad 1024.
Curiosidades
En el mundo grecorromano la letra "Y" también era conocida con el nombre de "Letra de Pitágoras" o "Árbol de Samos", por ser esta isla la patria del filósofo. Esta asociación se debe a la creencia de que la letra representaba la doctrina de Pitágoras, que sostenía que todos los hombres seguían la misma senda durante sus vidas, hasta que llegar al sitio donde aquella se dividía en dos partes, el momento en que debían enfrentar una opción, es donde algunos tomaban la de la derecha, que es áspera, escarpada y conduce a la virtud y la sabiduría, mientras que los otros optaban por la de la izquierda, lisa y sembrada de flores, pero que conducía al abismo de los vicios.
En neerlandés, la letra "Y" no forma originalmente parte del alfabeto. En cambio, se ha usado (y aún se usa, aunque en menor medida) para representar (informalmente) la letra IJ (que también se escribe en ocasiones como Ÿ/ÿ (donde la diéresis representa los puntos de la "i" y la "j" unidas); es fácil comprobar que la combinación "ij" manuscrita es muy parecida a la grafía "ÿ". No obstante, las grafías IJ/ij se consideran más correctas; existe también un carácter único en Unicode, IJ/ij para representar el mismo sonido, pero su uso es desaconsejado y muy poco común. Nótese que en afrikaans (idioma derivado del holandés) la y corresponde y es pronunciada como la ij neerlandesa.
En la Edad Media la letra "Y" se usó con otras letras como parte de un sistema numeral, donde se le asignaba el valor de 150, mientras que una "Y" con una raya encima representaba 150.000.
El nombre i griega surge a causa de una confusión, porque el equivalente a la y griega nuestra para el griego es en realidad la g. Entonces, los griegos al hablar español sobre esta letra, decían: Como nuestra ge griega; pero como es sonido vocálico es una i, se la llamó ’i griega’.
Existen dos lugares cuyo nombre es simplemente "Y", uno es una pequeña población que está en Alaska y el otro es una comunidad en el departamento de Somme, en Francia.
La autopista que une las ciudades de Oviedo, Gijón y Avilés se la conoce como "Autopista Y" por tener la forma de esta letra”.
Algunos de estos argumentos explican la nomenclatura toponímica en algunas zonas de Icod, como aquella que pone REIES (Calle Los Reyes) o la que pone VILLA DE YCOD (En la zona de Las Angustias).
Allá por septiembre de 1993, en el curso de doctorado “La interpretación como fenómeno comunicativo: relaciones entre semántica y pragmática” del profesor Joaquín Garrido, presenté un ejercicio de pragmática de apenas dos páginas que me valió el sobresaliente y la nota diferenciada respecto al resto de mis compañeros porque dicho ejercicio trataba un análisis pragmático del elemento “Y”, para la explicación de lo cual elegí varios ejemplos de diversos orígenes, algunos bastante novedosos en este tipo de cuestiones. Uno de ellos era de la novela La hojarasca, de Gabriel García Márquez, con una presentación de hechos en sucesión consecutiva, con elementos de una misma categoría. Era un típico ejemplo del montón, elegido al azar al abrir un libro cualquiera –bien podría haber elegido Cien años de soledad, que es mi favorito-. Sin embargo, este ejemplo no era más que una simple excusa introductoria para analizar los otros dos, uno de ellos un trozo de la telenovela Rubí, también usado como relleno y elegido por la necesidad de contar con más de uno que avalara mi explicación e hiciera compañía a mi ejemplo estrella. En éste, Lucrecia, la mamá de Víctor Alfonso, le decía a su hijo favorito:
Lucrecia: Ah, a propósito, Víctor Alfonso, llamó Gladys.
Víctor Alfonso: ¿Y?
En mi pequeño ejercicio analizaba pragmáticamente el ejemplo argumentando que Víctor Alfonso desafiaba a su madre con el uso de la entonación interrogativa para que ella revelara sus verdaderas intenciones en su siguiente enunciado. Ella a continuación “cantó”, dejando claro que su objetivo era destrozar el matrimonio de su hijo metiéndole por los ojos a la arpía de Gladys:
Lucrecia: Yo quiero que la invites a salir.
Pero mi ejemplo estrella era nada menos que una tira de Mafalda que siempre me ha fascinado, por lo poco que dice y a la vez lo mucho que expresa. En las cuatro viñetas sólo hay una palabra comprensible. Y ya que mi escáner está averiado intentaré describir el contenido de las viñetas.
En la primera viñeta hay un muchachote guapo y Susanita observa cómo le pasa por delante una mujer joven y bien puesta y el tipo susurra entre dientes: “¿Mbssñssbñs ñssstrblss? ¿Eehee?”. En la segunda viñeta, el tipo, medio babeando, le dice a otra chica guapa que pasa: “¡Mmmh!... ¡Mñsblts bssslzzmbssñs!”, mientras Susanita observa un tanto sorprendida. Así pues, en la siguiente viñeta, Susanita, con su mejor sonrisa y sus armas de mujer, se decide a pasar delante del tipo, que esta vez permanece serio e impasible. Por último, ya en la cuarta viñeta, Susanita se da la vuelta hacia él y le grita muy enfadada: “¿Y?”
Bueno hasta aquí las explicaciones, así que, como las cosas mías sólo las entiendo yo y algunos que a veces me siguen la pista, viendo tantas estupideces sin sustancia que se cuentan por ahí, me doy la vuelta y pregunto:
¿Y?
09/03/2008 23:16. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
07/03/2008
Otra aclaración
Después de ver que hoy sucedió un atentado en Mondragón, ese "poco de sal" al que me referí en el artículo anterior, acabo de darme cuenta de que el dominio donde está alojado este blog no reconoce el 29 de febrero y tal parece que el artículo que colgué anoche, lo hubiera colgado a las once de la noche de hoy, cuando todavía son apenas son las 16.40.
En cualquier caso, este hecho corrobora lo que decía en dicho artículo e intensifica ese vértigo al que me refería antes.
07/03/2008 16:44. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 2 comentarios.
Unos momentos antes de la batalla
Gracias a los amigos de Canarias Insurgente, de quienes he tomado esta foto
Estas elecciones generales del 9 M serán más de lo mismo. Nada cambiará en el panorama político cada vez menos convincente de este país, a no ser que suceda –Dios no lo quiera- otra circunstancia tristemente conmovedora similar a la del 11 M, que le ponga “un poco de sal” a la contienda electoral más reñida de la historia. Seguimos en el mismo punto que hace cuatro años y todas las encuestas y debates entre candidatos presagian un esperado empate técnico que sólo un hecho como el atentado de Atocha puede desigualar, aunque sea usando métodos desleales como una convocatoria a través de sms.
¿No has sentido alguna vez ese vértigo inquieto previo a un suceso histórico? Tengo últimamente la sensación de que este país está a punto de una guerra civil cuando oigo a esos dos mercaderes de la palabra que se presentan con mayor porcentaje de posibilidades de ocupar el “despacho oval” monclovita. Algunos otros partidos mientras tanto permanecen expectantes como quien dice “ellos sabrán”. Parece como si ninguno quisiera tomar parte para que la sangre no nos salpique.
Hace ya tiempo que observo que los españoles nos hemos cansado hasta del fútbol. Del fútbol ya casi no se habla ni cuando se acercan los mundiales. Sin embargo, me acuerdo de emocionarme aquella vez que, para variar, ganó el Dépor. Fue allá por el 2000.
Mi conocimiento de fútbol es limitadísimo, aunque he llegado a hacer alguna que otra vez una quiniela, aplicando un poco el sentido común, y acertar hasta once resultados. Pero solía sentir esa misma emoción de lo diferente cuando escuchaba en la radio los domingos de la primera mitad de los noventa aquellos inolvidables partidos del Tenerife de cuando entrenaba Valdano, que supo hacérselo contra el Madrid, llegando a meterles el miedo en el cuerpo vestido de “la bestia negra”, con ese gesto maestro de alinear de manera irrepetible a Latorre, Miñambres y Fernando Redondo, entre otros; o cuando el España-Malta de los 12 goles; o viendo la resistencia de unas piernas de absoluta locura, las del mítico Luis Arconada, guardameta de la Real Sociedad en el mundial de Naranjito.
Pero lo cierto es que el discurso de los dos candidatos a presidir la Moncloa ya da de cara. ¿La gente no se cansa de esa ñoñería trasnochada de votar siempre a los mismos, o al PSOE o al PP? Incluso llega a darse el increíble caso de los que votan en unas elecciones a uno y en las siguientes al otro. ¿Es esto ético o se puede ir de un extremo a otro como quien se prostituye sin sufrir remordimientos, como quien se cambia unos interiores sucios?
En otras ocasiones que había elecciones generales me llegaba a ilusionar el resultado posible, porque se reñían candidatos con carisma e inteligencia, pero ocurre que la oferta que hay en la actualidad es tan paupérrima que no consigue ilusionar más que a los amigos de la crispación y a los que no les queda más remedio.
Hoy ya la gente no vibra con el fútbol, porque el fútbol, desde que se instalaron en la parte alta del ránking los dos de siempre, el Madrid y el Barça, ha perdido interés para muchos españoles que no viven en la corte o en la ciudad condal, porque no le encontramos ningún sentido a apoyar a un equipo que no nos es ni sal ni agua ni pescado. Únicamente siguen ahí unos Ultrassur trasnochados, esos ridículos fanáticos xenófobos que apalean y se viran a navajazos con todo lo diferente que se les ponga por medio, sobre todo cuando muestra color blaugrana. Y del otro flanco, tres tantos de lo mismo.
Tampoco parece que la gente se ilusione con la política estatal. Es tan poco interesante, tan maniqueísta… La historia de siempre entre los whigs y los tories, los conservadores y los liberales, la derecha y la izquierda, los demócratas y los republicanos… El PSOE y el PP. Al resto de los españoles parece que nos importa poco si en Génova-13 alzan la voz más que en Ferraz-70. Ya no nos quedamos callados ante ese griterío incesante y cuestionamos todo lo que dicen e incluso nos atrevemos a decir “mentirosos”: a los que están tan alto los hacemos caer tan bajo y encima hasta les perdemos el respeto. Además, ya lo decía Esopo “la rueda más estropeada del carro es la que hace más bulla”, pero me queda una duda: cuál de las dos está más estropeada.
Ya ninguno de los dos nos convence, por eso este país va siempre de uno a otro dando tumbos.
07/03/2008 23:04. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
05/03/2008
Aclaración de la nota aclaratoria que realmente aclaraba muy poco
Varias personas me han preguntado hoy que qué es lo que aclaraba la nota aclaratoria del artículo anterior y qué pintaba la pobre Rita Haytworth en todo ese pastel, porque nada ha quedado claro. Y sobre todo por qué esa manía de El Digital de Canarias de cortar últimamente mis artículos íntegros para elaborar otros que parece que sólo los entiende el que los redacta, porque se refieren a mí y ni yo misma los entiendo. Si los redacta sólo para mí, o eso es lo que me dicen, agradezco el esfuerzo a quienquiera que se toma esas molestias, pero si no me lo explica con claridad me quedo como acabante.
Pues está bien, explico a qué venía el tema y nos enteramos todos.
Este pasado domingo a las 12 de la mañana abrí El digital de Canarias y en una noticia sobre los afectados del anillo insular, vi que sin mi permiso habían cogido la fotografía de este blog que ilustra el artículo “y suma y sigue” y en el pie de foto decía que las cajas rojas contenían “las actas firmadas para comenzar el proceso de expropiación”. Me pareció que eran ganas de morbo y de hurgar más en las heridas por parte del que usó esa foto con tan mala leche para ilustrar la noticia de los afectados por las expropiaciones del anillo insular. Así que yo, con el ánimo de evitar la confusión y ayudar al que no sabe, como es el deber de un enseñante, le envié a dicho diario digital el siguiente correo que permanece en mi carpeta de correos enviados, y que copio íntegramente:
Fecha: Sun, 2 Mar 2008 12:20:21 +0100 (CET)
De: "Camy"
Asunto: sobre foto extraída de La Otra Camy
Para: info@eldigitaldecanarias.com
Buenos días
En aras de evitar más confusiones y sin más ánimo que el de echar una mano, me gustaría, si puede ser, que se me consulte cuando su diario vaya a utilizar alguna foto o texto de mi blog, La otra Camy. No es que me moleste, sino que en este caso se ha elegido una foto que no corresponde para ilustrar una noticia, lo que puede prestarse a confusiones y supongo que debería estar por encima el contraste la información si lo que prevalece es la pretensión de informar y no lo contrario. No puedo hacerme responsable de todas las meteduras de pata en las que no se me consulta como en el caso siguiente:
http://www.eldigitaldecanarias.com/noticia.php?noticia=12709
Me explico, pues: La fotografía que ilustra esta noticia no es de las actas firmadas para comenzar el proceso de expropiación, como dice el pie de foto, de hecho no sé de dónde sacaron que así fuera. Lo que muestra la foto es ni más ni menos que los sobres con el nombre del ex-alcalde que se encuentran en stock en el archivo histórico del ayuntamiento y de lo cual hay otro tanto en el mismo centro cultural donde se firmaron las actas de expropiación. Esa foto se tomó varias semanas antes del proceso de actas mientras hacíamos inventario del material fungible que existe en el ayuntamiento. Las actas de expropiación nunca se amontonaron de esa manera. Yo estuve allí y las firmaba de dos en dos. De esas dos, originales ambas, una se la llevaba la persona que declaraba y la otra se la quedaban los técnicos y la archivaban correctamente en carpetas por zonas y demás, de forma que si la persona afectada era citada unos días después, su acta era localizada ipso facto. No pude tomar fotos de la sala mientras se llevó a cabo el proceso, aunque pedí permiso para ello, pero me dijeron que no era recomendable, por sensibilidad con los afectados y a mí también me pareció que era lo correcto.
Por todo ello, y si no supone gran molestia y su pretensión es de informar a los ciudadanos, les pido que, por evitar confusiones innecesarias, retiren esta foto que no ilustra para nada la noticia.
Quedo a su disposición para cualquier consulta sobre el uso de textos y fotografías procedentes de La otra Camy. Muchas gracias de antemano.
Un saludo
Camy Domínguez
Pues bien, unos pocos minutos después El Digital de Canarias, sin mediar palabra conmigo, ni siquiera un simple “de nada”, como “a la zorrona” (así le decimos en mi pueblo), se cambió la foto de los sobres del ex –alcalde por una foto de la entrada al barrio de El Amparo. Los que vieron el artículo a primera hora de la mañana y lo vieron después de mediodía son testigos del cambiazo.
Por esa razón y por otras similares en mi artículo anterior insistí en lo de preguntar y contrastar los datos de la información que se publica en este diario y en otros tan sensacionalistas como éste. Y por poner alguna foto para ilustrar dicho artículo, puse una mía y con un poco de ironía hice un guiño con lo de que no me confundieran con Rita Haytworth, por decir lo primero que se me ocurrió en el momento de ver la foto.
Pues funcionó el guiño, porque hoy han vuelto a cortar un artículo completo sin consultarme lo más mínimo. Así que, como algunos ya me lo han preguntado, me lo preguntaré yo y se lo preguntaré a quien quiera contestarme: ¿Qué busca esta empresa exactamente con esta provocación? Y ya que estamos... ¿Qué busca exactamente cuando publica cosas que no son ciertas de mí o de mis compañeros y de mi entorno?
Una vez o dos, allá por el mes de julio, tuve una muy muy breve conversación por teléfono de un par de minutos con un representante de esta empresa que me llamaba, me pareció, en plan curioso, para saber quién sentaba su culito en la silla del despacho que usaba la anterior jefa de prensa y que yo, por no existir un periodista, ocupé por ser bastante céntrico y por no haber otro vacío en ese momento. Pues hasta hoy. No he sabido más de estas gentes, excepto que han estado por el ayuntamiento en varias ocasiones y no he tenido el placer de tropezármeles –siendo, como ellos mismos dicen que he sido, la jefa de prensa, lo más normal es que un medio de comunicación vaya a dar con el jefe de prensa-, por lo que me sorprende ese interés o persecución hacia mi persona cuando ni siquiera se han presentado como han hecho tantísimos medios.
En fin. Tengo mi propia hipótesis, pero dejo esa reflexión en el aire por si alguien quiere contestármela en los comentarios bajo estas líneas.
Espero haber aclarado lo que me pedían de la foto de Rita Haytworth y vuelvo a poner esa misma foto de aquel verano de 1991 que me trae gratísimos recuerdos.
05/03/2008 23:30. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 2 comentarios.
02/03/2008
Un viejo refrán
Dice un viejo refrán que "el que se pica es porque ajos come".
Para quienes dicen de mí sin contrastar lo que dicen, les voy a revelar un secreto a voces. Hace varios meses que no hago las notas de prensa del ayuntamiento, porque para ello tengo un montón de profesionales que las hagan a los que les agradezco la paciencia y la dedicación. De hecho, creo que en cinco años habré escrito yo sola unas dos o tres notas de prensa, y ni estoy segura de tanto, pues también en las enviadas desde mi partido sólo me limitaba a revisar la redacción y la ortografía, porque es lo más parecido a mi profesión de profesora, supongo. Por si leen lo contrario, aclaro que ni soy periodista, ni pretendo, ni ejerzo como tal. Pero estos artículos míos están levantando ampollas por lo que veo, y bien podrían no darse mala vida con lo que yo digo, que en la red hay miles y millones de sitios donde pasar un rato sin comerse tanto el coco.
Pero vuelvo a aclarar que esto no es periodismo, claro que no. Es un hobby de alguien a quien le gusta escribir y opinar. Además, creo que en esto del periodismo (o lo que se entiende por tal, que es una amalgama de cosas muy dispares, a mi modesto entender) hay tanta batalla y tanto intrusismo que... ¿qué puede pintar alguien como yo en esa batalla si puedo permitirme el lujo de dar órdenes para que se mojen otros en lugar de arremangarme y arrimar el hombro? Si por no saber, no sé ni dónde le queda el zoom a la cámara de fotos. De hecho, hemos comprobado que cuesta Dios y ayuda seleccionar un buen periodista con titulación, predisposición y las ideas claras, alguien a quien mandar. Pero no es imposible, afortunadamente hemos tenido suerte.
Esto viene a que no me voy a retractar de todo lo que he dicho en el artículo anterior; después de todo lo que he escuchado y leído en estas últimas semanas creo que más bien cabría reafirmarlo con ejemplos de la vida diaria.
Señores periodistas, un poquito de profesionalidad y contrasten los datos si lo que quieren es tener credibilidad, porque digo yo que debería ser la aspiración de los periodistas, la credibilidad.
Públicamente doy las gracias a Miguel Ángel Reyes por aclarar este asunto de las "amenazas" y a Juan Antonio Vázquez (que aquí nadie sabe quién es) por hacerme saber que hay una manera aún más contundente de arreglar estas cosas que yo desconocía. Y a los que dicen de mí tantas tonterías de oídas o por intuición, a riesgo que estromparse como kamikazes, allá ellos si no las han contrastado; yo todavía no me he comido a nadie ni soy el ogro del cuento, lo puede corroborar quien me conoce de verdad y no de vista o de oídas. Ah, y gracias a aquellos que me hacen publicidad gratuita, porque dispara las estadísticas de visitas a este blog, lo que me enorgullece tremendamente. Mil gracias, pues.
Y como dicen el refrán, "al que le pique que se rasque..."
NOTA ACLARATORIA: La de la foto soy yo cuando tenía 23 años, no sea que vayan a cortarla de aquí para ilustrar una nota sobre Rita Haytworth. ;-)
02/03/2008 12:43. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
22/01/2008
Con los Tiralenguas otro año más
Santa Cruz,... ¡¡¡que lo disfrutes!!!
22/01/2008 17:25. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
10/01/2008
A un estudiante audaz...
Las "cosas mías" sólo las entiendo yo, aunque a veces alguien me sigue la pista...
Lo cierto es que los últimos los he leído con menos interés. Me pasó lo mismo con cierto diario digital. Al principio arrancó muy bien, pero últimamente da la impresión de que quien redacta escribe sólo para sí mismo, en esa jactancia absurda del que cree conocer el asunto mejor que nadie. Imagínate que ninguno de los que estamos por así decirlo "en el ojo del huracán" entendemos lo que ponen los escritos de ese medio, entonces… ¿qué podrá entender la gente de a pie si los mensajes están totalmente encriptados? Intento empezar a leer los artículos y antes de terminar el primer párrafo ya me he perdido porque no me cuadra lo que se dice con los datos que yo manejo y que me consta que no están equivocados.
En varias conversaciones en las que he participado se ha hablando de tu tema. Las opiniones han sido diversas pero confluían en que es una situación un tanto temeraria y acabamos relacionándola con la inmadurez debida a la juventud, lo cual es perdonable, por supuesto, porque se comprende que todos pasamos por esa edad alguna vez. Y ahí ha quedado todo.
Yo por mi parte sigo pensando que crear un estado de opinión de oídas, desde la distancia, y sin más datos que algunas opiniones (pues son opiniones, no olvides que detrás de cada noticia hay un periodista que la redacta, con mayor o menor asepsia) que se leen en la prensa es muy peligroso, porque se confunde a los ciudadanos sin necesidad y nos resta tiempo a todos para ocuparnos de lo que realmente interesa, que es echar este pueblo para delante. Dice el refrán que “bastante colabora quien no entorpece”. ¿Qué se gana con crear crispación?
Además, observo una manía irreprimible de dar consejos. Desde luego que las intenciones pueden ser muy buenas pero, a mi entender, sólo se deberían dar consejos desde la experiencia y el conocimiento. Pregunto yo, y, por favor, no lo consideres una falta de respeto hacia tu persona: ¿Quién eres tú para dar consejos a tanta gente? ¿Quién o qué los avala? Explícame cómo te atreves a creer que se deben seguir tus consejos, o tus exigencias, los de una sola persona, e ignorar la voz de toda la ciudadanía. Perdona, compañero, pero mi corazón me dice que es preferible equivocarse siguiendo el consejo popular que el de una sola persona. De las dictaduras siempre queda un mal sabor de boca.
También se habló de la ambigüedad política de tus escritos. Ese quiero pero no quiero. ¿Qué pasa? ¿Eres de izquierdas o de derechas o simplemente vas a favor del viento que más sopla? Defínete a ver. ¿Es que ya conoces a fondo todos los proyectos de todas las formaciones incluido mi partido y por eso lo criticas o también es una simple crítica de oídas?
Ya sé que “ni soy santo de devoción ni monedita de oro para caerle bien a todos”, y a lo mejor te tomas a mal mis palabras, pero no ha sido mi intención molestarte. Todo esto que te he comentado es desde el máximo respeto y cariño hacia tu persona. Mi correo está a tu disposición: camy_dominguez@yahoo.es
Por último, sólo un consejo: Prudencia. Lo demás son refranes. Piénsalos. Te dejo con ellos:
De las vacas sagradas se hacen mejores hamburguesas.
Nunca te cierres la puerta, que el mundo da muchas vueltas.
Cacarear y no poner huevos no es nada bueno.
Quien caza sin perros, se pierde en los cerros.
Unos dicen lo que saben, y otros saben lo que dicen.
Vaca bramadora, llama al lobo que la coma
La petulancia es directamente proporcional a la ignorancia; la sencillez es directamente proporcional a la sabiduría
10/01/2008 23:41. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 1 comentario.
26/12/2007
¡Feliz Navidad!
26/12/2007 19:16. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
19/12/2007
Un gran Concierto de Navidad
A Juan Carlos León, el Mosco, con cariño, este clásico de nuestra época. ¡Felicidades por ese trabajo, artista!
19/12/2007 22:01. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
21/11/2007
Música para mis oídos
Gracias, Agomar, por esa marcha "Nazareno de Icod", en mi nombre y en el de todos los icodenses. Si la quieren escuchar, es el primer enlace numerado como 00 en la cajita lateral de Box.net de este blog. (Ahí meto muchas de mis canciones favoritas y de vez en cuando las cambio. Verán que hay de todo un poco y si las dejan sonar se reproducen de forma consecutiva).
También agradezco a Erik Cichosz ese Warsaw Concert, por el modo tan original de presentarlo. No tengo palabras...
21/11/2007 17:16. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
17/11/2007
Recuerdos infantiles
Ese jueves, 20 de noviembre, amaneció lloviendo. Mi madre me había vestido con un pantaloncito de campana de color lila brocado que formaba conjunto con una torerita que me había hecho mi abuela, pero como ya me iba quedando corto, le habían adjuntado un tramo de unos cinco centímetros de otro tipo de tela azul turquesa en lo bajo de las perneras. Había cogido mi maleta, la verde con gatitos no, porque ya la había desechado el verano anterior (alguna que otra cosa desechábamos también por entonces), y mi paraguas de plástico transparente con olor a plástico transparente y con muñequitas japonesas que, por la forma, demasiado curva, casi acampanada, hacía que cuando llovía nos ensopáramos las piernas de los gemelos para abajo, teniendo que arrastrar los pantalones enchumbados y pesados si nos cogía el aguacero por la mañana, cuando íbamos a clase, porque justo en esa parte a los pantalones les sobraba demasiada tela.
Salí a la puerta con el paraguas abierto, que era mi ilusión, como la de todos los críos, seguida de mi madre que me acompañaba sólo hasta la puerta… de casa. Los dos kilómetros hasta la escuela de doña Juana los hacía solita o en el mejor de los casos con alguna amiga que me espabilaba, porque sí que me gastaba paciencia, aunque era lenta pero segura, pues aun sin reloj llegaba a tiempo a la escuela –el primer reloj me lo regaló mi madrina de obispo cinco años después lo que me obligó a aprender la hora-.
Justamente cuando mi madre me iba a decir lo de “el fundamento y por la orillita”, asoma la nariz la vecina y le dice: “¿La vas a mandar a l’iscuela? No la mandes que dice que se murió Franco. Yo los chicos míos no los voy a mandar tampoco”.
“¡Adiós! Se murió Franco”. Mira que hacía tiempo que venían esperándolo. Me dio la sensación, a pesar de mis siete años, de que aquello iba a ser algo trascendental, no sabía entonces para quién o para qué, y por eso ahí se quedó, ocupando un espacio en las estanterías de mi memoria.
En la siguiente escena no serían más de las diez y ya sin mis pantalones de campana, con la tele encendida porque esa mañana iniciaron la retransmisión tempranito, al contrario que los otros días en que nos sentábamos a ver la carta de ajuste, que era nuestro programa favorito hasta la hora de la merienda, me ocupaba en pelar con los escasos dientes una castaña a los pies de doña Matilde, que venía de vez en cuando a ver la tele con su hija, y hoy con más motivo, y el eterno pañuelo negro que habitualmente se ataba en la nuca, ese día sólo dejaba ver el rostro arrugado.
Horas y horas, días y días, con la lluvia de fondo y el ronroneo de la única cadena de televisión. Todos los niños y grandes de casa, así como varias vecinas, sentados alrededor de la única cadena de televisión que había en España, que a pesar de iniciar la emisión más temprano, emitió un único programa desde el jueves por la mañana hasta el domingo al mediodía:
Los cascareros de castañas daban miedo en esa casa, hasta el punto de que acabamos con la caja verde de castañas que le regaló a mi padre Antonio el feo, castañas de las buenas, traídas de los castañeros de Barroso en los altos de la Orotava.
Siempre esperábamos con ilusión el sábado y a las dos y media nos sentábamos a ver Heidi, pero ese sábado no cayó esa breva. El incansable ronroneo de la tele, a la que le bajaron el volumen porque ya la gente se estaba desquiciando, seguía allí… ¿Es que no se cansaban o qué? Menuda rabieta. Mira que sustituir mi programa tan ansiado por aquella majadería… Tal vez no enterraban al caudillo porque esperaban que alguno de todos los que estábamos en mi casa fuese a hacer la reverencia o el paripé con llantina incluida delante de aquel cadáver que, de no ser por el embalsamado, ya estuviera con los gusanos asomando. Si es que a través de los puntitos de la imagen de la pantalla se escapaba el sopor de la capilla ardiente y el agobio empezaba a hacer mella. ¡Aquello había que enterrarlo! ¿Es que esa gente era masoquista o es que esperaban que todos los españoles fueran a comprobar que efectivamente estaba muerto?
Cuando ya nos habían torturado bastante que pensábamos que no iba a acabar nunca, decidieron que era hora enterrarlo para siempre y con él todas las ataduras que habían sujetado a este país. Puede que empezara a oler mal allí dentro incluso a aquellos que se resistían a enterrarlo. Sucedió por fin el domingo a mediodía:
En los primeros momentos, a pesar de respirar aliviados, a algunos les flojeaban las piernas, inseguros… ¿Qué va a pasar ahora? A otros les asomaba por algún lado una sonrisa cuyo motivo eran incapaces de explicar. Yo, en cambio, que seguía sin saber de qué iba el rollo, andaba por allí rabiando: “Miá parai. Va y se muere Franco y quitan a Heidi”.
Después de comer me senté a ver la tele y me llevé una de las mayores sorpresas de mi vida… Aquí las he rescatado, después de ver que mis niñas llevan un rato pegadas del youtube:
No sólo el capítulo que nos habían quitado el día anterior sino otro más, los dos últimos de la serie para compensarnos a los más pequeños. Creo que ahí, el mismo día que enterraron a Franco, empezaron a malcriar a las generaciones posteriores, bueno a la mía un poco menos porque ya estaría encaminada y nuestros padres tenían unos ideales. Poco después crearon una segunda cadena y una tercera y una cuarta y la TDT y miles de canales temáticos. Pero ya nada entretiene a los niños y los protegemos porque nos los pueden raptar… Pobre de que no acompañemos a los niños a la puerta del cole con lo que hay que ver.
Después de treinta y dos años, ver que mis niñas, especialmente la mayor con la misma edad que yo tenía entonces, siete años, puede elegir ver un capítulo u otro, una serie u otra, y no sienta el culo más de cinco minutos a ver una tele en la que no aparece nada parecido ni semejante a los dos rombos de entonces, el que esté viendo en estos precisos momentos el capítulo 52 de Heidi, justamente ahora que es noviembre, que no llueve ni por equivocación y el rey de España es el hazmerreír del mundo mundial, me he quedado un tanto confusa como para pensar con preocupación: “Pero bueno… ¿qué diablos ha pasado aquí?”
17/11/2007 12:20. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
09/11/2007
9 de noviembre
Hoy es uno de esos días en que pienso que no debería haber salido de este escondrijo para abrir los ojos y ver cuánta ambición y cuánta miseria hay por todas partes disfrazadas de virtud.
Menos mal que la nieve inhóspita de pronto puede aparecer salpicada de violetas de suave perfume. Gracias a todas esas sonrientes violetas que me han alegrado este amargo 9 de noviembre. Hoy he aprendido una lección: sólo por ver la sonrisa de esas violetas mereció la pena este día. En cuanto a la nieve, nieve sucia que ojalá se derrita pronto en esa desenfrenada carrera hacia una gloria infeliz y vacía, por ahí le he encontrado este trocito de imaginación:
Pero todos los 9 de noviembre no son iguales. Por ejemplo, el último 9 de noviembre contaba entre las caras sonrientes cómo las violeteras de Madrid engatusaban a los hombres con su belleza el día de la Almudena y escuchábamos a Cecilia.
Hoy, cubierta de nieve, recuerdo con añoranza a esas violetas. Gracias Günther, Helga, Ruth, Mirosa, Peter, Hans, Sallie, Anne, Valerie.
09/11/2007 21:18. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
28/10/2007
Sensaciones y tentaciones tras la última exposición de Erik Cichosz en Icod (por Camy Domínguez)
Lo siento, Erik. Soy incapaz de escribir con otra cosa que no sea el corazón y se me hace eterno esperar a que algún periódico escuche los latidos de mis artículos y decida publicarlos.
De las cálidas manos de Erik Cichosz siguen naciendo trazos que parecen no esperar otro reconocimiento de la comunidad que el permiso para salir a la luz, a pesar de los conceptos divergentes que le suponen lo amado y lo deseable. Porque a través de su inagotable producción se deja ver el amor que el artista siente por la belleza, la historia, las costumbres y la singularidad de nuestra tierra isleña y lo deseable hubiera sido que sus últimas exposiciones realizadas en Icod de los Vinos, la del 2000 y la más reciente de 2007, fuesen su gran canto de cisne en nuestro municipio, pero no parece haber sido realmente así. Este Icod que cautiva la sensibilidad artística y las emociones, que es centro de atención de todas las miradas, se comporta esta vez como una ninfa bella que huye del dios perseguidor, prodigándole por doquier desdenes e indiferencias, como una María Antonieta imprudente, cruel y altanera, como una Camila Lucinda, bella e inculta, incapaz de apreciar los versos que le son dedicados con devoción y profusión.
Después de que su pintura haya cosechado éxitos en al menos siete países, Erik Cichosz vino a afincarse en este confín del mundo, bello donde los haya, y sin embargo rudo, con la ruda belleza del diamante, pero con la bella rudeza del mármol. Un Icod de los Vinos ya adulto, senil y decadente, que a través de muchos años sometido a una incultura interesada, muestra su más ignorante ingratitud y desdén hacia sus enamorados. Un Icod que en su edad dorada llegó a coquetear con las más sublimes poesías, con las más serenas melodías y con las más delicadas y selectas pinturas, pero que se ve en la actualidad inevitablemente sumido en la cómoda barbarie hecha a golpe de años de esfuerzo de la clase gobernante de las últimas décadas por estandarizar y empobrecer el conocimiento, llevándolo al gusto por lo mediocre y a la prostitución de la sensibilidad, o como diríamos ahora, a un quiero ser como Pepe.
Por eso, aunque todos tenemos algo que ver en este asunto, no culpo a Icod, no culpo a los organizadores de sus exposiciones, no culpo a Erik, pero sí a esa inopia acomodada en la que en los últimos años hemos descansado y descansamos los icodenses sin oponer la más mínima resistencia.
En el lado opuesto al confín mágico de formas y colores, lo más cercano a mi realidad cotidiana que he visto de la pintura de Erik es el Drago de Icod, “MI drago: Viejo, solitario y orgulloso”, como él mismo lo definió, y que ahora ni él mismo sabe en qué lugar de este planeta apoyará su reverso, ni qué ojos lo contemplarán con indiferencia como a una especie vegetal más a quien alguien dedicó bajo encargo un rato libre de su afición pictórica. Un drago que fue separado de las manos de su progenitor, como si de un mero vientre de alquiler se tratase, para ser entregado a una nueva familia adoptiva de cuyas condiciones de adoptabilidad no tenemos referencias. Un drago de cuya existencia muy pocos hemos tenido la suerte de conocer.
Así, en la exposición de 2007 la gran ausencia fue la de ese amado drago, aunque hubiera sido lo deseable. Sí estuvieron, sin embargo, cincuenta y dos de sus hijos llenando de pinceladas de creatividad, de exquisito colorido y luz selecta el sobrio espacio de corredores en el patio del exconvento icodense del Espíritu Santo.
En este amplio conjunto de obras, agrupadas en nueve series de diversa temática, se desgranó simplemente un breve recorrido por la senda creativa de un prolífico artista como es Erik Cichosz. En estos retazos pequeños y grandes se entremezcla en extraños binomios la cruel realidad con una bien definida vaguedad onírica que coquetea con el ensueño. La sabia elección de suaves tonos con la alegre luminosidad que atenúa escenas crueles y dolorosas, la asociación ilógica y poco convencional de elementos aparentemente lejanos entre sí, reales y ficticios hacen de su obra un todo único e irrepetible.
Pero sucede que cuando se mezcla la realidad y la ficción se corre el riesgo de no ser creído, o por el contrario, de crear una extraña sensación de devoción difícil de definir con palabras.
A mí me ha picado el segundo bicho. Ésta es tal vez la razón por la que desde hace algunos días en la “casa del pueblo de Icod” alegra mis momentos mágicos y mitiga los ingratos una obra provocadoramente sensual y extraordinariamente hermosa. Todavía no está a la vista para nadie, sólo para mí, que me reservo el grandioso momento en que decida el lugar que ocupará durante los próximos tres años y medio. Parece que las personas son como sus despachos demuestran. Hay despachos con un escueto ramo de flores exóticas, en otros, un misterioso adorno oriental, en otros, una sencilla foto familiar enmarcada con flores silvestres… El mío pronto tendrá otro aspecto menos lúgubre.
Antes de encontrarle el lugar, quería comprobar con mis propios ojos, con mis propias manos, que The Flying Groper tiene la capacidad de volverse del revés como planteaba Carlos Silva aquel 21 de septiembre de 2007 con la cantarina fuente de Neptuno como música de fondo. Así, con esa curiosidad infantil que a veces se apodera de mí en los momentos más insospechados, con esmero liberé de su prisión de celulosa transitoria la obra que, tal vez pensando en mí, había sido cuidadosamente envuelta en papel kraft, y, como a un hijo recién nacido, la tomé entre mis manos. Como nadie me observaba, estuve unos diez minutos felizmente extasiada, contemplando la adherencia de los colores a cada uno de los 362.100 milímetros cuadrados de lienzo, la suavidad de contornos de las redondeadas formas femeninas, la brillante elección de colores, la nítida perfección de las sombras, la fiereza aparente de la bestia.
Me asaltaron de pronto preguntas inútiles que no tienen contestación en un universo neosurrealista: ¿Quién era aquella sirena recién convertida en mujer, umbilicalmente unida y hasta sometida a un monstruo marino de mirada temible? ¿Cuál sería la historia atroz que generó semejante prodigio bajo La Mar Insólita? Permanecí unos minutos observando milimétricamente y luego todo el conjunto, y sin pensarlo dos veces, el misterio se apoderó de mis manos, que comenzaron a someter el marco a un giro lento de noventa grados hacia la derecha, con lo que el cabello rojo de la mujer cayó verticalmente de pronto, atraído por la misma fuerza con que la gravedad atrae a todos los cuerpos en el espacio.
¡Sorprendente! Pero aún así, mis manos, no convencidas del todo de aquel feliz resultado, tal vez avisándome de que ninguna mujer debe arrodillarse ante un monstruo, continuaron dándole un nuevo ángulo de noventa grados a la derecha sin encontrar fuerza alguna que se opusiera. La cetrifugacidad de aquella rotación me dio entonces otra perspectiva más sensual del cabello rojo serpenteando merced al viento de poniente, venciendo al detestable animal alado, haciéndolo desfallecer y desfalleciendo con él, asida a su cuerpo…
De pronto me pareció estar rozando lo prohibido y temí que el gran Erik regresara para sorprender, tal como esperaba, a una niña enfrascada en una flagrante vuelta de tuerca a su obra genial.
28/10/2007 20:15. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
22/10/2007
TODAS ESAS COSAS ME ACUERDO YO
El otro día cuando llegué a casa recibí una noticia dolorosa, aunque no con uno de esos dolores que sientes cuando pierdes a un ser querido, sino un dolor de desarraigo cuando pierdes cosas materiales a las que tienes mucho aprecio. En este caso, mi niña Aída había dejado caer desde aproximadamente medio metro de altura uno de los tres discos duros de mi ordenador, el disco externo, de 164 Gbs. de capacidad. En él podía haber miles de documentos y de archivos de texto, sonido, vídeo y fotografías. Recuerdo con muy poca concreción qué era exactamente lo que había en ese disco. Echo de menos, sin embargo, las fotos de la última campaña, un montón de películas y los capítulos de la Pantera Rosa que tanto les gustaban a mis niñas, algunas de ellas en realidad irrepetibles.
Pero de pronto me entró el terror de la pérdida absoluta y comencé a buscar en los otros discos duros y por todos los CDs a ver si se había perdido un texto que escribí en 1999, un poco después de la muerte de abuelo José, momento en que decidí anotar las cosas que algunos años antes me contaba y que me hacían sentir alguien muy especial… y ¡uf! ¡Qué suerte tuve! El documento estaba a buen recaudo en uno de tantos CDs que tengo por ahí amontonados.
Entonces comencé a releerlo por partes que ya se habían perdido en lo más recóndito de mi memoria y me pareció estar redescubriendo la entrañable biografía familiar y escuchando nuevamente su voz cascada por los noventa y tantos años, pero amena y afectuosa como siempre, contándome todo de nuevo, muchas cosas desconocidas incluso para sus propios hijos. Muy pronto, el 23 de marzo de 2008, será el centenario del nacimiento de mi abuelo, así que me gustaría adelantarme a colgar aquí ese archivo que por suerte no se perdió, no sea que un día regrese a casa y me encuentre que mis niñas están jugando a la guerra de las galaxias con mis preciados CDs.
Le dedico este texto a Ismael Martín, y a esa devoción con que él y su señora leen mis escritos.
TODAS ESAS COSAS ME ACUERDO YO
El 12 de Junio de 1999 fue para mí un día muy triste. En ese atardecer mi abuelo abandonó este mundo para irse para otro, para el que había estado preparándose durante toda su vida.
Mi abuelo era José González de León, de la familia de los Leones de La Patita, José Valerio, hijo de José Valerio y nieto de José Valerio.
-¿Cómo se llamaba?
-¿Quién? ¿Mi abuelo? Igual que mi padre y igual que yo: José. José González. Mi abuela era María. José González y María... María Pérez. Mi padre era González Pérez.
Nacido el 23 de marzo de 1908, mi abuelo vivió su vida humilde y pacientemente hasta que Dios dispusiera su destino final. Siempre con su eterna frase en la boca:
-¡Ay, Dios de la vida!
De sus propias palabras, recogidas en los últimos años de su vida, nace este homenaje a su memoria. Cuando todos estaban ocupados en dar una imagen agradable a su casa, yo acudía a él para escucharlo y para sentir un poco de paz a su lado, para beber un poco de su sabiduría:
-Yo me acuerdo, cuando tu madre me dijo ayer que dice que tú venías hoy pa’ dentro a... ¿A qué cosa era, me dijo ella?
-A hacerle la entrevista.
-La entrevista. La entrevista. Digo: "¿Qué entrevista me va a hacer ella a mí, cristianos?"
Él siempre estuvo dispuesto a contarle la historia de sus vivencias a todo aquél que tuviera un ratito para escucharlo. A todos quería hacerles algún cuento que guardaba en su mente:
-Je, je, je. Yo iba a hacer el cuento. Digo: "Cuando tú te casastes, fi yo a la boda. Cuando llegué allá arriba con un compañero de áhi del Lance, del Amparo, de la misma familia de ellos, y llegué allá arriba y encontré a tu madre y a los hermanos todos...”
-¿Ése quién era? ¿Ése era el hijo de tía Carmen?
-El hijo de Carmen, sí. El hijo de Carmen. Y me los encuentro en un cuarto allá arriba, todos juntos los Valerios, y me quedo mirando. Digo: "¡Ay, mi madre! ¿Quién pensaba esto? Los Valerios todos en el cuarto de Cho Vitorino Canuto. ¿Quién pensaba esto?" Y Sixto, que estaba, Dios lo perdone, se creía que yo lo decía por desprecio a ellos, ¿no? Dice él, dice: ¿Y qué quieres tú que yo haga, José? ¿Qué quieres tú que yo haga?" Como aquella cosa, como queriendo... afligido. Digo: "¿Qué? ¿Por qué crees tú que digo yo esto, hombre? ¿Tú crees que yo me creo que los Valerios valemos más que los Canutos?" Digo: "No, hombre. Yo lo que le digo esto es porque esto no lo pensábamos nosotros". Digo: "Porque ¿acaso somos mejores nosotros que ellos? No, hombre". Y se le quitó aquello.
Así era de sencillo, humilde, dispuesto a conciliar los afectos y a ayudar a los demás porque nadie es mejor que nadie. Y así pasó por este mundo, ayudando a los demás:
...la mujer de Cho Vitorino, y unas hijas que tenía, que se casaron casi todas ellas. La vida de ellas era ir pa’l monte en aquellos tiempos. Tenían un mulo y ellas venían todas, cada una con un jase pinocho, y la madre con el mulo cargado. Y lo llevaban pa’ las pesas, donde pesaban el pinocho, se lo llevaban pa’ allá pa’ La Orotava, pa’ estiércol pa’ la platanera. Ya está el pinocho podrido en el monte y no lo ajuntan. Y entonces estaba yo allá arriba, en lo que hacíamos del viejo Basilio , cerca por allí, un poquito más allá. Yo no me acuerdo qué estaba yo haciendo, si estaba cogiendo jelechos, si estaba cogiendo tagasastes pa’ las vacas. Yo no sé. Y llegaron ésas cantando, que siempre bajaban del monte cantando, y escansó una allí, en un escansadero que había, y la madre bajó un ratito más tarde, que venía más atrás. Bajó con el mulo. Y las otras hermanas, y siguieron, porque no tenían allí dónde escansar. Pero cuando ella se fue a cargar, yo no sé qué trompicón dio allí y se fue y se le cái el jase y se le va el jase pa’ el camino y le baja pa’ el camino el jase. Se asoma más abajo: "¡Madre! ¡Ma! Yo me caí". Y la madre dice: "Si te caístes, levántate". Y no le hizo más caso. ¡Amarguras de muchacha! Después hasta llorando, revoltillando el jase, y no jallaba pa’ dónde echarlo pa’ poderse cargar. Digo: "¡Ay, Señor!" Me dio hasta pena, llorando. Y salí. Digo: "¿Qué te pasa, muchacha?" Dice: "Mire usté, que me caí y mi madre no me hizo caso y se fue. Y ¿cómo me cargo yo?" Digo: "No llores. Por eso no se llora. Espera. Yo te ayudo a cargar". Y le ayudé por un lado y ella por otro y se cargó el jase. Y se quedó más contenta. Dice: "Muchas gracias, José. José, muchas gracias", me decía ella. Y la madre no podía dejar el mulo solo y correr pa’ atrás a... Pero la madre tan tranquila: "Si te caístes, levántate".
Un corazón como el suyo no iba a permitir que otros sufrieran, porque su padre le había enseñado, sin necesidad de ir a la escuela, que hay que ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. Él siempre hizo las cosas sin interés, sin egoísmo, acaso ganarse el pan para alimentar a su familia fuera el mayor interés al hacer las cosas, pero muchas las hacía desinteresadamente:
...Tenía una huerta allí y ellas la hacían. Y me dijo éste mismo, yo no sé si ya se ’bía casado, que tenían unas parras de viña allí, viejas y hechas una porquería, que ’bían hecho allí, ’bían sembrado y no las ’bían cuidado y estaban aquellos troncos viejos allí, uno más aquí y otro más allí, que le hiciera unos injertos de viña buena que yo tenía aquí, en la finca de don Enrique, cuando yo estaba en la finca de don Enrique. Digo: "Cuidado que yo cuando sea Luna nueva, porque eso ahora no se puede, yo voy y te hago allí unos injertos". Voy por la mañana cuando la Luna iba subiendo, que era nueva en esos días, cuando iba subiendo, voy y corto una jalada de puyitas de viña negra y la viña mejor que me parecía, unas varitas, unas varitas, una manotada así, y la puse pa’ allí. Digo: "A la tarde voy allá adentro y la corto toda". Llevé las tijeras y no dejé un estropajo de aquéllos allí. Y me puse a afilar varitas y llevé un junco pa’ amarrarla, llevé un sacho pa’ cavar tierra, pa’ abrigarla con tierra, y... Pero había un tiempo, amigo... Preparándose un tiempo de allí, que día a hacer viento. Perecía que día a hacer viento. Digo: "Como me coja a mí esta tarde el viento y el agua, me..." Y pego a espabilarme. Digo: "Esto no pega ni la madre que la parió". Y no tenía más que espetarle la puya, amarrarla un poco, cavarla y taparle el tronco, porque era el tronco tapado. Y una y otra y otra y otra vez. Hice yo creo que más de quince injertos hice. Y luego me eché el sacho al hombro, y ya el tiempo llegando allí. Echo el sacho al hombro y traspongo pa’ casa. Y cuando venía por áhi acá por cas Odulia pa’ acá, ya me empezó a llover. Cuando vine aquí, viento y agua. Me tuve que mudar la ropa. Y aquello se me olvidó. No me acordé más de aquello. Cuando allá a los dos meses o tres, que yo fi un día pa’ dentro no sé a qué, y me acuerdo y: "¡Ay! No sé si vaya por allí a ver si es que yo estuve ya jeringando eso. A ver si los injertos pegaron". Digo: "Aquello no pegó ni uno". Y voy por allí, y de todos los injertos que hice, uno se secó nada más. Uno nada más se secó. Yo no ha ido más allí, pero luego compró Aquél... ¿Cómo lo llaman? Le compró aquello a Eloy y la huerta es de él y creo que tiene allí un parral de viña, que todos los años lo veo sacando cestos de uvas de allí. Sí. Todo aquello, aquello se lo hice yo.
Sí, benditas manos, manos encallecidas y sabias que hicieron de todo en la vida. Sus manos creaban parrales y dondequiera daban fruto las viñas yermas y desesperanzadas:
Y esta viña que tú ves aquí, antes no había viña ninguna cuando yo me casé, aquí no había más que un troncón de viña áhi, al lado de donde está el perro, por el lado arriba, y allá arriba, en el hoyo, habían unas matas, a la parte acá del hoyo. Lo demás era todo... no había viña ninguna. Primero le hago el injerto y después, al año siguiente o a los dos años, abato aquella vara, y ya es otra vara que sale. Luego sale con más fuerza, abatida. Toda ésta grande que tú ves aquí, de adentro, después que yo hice las casas estas, que ya tú ’bías nacido, sí, toda ésta, esos parrales, ese parral de áhi, áhi no había un fisco de nada, de nada, de nada, porque estaba el pajal de la burra allí, que lo tenía tu bisabuelo. Pa’ aquí pa’ dentro, áhi en ese hoyo no había nada tampoco. Y ahora la viña salió de adentro y llega aquí afuera. Y mira ésa, ahora alrededor todo eso son injertos míos. Injertos y abatiduras. Y pa’ áhi pa’ arriba, toda ésa que está pa’ áhi pa’ arriba, lo mismo. Toda. Allá fuera en las longueras esas, después que hice el tanque, que hice la tajea y llega el agua allá fuera y le echo el chijo de agua después atrás y ha hecho los injertos y después abatir. Y fíjate cómo está todo. El año pasado, ¿no hizo Cheo yo no sé cuántas...? Unas cuatro pipas de mosto o tres pipas, yo no sé cuánto. Yo, después que Cheo está haciendo eso, que yo no puedo... Él no sabe hacer un injerto. Él no lo ha hecho nunca, pero yo, amigo... ¡Ja! Los injertos esos sí es verdad que... Allá abajo en La Janega, que aquello era de tu bisabuelo, que lo vendió luego y le tocó a Felipe, el hijo, y lo vendió, ¿allí hice yo pocos injertos? Y allá dentro, donde vivía el viejo Domingos ¿hice yo pocos injertos por allí? Aquí mismo, a la cuñada de Sisa que tiene allí en la hoya, que vivía allí, y me llevó una vez pa’ que le hiciera unos injertos y se los hice. Y luego más tarde le pregunté. Yo no fi a verlos, pero le pregunté. Digo: "¿Te pegaron los injertos?" Dice: "Sí". Dice: "Ya tengo un parral de viña allí". Porque esa hoya ha de ser buena de viña. Sí.
Y era tanta la pena que sentía cuando observaba el estado de abandono de lo que había sido su esfuerzo:
Cuando estaba en la finca, allá abajo... ¡Ay! ¡Bien umenté yo los parrales en la finca, Dios! Y eso se acabó todo, las paredes peladas.
No voy a decir que mi abuelo era un santo varón, porque no lo era. También, como muchos de nosotros, tenía sus fallos, pero era muy respetuoso, a pesar de sus desobediencias cuando sabía que no era justo lo que se le pedía:
¡Ah! Y allí nos dieron el fusil, que no nos ’bían dado el fusil, y no teníamos dónde llevarlo, y llevábamos el morral, colgando, aquella cajita de balas que yo te digo, llevábamos el capote, la manta y la maleta y el correaje. El correaje no nos estorbaba tanto, pero también pesaba. Y allí nos dieron el fusil. Digo: "Vamos a ver ahora qué hacemos". Allí espetemos el cañón del fusil por el asa de la maleta y nos lo echamos atrás y así íbamos. Cuando aquel desgraciado de aquel hombre pega a mirar. Dice: "¿Esto es una compañía de soldados o es un rancho de vendedores ambulantes?" Dice: "Esto es un rancho de vendedores ambulantes. Esto no parece un rancho de soldados". Aquello ’bía estado en el frente más tiempo que el carajo desde que empezó la guerra. Dice: "No quiero ver de eso, de esas maletas y de esas cosas que no sean del ejército, no quiero ver nada. Quiero que eso vaya desapareciendo". ¡Ay, Señor! Muchos de ellos, los que encontraron a quién venderla, la vendían, otros la regalaban. Y yo, muy callada la boca, digo... Los dos compañeros que yo digo, que era uno de aquí y otro de allá, de La Palma, ésos se deshicieron de ella, yo no sé qué le hicieron. Y yo, con la maleta guindada del fusil, digo: "A uno solo no le pueden hacer nada". Algunos otros lo harían así. Pero luego ellos: "¡Ay, José!". Dice: "¡Ay, León! Tú no te deshaces de la ma..." Digo: "No. Yo no me deshago de la maleta, aunque lo diga el capitán. Él preso no me mete, porque ¿adónde me va a poner preso, a dejarme? Él tiene que seguir conmigo. ¡Vaya pa’l carajo! ¿Qué cree él? ¿Que voy yo a...?" Y seguí con la maleta. Cuando aquellos dos muchachos me dijeron, dice: "¡Ay, José! ¿Tú no la vas a vender? No la vendas, no la dejes. Ya nosotros las vendimos y hay unas ropitas que llevamos aquí, unas camisitas y unas... Mételos en la tuya y atrácala bien. Yo te doy la dirección mía, tú me das la tuya. Y si te matan a ti, yo la recojo, la maleta, y después si no me matan, yo te le mando a tu familia lo tuyo". Y el otro decía lo mismo. Y entonces seguimos, y la maleta mía la tupimos. Y yo llevaba aquello tupido más me esrengaron.
Si algo no era justo, se rebelaba a su manera:
Y entonces, desde que yo llegué y me puse en el portillo escuchando, porque las casas estaban así, un poco más abajo, tía María peliándome. Yo: "¿Qué quiere usté, cristiana? Cállese la lengua y vaya para atrás del fuego. ¿Yo voy a hacer alguna barbaridad?"
Según me contaba en mayo de 1999, su tía María, hermana de su padre era mujer de muy mal genio. Nunca se casó y nació, vivió y murió en la misma finca de La Marzola. Era gracias a la paciencia de su madre, Juana de León, que se evitaron muchas desavenencias entre cuñadas. Pero con todo, su tía María fue una mujer muy piadosa. También lo fue su madrina Victoria, una santa –según me decía-, que si ella no iba al cielo, ¿qué será de nosotros? Su madrina Victoria, como me contó ese mismo día, también era soltera y fue la que lo bautizó. Murió de una forma curiosa. Estaba lavándose los pies en el patio al oscurecer y cayó al suelo. La llevaron a la cama donde pasó por lo menos una semana agonizante. Cada vez que le preguntaban algo contestaba con frases del Credo y decía mi abuelo que era porque su madrina, que Dios la tenga en la gloria, era tan piadosa que siempre tenía una oración en la boca y sus últimos pensamientos cuerdos de aquel atardecer fueron para rezar el Credo, y esas mismas frases permanecieron en su mente en los delirios de sus últimos días. De esas mismas enseñanzas en que él aprendió su comportamiento cristiano. Cualquier bien al prójimo, para su familia era cosa recompensable:
Y habían unas muchachas, que eran de la edad de la madrina del chico , era soltera aquélla y eran dos de allá fuera, de las Carballas. Habían cuatro muchachas. Y va Fruto ese día, callada la boca, y compra un acordeón, que era muy aficionado a tocar el acordeón, que había venido un tío de él de Cuba y le trajo un acordeón y aprendió a tocar. Pero ya el acordeón aquel lo tenía viejo y no le servía. Y compró un acordeón cas Pedro Zarza y le costó tres duros. Eso fue caro. Verdad. Y fue pa’ arriba con el acordeón y nadien lo sabía, na’ más que la madre de él. Eso lo estudiaron ellos en Redondo. La madre de él y las que ían de Redondo. Y las Carballas allá fuera, ésas no sabían nada. ¿Qué sabían ellas? Y llegamos allá arriba, pusieron la comida, comimos allí todo lo que quisimos y bebimos y todo y luego pega la madre Fruto, que era mi tía Angustias, la madre de la madrina del chico, la madre de la chica esta, a limpiar todo y a ayudar a limpiar y las mesas las echó pa’ fuera. Y las chicas de allá fuera dice... La más chica de ellas era de la edad mía y de la edad de ésta. La otra era un poquito más vieja. Entoavía son vivas las dos. Dice: "¿Qué va a hacer esa vieja? ¿A quitar las mesas? ¿Va a limpiar la casa? ¿Qué van a hacer ahora áhi?" Cuando llevan una silla y la ponen allí y va Fruto, se sienta allí y va la madre y le lleva el cajonito aquel. Pega a desabrochar el cajonito. ¡Y era un acordeón! Esas chicas casi se vuelven locas, las de allá fuera, que no sabían nada. Eso se fueron, se pegaron a lavar la cara, se peinaron, se pusieron yo qué sé... ¡Sús, mi madre mi alma! Yo no ’bía puesto los pies en un terrero nunca pa’ bailar nada. ¡Ay, mi madre! Casi me matan a mí, ¿eh? Ese día, desde mediodía. Toda la noche hasta por la mañana. Y no había quien tocara el acordeón sino Fruto. Vienen aquí adentro, a Los Márquez, donde vivía el que se casó con ésta, que es el padre del cura Don Clemente. Y era un muchacho de la edad mía. Dos años más que yo. Y llegan ese día, querían dir pa’ fuera un rato. Me acuerdo que vino Cirilo, mi hermano, y Cristóbal, que eran dos chicos menudos. Vinieron aquí adentro y le dijeron a Gregorio que si quería dir pa’ fuera. Y el padre dice: "Sí, yo voy también, ¡caramba!". Él era medio listo y sabían tocar la acordeón los dos. Van pa’ fuera, amigo, se sienta uno de ellos, el viejo, el viejo Faustino, a tocar el acordeón, pegan a bailar y pegan a jalar por mí y a bailar conmigo... ¡Ay, mi madre! Yo no me ’bía visto nunca más apurado y más... Y yo no sabía ni... Qué va, hombre. Yo no ’bía bailado nunca y aquellas chicas lo mismo las de allá fuera que las de Redondo eran bailadoras que daba gusto y me enseñaron a bailar esa noche. Y estaba una tía mía de aquí adentro de mi madre, una tía de mi madre de La Patita, que era soltera también, pero era vieja, era una mujer vieja ya. Digo, de treinta y pico de años. Por la mañana ella dice: "Mira, José. Todo lo que has aprendido esta noche. Dice que enseñar al que no sabe es una obra de misericordia". Dice: "Y ustedes han ganado muchas indulugencias". No decía indulgencias sino indulugencias. Dice: "Ustedes han ganado esta noche no se sabe ni las indulugencias que han ganado".
Como nos decía doña Almerinda, de la Cruz del Camino, que lo conocía desde chico:
Y era una gente de vergüenza, que las conocí bastante bien cuando bajaban hasta con las cargas de coles por áhi abajo en la burra. Y ese José era el más viejo de toda la cría, después era Cirilo, después Juan. No sé si Carmen y Isabel eran entromedio. Isabel vivía allá por Redondo. Pedro tiene ya lo menos ha de andar por sus por setenticinco.
Pero los hijos de José González Pérez y Juana de León Rosquete eran nueve en total, como él mismo solía recordar:
Después cuando nació Miguel, me acuerdo... Ya ves. No me acuerdo bien cuando nació Miguel, porque estaba yo trabajando ya. Yo tenía dieciocho años. Yo venía de trabajar de allá arriba, de La Marzola, a trabajar aquí abajo, de La Patita pa’ abajo, que estaban haciendo un tanque. Estaba yo trabajando allí, y tráiba comida pa’ dos veces, comíamos dos veces. Una por la mañana, a las diez o las once, y otra por la tarde. Y echábamos desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, que yo salía con la noche de allá arriba y volvía a entrar con la noche. Y ganaba... ¿Sabes cuánto ganaba? Cuatro pesetas y media. Cuatro pesetas y media en un día, porque como yo todavía no tenía más que dieciocho años... Los que tenían veinticinco ganaban cinco pesetas, un duro. Y yo no. Me quitaban todavía, me quitaban media peseta. Y ese día, cuando llegué yo... Je, je. Cuando llegué yo al trabajo, me acuerdo... Yo no sé si el chico ’bía nacido esa noche, si ’bía nacido el día antes. Y les dije que yo tenía un hermano más, que ya yo tenía un hermano más. Era el último que nació, que éramos nueve ya. Y entonces, había un viejo trabajando allí, que estuvo en Cuba con mi padre y ’bía venido de Cuba junto con mi padre y conocía a mi padre y tal. Dice el viejo, dice: "¡Carajo! Dile a tu padre que se esté quieto ya". Digo: "Eso va usté allá arriba y se lo dice. Da un viaje allá arriba y se lo dice. Porque, si se lo digo yo, es capaz que me da un pescozón".
Sí, su padre había sido inmigrante en tierras cubanas, pero después de nacer mi abuelo, hizo su último viaje y al regreso ya no volvió a marcharse más:
La última vez que fue pa’ Cuba fue cuando yo nací. Y después, ya ves que de mí al segundo que nació atrás de mí me llevaba cuatro años, y padre estuvo en Cuba tres años. Y después vino y al año nació Cirilo. Y después no volvió más pa’ Cuba. Pero cada dos años tenía que prepararle a mi madre el chocolate. Sí, sí.
Era su forma de decir las cosas, porque el pudor era uno de los principales baluartes en que se basaba su comportamiento. Para él muchas cosas estaba prohibido nombrarlas delante de gente y especialmente cuando uno es niño:
Y me acuerdo de cuando nació más que de los otros, Candelaria y Miguel, que nacieron más tarde. Me acuerdo más de él. Cuando Pedro se apuró a nacer, era por la tardecita y mi madre me mandó a buscar la partera. Salí por allí pa’ allá, que era allá... Yo no sé si tú sabes dónde vive Julia Carballa. ¿Tú sabes dónde le dicen Las Abiertas? Fi allá y se lo dije. Y viene por áhi acá la vieja y se pone otras naguas, otro saco, otras lonas y sale volada por allí pa’ acá. Y después, cuando llegué a casa, ya era de noche casi. Y ’bíamos estado sachando papas ese día. Todo el día sachando papas. Y me dice padre, dice: "Vete pa’ arriba, que los muchachos están allá arriba, que fueron a azorar los cuervos". Porque llegábamos, sachábamos las papas y sembraban el millo atrás, y llegaban los cuervos y se lo sacaban todo y se lo comían. Y había que estarlos azorando. Y estaba el día de bruma, embrumado, los días embrumados. Y los muchachos eran los que me seguían a mí, Cirilo, Carmen y Juan. Esos tres eran los que me seguían a mí, que estaban allá arriba. Isabel no fue, porque Isabel era chiquita. No tenía más que dos años más vieja que Pedro. Y después, me voy pa’ arriba y estaban allá arriba haciendo una fogalera, que ya era casi de noche, pa’ espantar los cuervos y pa’ estar allí, hasta que yo fuera a dar con ellos, porque padre los mandaría. Diría: "Vayan pa’ arriba que José va a buscarlos después. Vayan pa’ arriba". Y a Isabel una tía que yo tenía le preparó la cena y la acostó a dormir. Entonces, cuando llegué allá arriba, digo: "¡Ay, mi madre!" Yo tenía un nido de pájaro allí, que lo jallé el día antes, jallé el nido de pájaro de ésos que lo hacen en el suelo. Tenía un nido, y fui y le armé un lazo y trinqué la pájara. Más privado con la pájara. Y luego ¿qué le hice? La solté otra vez. Y luego me dice Carmen, que todavía está áhi viva,... ¡No! Cirilo. Ya se murió. Dice: "¿Pa’ qué quería madre a tía Isabel?" La partera era como una tía nuestra, o una tía de mi madre, y la llamábamos "tía". Digo: "¿Qué sé yo pa’ lo que la quería?" Dice Carmen, dice: "Yo sé pa’ lo que la quería". Dice: "¿Pa’ qué la quería?" Dice: "Es que madre va a tener un niño". Digo: "¡Ay, mi madre! ¡Como te trinquen diciendo eso, te estrallan las narices!". Fíjate tú en ese tiempo.
Todo lo relacionado con este tema del nacimiento era pecado nombrarlo delante de la gente:
-Pero usté tenía catorce años y no se dio cuenta que su madre iba ya a tener un bebé.
-¿Yo lo sabía? Ja. Yo no... No querían que lo supieran los demás.
-¿Y cómo se ocultaba ella que no se le notara esa barrigota? Porque eso se nota, ¿no?
-Sí, hombre. Claro que se nota. Y ella pues, los chicos, como eran menudos... ¡Ah! Y otra vez... Tú sí conocistes a Joselillo, el que vivía por allá, por al lado de donde ustedes viven vivía él. Tiene trece años menos que yo. No, once. Once años tiene menos que yo. No. Mentira, mentira. Siete años tenía yo cuando él nació. Y el otro, Fruto, que es primo de él, que vivía por abajo, que es allá dentro el padre de..., tenía nueve. Y cuando lo bautizaron... Lo bautizó aquí fuera la madre de éstos que están aquí en el lomo. ¿Tú conoces a Vicente, el padre de todos ésos? La madre de ésos, que era hermana de mi suegra, bautizó a ese José. Lo bautizó. Y nosotros fuimos al batiado. El batiado era que lo llevaron a la iglesia y después en la casa comieron allí, como una boda. Eso era un batiado de un chico. Y yo y Fruto, que éramos dos alcagüetas,... Sí. Él tenía dos años mayor que yo, pero parece que era al revés. Parece que yo los tenía, porque yo era más alto que él. Él siempre agurrufado desde chico. Y estaba el abuelo de él, que es el viejo que está áhi, con la chica que yo digo, que era la madre del cura. El viejo ese, cuando vinieron de Icod, de abajo del pueblo, con el chico bautizado y ellos allí, haciendo la comida y al cabo del rato llega el viejo: "¿Cómo está la gente? ¿Qué tal, hombre?" Yo y Fruto estábamos como dos alcagüetas por allí jugando, como dos chicos. Uno de siete años y otro de nueve, mira a ver. Y después, llega pa’ dentro la casa a ver a la parida, como él decía. Dise: "¿Y la parida? ¿Cómo está?" Díceme Fruto, dice: "Escuche lo que dijo abuelo. Escuche". Nos pareció que aquello fue una vergüenza grande, el decir la parida alante de la gente. Je, je, je. Siempre me acuerdo yo de todas esas cosas.
De todas formas, Juana de León Rosquete tuvo diez hijos. En su primer parto nacieron dos. Fue un parto difícil. Mi abuelo me contaba que por aquel tiempo, a poco de casados, sus padres tenían una valiosa vaca suiza en La Marzola, donde vivían. La vaca era el sustento de la familia. Una mañana Juana de León, faltándole mucho tiempo para dar a luz todavía, al ir a dar de comer a los animales, encontró muerta su vaca suiza y se impresionó de tal manera que tuvo un parto prematuro del que nacieron hembra y varón. La hembra nació muerta y el varón apenas sobrevivió cuatro días. Es por esta razón por la que mi abuelo no era realmente el mayor de la cría, como contaba doña Almerinda.
A mi abuelo José le seguían sus hermanos Cirilo, Carmen, Juan, Isabel, Pedro, Candelaria y Miguel. Cirilo era especialmente amañado:
Allá abajo tenía yo a un sobrino y a Cirilo, mi hermano, que se murió, Dios lo perdone, el que me seguía a mí, que aprendieron a hacer cestos, cestitos de ésos y barquitas como ésa y mayores y más chicas y de todo. Y se día él, que tenía un coche, los sábados, llevaba el trabajo de toda la semana, se día pa’ allá pa’ el Sul, pa’ Adeje y por áhi, y Arguayo y Guía y Chío y todo eso y se tráiba el jornal de la semana completo. ¿Y sabes de lo que lo hacían? Allá abajo no había brimbes ni había nada de eso. Buscaban quien subiera a las palmas... ¿Tú sabes los racimos de las palmas, que tienen como una cosa, como un racimo de aquéllos? Con los racimos aquellos hacían las barquitas y los cestitos que daba gusto. Cirilo y el más chico. ¿Cómo lo llamaban?
Sobre todo él recordaba el nacimiento de Pedro:
Yo le llevo catorce años. Catorce años. Me acuerdo que después fui pa’ bajo. Estaba mi tía María sola en la cocina, porque ya había dado la cena a Isabel y la había acostado, que era chiquita, que tenía dos años. Nos puso la cena a nosotros y cenemos nosotros, los cuatro que vinimos de arriba, de azorar los cuervos. Y entonces, padre estaba pa’ bajo, en los otros cuartos de abajo, donde estaban ellos. Estaba mi madre y mi padre y la partera y la otra tía que yo tenía. Estaban allí, esperando que naciera Pedro. Cuando aparece padre pa’ arriba y dice: "Échame la cena áhi". Parece que Pedro estaba medio detenido pa’ nacer y padre tenía un hambre que desde mediodía no ’bía trincado nada. Le echó un plato potaje y le echa gofio y se pone a comer. Cuando estaba a medio comer, fue mi tía Vitoria: "¡José!" Llamando por el hermano, dice: "Deje la comida". Se apuró a nacer Pedro y salió mi padre volado pa’ abajo. Cuando siento a Pedro, cuando Pedro salió al mundo, los gritos y los chillidos: "Guáaa. Y guáaaa". Y llorando así: "Guáaa". Sí, eso es verdad. Eso es así como te estoy diciendo. Y luego me voy pa’ la cocina. Digo: "Ya nació, porque está los guañidos da miedo". Y después, padre acabó de cenar. Al chico lo bañaron y lo arreglaron y le pusieron pañalitos y le pusieron ropita, y lo abrigaron bien. A mi madre la arreglaron y la pusieron en la cama y el chico con ella allí y me llevaron a mí y a mi tía María pa’ verlos. De eso me acuerdo yo.
Y también recordaba el bautizo de Miguel, porque allí estaba ella, su prima Eustaquia, hija del tío Domingos y la tía Angustias, hermana de Fruto, y la que fuera su primer amor, platónico, que en ese caso era la madrina de Miguel, y aquel día, entre ella y las Carballas, lo enseñaron a bailar:
-Pero cuando Miguel... ¿Tú ves ésa que tienes áhi, que era la nieta del viejo que estaba áhi? Ésa. Ésta fue la madrina de Miguel. Lo bautizó. Ésa. Cuando tenía dieciocho años igual que yo... Porque ella tenía nada más que cinco días más vieja que... Digo, yo, cuando ella nació, tenía yo cinco días de nacido. Fíjate. Y estábamos enamorados cuando éramos grandes. Yo no sé cómo no nos casemos nosotros. Dios la perdone. Y fue quien lo bautizó al chico.
Si no le habló de amores a Eustaquia fue porque también su tía Angustias era mujer autoritaria y de muy mal genio y no iba a permitir esos amores entre primos hermanos. Así que abandonó la idea.
Ella vivía allá arriba en Redondo. Donde mismo nació, allí se casó y allí vivió y allí se murió. ¿Tú sabes dónde? Por abajo de la iglesia de Redondo, las casas que están por debajo, un poquito más abajo, coge un camino pa’ fuera, allí. Allí son. Allí es donde vivía. Pero de eso sí me acuerdo, porque, como lo bautizó ella, tenía un hermano, Fruto. Tú no lo conocistes, pero lo has oído nombrar, que es el padre de Silvestre.
-Se ve que era buen amigo suyo, ¿no?
-Sí. El que estaba cuando nació José, y que dijo que qué desvergüenza, que el viejo dijo lo de la parida. Estaba Fruto, que era muy aficionado a tocar el acordeón. Y yo me acuerdo de todo eso.
Eustaquia se casó con Gregorio, hijo del viejo Faustino, de Los Márquez, y ella murió al nacer su hijo don Clemente, el cura, a quien siempre tenía mi abuelo en su recuerdo. En cierta ocasión también me contó que fue a verla a Redondo cuando Eustaquia estaba agonizante y que volvió muy apenado de hallarla en tal estado y maldecía a los que tenían a su cargo el cuidarla, porque ella no se merecía aquello:
-Don Clemente. La madre de don Clemente se murió. La madre. Y don Clemente lo crió la abuela. Y cuando era ya un hombre, después el padre de don Clemente se casó con otra, con Hilaria.
Hilaria también era prima de mi abuelo y de Eustaquia. Era hija de Salvador y María Camila. Salvador había servido de padrino “de obispo” a mi abuelo, y por eso le tenía gran estima. Me contó la última vez que habló conmigo, en mayo de 1999, con toda la plenitud de sus facultades, que su padrino Salvador era mayor que su padre y una de las veces que regresó de Cuba, siendo aún soltero, pasó mucho tiempo, unos dos meses, sin decir ni palabra, ensimismado. Pero su madre, mi tatarabuela María Pérez, estaba con los preparativos de la boda de mi bisabuelo José con Juana de León:
... Yo no sé cómo mi abuelo, que fue el primero que se casó, vino pa’ dentro y se echó la novia aquí adentro por La Patita, que vivían allí, todas las Rosquetes aquellas. Mi abuela era Rosquete y mi madre era de León. Leones. León Rosquete. Y los otros tres hermanos vinieron pa’ dentro. Mi abuelo, que vino, y dos hermanos más. Parece que les consiguió novia, y allá fuera se quedó el viejo Santiago, el más chico de todos. Y allá fuera crió los hijos y en la casa vive todavía la más chica. La más chica es la que vive allí, porque la otra vivía aquí adentro, en Montiel, en la casa del suegro, y cuando enviudó, que se le murió el marido, que era de la quinta mía, entonces se fue con una hija y creo que vive pa’ allá pa’ Santa Cruz. Es más vieja que yo. Angelita.
Pues Salvador, al ver el entusiasmo de su familia y de su madre con motivo de la boda de José, recuperó el habla de repente. Poco después, acudió junto con la familia, y sobre todo con su hermana Victoria, al bautismo de María Camila, que era hija de la vieja Pabla. Victoria, que fuera luego la madrina de bautizo de mi abuelo, era esa vez la madrina de bautizo también de María Camila. En el batiado que celebraron en Redondo, entre bromas le dijo Victoria a Salvador: “Salvador, ten cuidado no vayas a casarte tú con ésta cuando sea grande”. Y así fue. Años más tarde, se casó Salvador con María Camila. Se llevaban muchos años. Tuvieron hijos: Hilaria, Joselillo y María Marciala. Pero María Camila murió joven, dejando al padrino Salvador en una abrumadora soledad que hizo que Salvador regresara a su ensimismamiento y pasó varios años sentado detrás del fuego sin hablar con nadie excepto con su ahijado, mi abuelo, al que le mostraba especial cariño. Hasta que un día su hijo José y su yerno Gregorio, marido de Hilaria, montaron un negocio en la capital y pensaron que sería buena idea llevarse al viejo con ellos para Santa Cruz, para sacarlo de su aislamiento y para que cambiara de aires. Fue tal la impresión que de este cambio tuvo Salvador, que, yendo camino de Santa Cruz, aproximadamente a la altura de San Juan de la Rambla, ya se había recuperado de su mutismo y fue alegando todo el trayecto. Más tarde le comentaron el cambio a mi abuelo y él se dijo a sí mismo: “¡Qué bien! A ver si jallo a qué ir pa’ Santa Cruz y me paso a ver a mi padrino Salvador”. Dicen que echaba sus partidas de dómino en el bar y no había quien le ganara. Hasta que un día llegó mi abuelo a su casa de La Marzola y halló a sus tías Victoria y María con unos sacos negros y les preguntó a qué venía ese luto. Y le contestaron que si él no sabía que había muerto su padrino Salvador. Él se quedó con las maguas por no haber encontrado una excusa para visitarlo.
Fruto era su gran amigo. Incluso ya de mayores, los dos primos se casaron con dos que también eran primas. Fruto se casó primero con Fermina...
Pero después que Fruto se casó, que éramos nosotros... Y ella, mi mujer, y la mujer de Fruto eran primas hermanas. Era más vieja mi mujer que la de Fruto. Y me decía Fruto, me contaba de una prima que tenía la mujer aquí abajo. Digo: "Yo sé quién es". Digo: "Ya se me despistó, porque yo la vi cuando nació el hermano..." Y acosándome, dice: "¡Carajo! Vete, que esa chica allá abajo que es tal y qué sé yo. Y nos casamos allá abajo y que tal y que cual y..." Yo no le hacía caso. Digo: "Yo no sé pa’ dónde diré todavía. Si diré pa’ allá... Pa’ arriba no puedo ir, porque de aquí pa’ arriba no vive nadie". Pero luego, cuando la guerra es cuando yo entré... Digo: "Yo ahora, cuando me licencien, tengo que casarme, porque veo que ya..." Qué sé yo si tenía treinta años. Digo: "¿Qué más voy a aguardar yo?" Y entonces metí mano, le escribí y ella me conocía a mí también así. No ’bíamos hablado nada uno con otro, pero, en vez de decirme que no, me dijo que sí. Pi... Y vine yo pa’ abajo. Pero, amigo, los domingos salía yo de aquí a las diez o las once la noche, y cuando llegaba a La Marzola, ya la gente ya era diendo pa’l monte. Digo: "No. Cuando..." Cinco meses estuve. Namorando. Y yo le dije, digo: "Mira. Vamos a casarnos, porque si no te dejo y busco otra más cerca. Yo no me pego más estas caminadas". Y nos casemos. Y después, a los cincuenta años se murió ella y me quedé solo y no me ha pesado hasta la fecha, gracias a Dios. Porque ojalá todos los que se casen se lleven tan mal con la mujer como me llevé yo.
Sí. Mis abuelos se conocían desde niños. Pero pasaron muchos años antes de que surgiera una relación formal entre ellos:
-¡Sea por Dios! ¿Sabes cuándo yo conocí a Carmen? ¿Tú conoces a Vicente áhi fuera, el viejo que está áhi fuera, que es el padre de todos ellos? Ése lo bautizó mi madre. Y cuando mi madre lo bautizó... ¿Qué edad tenía yo, cristianos? Yo no me acuerdo qué edad tenía yo, en fin es que Isabel, mi hermana, tenía meses nada más. Él es de la quinta del cuarenta, que ésos son los últimos que fueron a la guerra, y yo soy del veintinueve. Del veintinueve al treintinueve van diez. Y del treinta al diecinueve... diez años. Diez años tenía yo cuando nació éste, que vine al batiado. Isabel, mi hermana, pocos meses tenía de nacida. Vino una tía que yo tenía a cuidarla, porque mi madre tuvo que venir a buscar el chico y dir a la iglesia a bautizarlo. Y yo vine también, y esa noche nos pasemos toda la noche áhi fuera, que el viejo, el padre de ése, ’bía venido de Cuba, tenía unas loterías pa’ jugar y nos pasemos toda la noche jugando loterías. Y Carmen, mi mujer, era una chica de diez años igual que yo, y yo no la ’bía visto nunca. Pero en ese tiempo no éramos tipos pa’ namorarnos todavía. Éramos chicos. Pero fue la primera vez que la vi. Y después, ella ese día... Yo no lo supe, pero me hizo ella el cuento después que nos casemos, que era un día que no hacía sol y la madre fue pa’ fuera a arreglar pa’ allí y la dejó aquí, y que fuera después más tarde pa’ fuera. Pero no tenía bata que ponerse y fue y se quitó la que tenía y se puso una vieja y la lavó bien lavada y la tendió y que no se le secaba. Y fue y juntó pinocho pa’ allí y hizo una fogalera de pinocho y la calentó y la calentó y la secó. Y la peste a pinocho que... La peste a jumo de pinocho. Fue con la bata jediendo a pinocho quemado. Je, je, je, je. Todas esas cosas se acuerda uno.
No hay duda de que discutían mis abuelos, como todos los matrimonios, teniendo en cuenta que a veces existe entre los componentes de la pareja una cierta incompatibilidad de caracteres, pero era su forma de quererse también. Una vez, estando mi abuela en el hospital, unos meses antes de morir, llevamos a mi abuelo a visitarla. Al llegar, como hacía mucho que no se veían, vi como se abrazaron, acercaron sus bocas y se dieron un casto beso. Sentí algo dentro de mí, como fueguitos artificiales, y me dije que esas discusiones no eran sino su forma particular de quererse, no todo va a ser arrumacos. Pero se respetaban muchísimo mutuamente:
-No era guapa guapa, pero no era fea. Una mujer como otra cualquiera. ¿Ya no la ves tú en el retrato?
Sí que lo era. De joven era una morena de ojos bonitos y de expresión pícara y de buen porte:
A ella le ’bían hablado más de cuatro, pero ella no...
La gran amiga de ella fue Basilisa Afonso González, hija de Justo “Costal” y Carmen “Caldera”, que además era nieta del nombrado José María el de Castro, y más conocida por Cecilia, la de la venta. Las dos fueron muy trabajadoras, sobre todo Basilisa:
Las pasé, cuando la guerra, porque me casé cuando la guerra. Mi marido se fue a la guerra. Estuvo cinco años en la guerra. Después se enfermó él. Me pasé toda su vida él enfermo. Pos puse la ventita. Después con la ventita me fui remediando y trabajando. Trabajando casi noche y día pa’ poder vivir. Yo lo pasé bien amargo, mi niña. ¡Ay! Quien lo podía contar era tu abuela, paz descanse. Era la íntima amiga que yo tenía. Y ella, la pobre, día al monte colmigo y hacer un jase pinocho y venir a llevarlo a la pesa. Que díamos los domingos a misa. Que díamos a Icod a misa. Y a la Semana Santa y eso siempre díamos juntas. Yo la conocí desde que éramos muchachas de doce años.
Además de las batallas cotidianas, mi abuelo, como muchos abuelos, hablaba de la gran batalla, la Guerra Civil. Era un relato apasionante y era asombroso ver cómo recordaba casi a la perfección todo lo ocurrido durante aquella época. Dicen que las cosas que nos impresionan sobremanera las recordamos más vivamente. Mi abuelo guardaba en su memoria todos aquellos detalles que un día me atreví a preguntar:
-¿Y de la guerra? ¿Qué me cuenta de la guerra?
-¡Ah! ¿La guerra? ¿Qué cuento? Si voy a contar, no acabo en tres días, contando. ¡Ay señor! Cuando la guerra éramos unos cuantos, los de la quinta mía, éramos pocos, pero éramos viejos ya, que solteros habíamos muy pocos, y no embarcaron más que los solteros. Los casados no los embarcaron. Y los que tenían de tres hijos arriba, los que tenían cuatro hijos, ésos no embarcaron tampoco. Y en el cuartel estaba yo en la plaza, en la... ¿Dónde estaba yo? ¿Cómo se llamaba aquello? Frente a la Capitanía. La Plaza de Güéiler aquella, pero más acá estaba yo en el rincón aquel. ¿Cómo le decían a aquello, de Artillería? El Parque de Artillería estaba yo. En el Parque de Artillería, cuando me convidaron pa’ ir a la guerra y cuando yo venía con permiso, que me dieron permiso pa’ venir a despedirme de mi familia, cuando iba pa’ allá, me encuentro uno de aquí, Pepe Alonso. Yo no sé si tú lo conocerías ese Pepe Alonso, que desde qué se murió. Cuando yo me estaba trasbordando en La Orotava de la guagua pa’ la otra, él venía de allá en aquélla y se trasbordó pa’ la otra. Digo: "¿Pa’ dónde vas, Pepe?" Dice: "Pa’ allá". Dice: "A despedirme de mi familia". Y embarcábamos esa noche. Digo: "¿Y te da tiempo ya?" Dice: "¿Tú no fuistes esta mañana?" Digo: "Yo fi ayer. Ayer me dieron permiso y me quedé en casa". Dice: "Mal avale, Dios lo coma al que a mí me... No me pudieron ’ber mandado desde ayer y ahora no sé si me dará tiempo ’e llegar a mi casa pa’ volver pa’ acá". Y día cabriado. Embarcó junto conmigo. Y le dio tiempo, porque entonces embarquemos. Embarquemos al otro día ese montón de viejos ya, amigo. Tres días estuvimos pa’ llegar a Cádiz. Allí atracó el barco y no se apeó ninguno allí de los que íbamos. Alguno que ’bía venido con permiso y iba pa’ allá fue el que se apeó allí, en Cádiz. Los demás seguimos pa’ alantre y fimos a descargar en La Coruña. Con eso le dimos una vuelta a España. Cogimos en La Coruña, allí nos apeemos, allí almorcemos, allí cogimos el tren y salimos toda la noche en tren, y fimos a comer a media noche en una aquélla que hay donde le dicen León. Allí había una cocina pa’ soldados nada más, pa’ los que iban y venían. Siempre tenían comida hecha pa’ los soldados, no viajaban más que soldados. Unos que iban a la guerra, otros que venían. ¡Ay, mi madre! Y allí los dieron un plato ’e comida que parecía un... ¿Cómo decía Angelito Cámara? Cuando la comida no les gustó un día a los soldados y todos repudiando y la botaban y no comían y el capitán que estaba llamó a Angelito Cámara, que parece que era el criado de él, Dice: "Ven acá, Angelito. Prueba tú esto a ver qué te parece esto. Y dicen ésos que esto no sirve". Pega Angelito, je, je, coge un poquito de aquello y pega a probar: "Mñ, Mñ, Mñ". Dice: "Esto estará buena, pero yo lo que digo es que se me parece a..." ¿Cómo dijo, Dios? ¡Ah, Dios mío! Se me olvidan las palabras. Que el teniente se viró pa’ allá y traspuso pa’ allá a reírse pa’ donde no lo vieran riéndose. Dice: "Esto lo que me parece un maloficio". Je, je. Angelito, cuando probó aquello, dice: "Esto malo no está, pero a mí lo que me parece esto eh como un maloficio". Je, je. Y a mí me pareció aquello también, cuando cenemos allí, en León aquella vez, me pareció aquello un maloficio, pero nos lo peguemos, porque no los quedó más remedio. Y las mujeres, las muchachas, ¡uh! Las chicas con los soldados todas "¡Ah! Yo le frego el plato", todas las que estaban allí, en un fregadero que había de unos chorros de agua, fregándonos los platos. "Menos mal que hacen esto". Y luego nos vamos pa’ allá y estuvimos en San Sebastián, que es en el País Vasco, la capital del País Vasco. Allí estuvimos como unos veinte días. Y aquí habíamos, qué sé yo, todos los conocidos míos que habían de Icod allí. Y le... y de aquí de Icod del Alto había uno que era hermano de Ramiro, soltero también, porque todos los que íbamos éramos solteros. Y ’bía estado malo allá, que había unos tres días que no lo vía. Digo: "¿Dónde está José?" José López lo llamaban. Dice: "Está abajo en la enfermería. Está malo. Está jodido". ¡Una gripe! Y después lo cogieron así mismo, cuando nos llevaron pa’ Teruel, y lo vi en el camino. ¡Ah! Cuando pasemos por Zaragoza, en un pueblo nos dieron otro maloficio nos dieron allí, que estaba lloviendo. Estaba lloviendo y nos apeemos por aquí por este lao y íbamos por allí pa’ alantre y había unos allí: "Vuelvan pa’ atrás y cojan por otro lado, que aquí hay un depósito, que ya se han dío dos aquí dentro". Un depósito de agua, que escurría el agua pa’ allí. Y aquello era una tierra firme y fimos por allá y los dieron un plato de maloficio y nos lo peguemos y las tripas se calentaron. Y entonces, al otro día, ya con el día, ya estábamos en Teruel. Nos apeamos allí pa’ ver aquello todo, donde paró el tren. ¡Ah! Acá en Zaragoza dice: "Ya se han ido dos áhi dentro del tanque ese". Y entonces me voy mirando por allí, caminando y mirando. Y en un vagón de los de atrás, donde yo venía no, sino más atrás, que venían varios vagones, me veo una ropa colgada por fuera del vagón. Unos pantalones y una guerrera mojados todos, colgados. Y por la ventanilla del vagón me veo a José, José López, el hermano de Ramiro, con las narices somadas allí. Digo: "¡Adiós!" Digo: "¿A ti te tocó?" Dice: "No me digas nada, coño, que estoy vivo yo esta noche, estoy vivo de milagro. Después de estar malo como he estado allá, y me fi dentro de allí, que si no me sacan enseguidas, me ajogo". Era uno de los dos que se habían cáido era él. ¡Yoh! Fíjate si hay gente... Y después seguimos pa’ alantre. En el tiempo que lleguemos allí, a Teruel, fue mucho antes de los días de Pascua. Me acuerdo que pasemos los días de Pascua allí en Teruel, y la Nochebuena, en unos pueblos jediondos que habían mucho pa’ atrás del frente. El frente estaba más alantre. Y luego allí los llevaban pa’ el frente. Estábamos en el frente un par de semanas, luego nos volvían a llevar pa’ otros pueblos, y así pasaban chascos. ¡Ah! Si voy a contar todos los chascos que pasaban, amigo. Pegaba a nevar y se nos llenaban las trincheras de nieve. Teníamos que estar paliando nieve con una pala, porque, si caminábamos por arriba de la nieve, nos vían de allá los condenados esos que estaban en las otras trincheras. Y otros con el fuego encendido dentro la choza. Y no podíamos entrar más de cinco minutos pa’ ir a calentarnos los pies y las manos pa’ volver después a paliar nieve y echando nieve pa’ fuera pa’ poder caminar por dentro la trinchera. Y la cocina pa’ cocinar la teníamos abajo, como decir aquí La Joya de don Venacio abajo. Y una loma y aquí estábamos en la loma, donde víamos la otra loma de allá, donde estaban los rojos. Y díamos a buscar la comida o díamos a comer a veces. El desayuno lo íbamos a traer en unas cantimploras que teníamos, tráibamos el desayuno. Cada día día uno y esa vez me tocó a mí de dir a traer el desayuno y ’bía nevado esa noche y estaba todo blanco de nieve. Cuando yo, por allí pa’ alantre, más que de aquí a tu casa, tenía que ir por aquel descampado pa’ alantre y los rojos de allá mirando, y cada rato sentía allá la matralladora: "¡Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-tat!" Y vía las balas caendo al lado ’e mí. Me tiraba al suelo, estirado arriba ’e la nieve. Estaba un rato. Me volvía a levantar, volvía a salir caminando y sentía otra vez: "¡Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta y tat!" "¡¡Ay, mi madre!! Hoy no escapo. Me matan". De milagro no me cogió una bala ese día. Y llegué donde estaban los otros. El maloficio se enfrió, que tuvimos que hacer fuego en la choza pa’ calentarlo pa’ poderlo beber. Después acá no llamábamos el desayuno más que el maloficio. ¡Ay, Dios delantre! Y cuando díamos una vez caminando,... Estuvimos tres días caminando pa’ llegar a las trincheras. Pasemos por un pueblo. Nos quedamos en un pueblo, en una casa grande que había. Allá hay cada casa, en las entradas ’e los pueblos, que parecen iglesias, grandes. Aquello los querían pa’ poner paja, porque se vían los llanos, como de aquí al horizonte, y sembrados de trigo, porque sembraban trigo, y luego mucha paja mucha paja. Y llenaron esos pajeros de paja y estaban vacíos, porque ya había tres años que no lo sembraban, o dos años. Y entonces allí todas las noches se quedaba gente, unos que iban, otros que venían. Todos. Siempre se quedaba gente allí. Y cuando nos quedamos nosotros allí, en aquel caserón y estaba la paja menuda en el suelo, y se vía una cosa meniándose meniándose, como tamo. Y pegamos a escarbar y a ver y eran piojos. Piojos que caminaban todos juntos con el tamo. Y allí teníamos que acostarnos. Y allí, como tan estropiados y tan soñalentos veníamos, áhi picaban los piojos hasta que se los llevaba la trampa. Y salíamos por la mañana y no nos notábamos que teníamos piojos. Llenos de piojos. Y ese día caminemos un monte que daba miedo. Y nos fimos a quedar a otro lado de la loma, donde había un pueblito en una ladera. Estaba como una ladera grande, y el pueblito estaba en aquella ladera. Y allí no había gente ninguna de paisano, sino todo era soldados, soldados, montones de soldados. Y nosotros preguntamos a unos hombres que habían allí. Digo: "Pero me cago en el mundo". Digo: "Donde tanta tierra pareja hay por í allá, que se ve hasta el horizonte, que parece que está unido con la tierra, ¿y vinieron a hacer el pueblo aquí, en la loma, donde a uno le cuesta pa’..., que ni calles hay tampoco?" Dice: "Hombre, no podemos hacer el pueblo en los llanos por las riadas. Cuando llueve mucho, se vuelve eso un tanque y nos ahogamos todos. ¿Y pa’ dónde vamos? Si subimos pa’ la loma, pues claro que nos..." Dice: "Y aquí estamos gozando, porque, cuando vemos lloviendo, aquí no nos hundimos. Y cuando se aclara, cogemos la carretera y guardamos cosas". Guardaban las cosas. La leña pa’ el invierno la guardaban desde noviembre hasta último de marzo. La leña dentro la casa, porque durante ese tiempo no se podía dir a buscar un fisco de leña ni de pinocho, ni de... Nada. Y tenían las parideras, como decían allí, los corrales de las ovejas le decían parideras. Y a veces,… qué sé yo. ¡Ah, qué desgracia, carajo! Y ese día por la mañana salimos pa’ arriba pa’ la loma y cogimos la loma y por áhi pa’ arriba llegamos a las trincheras, donde estaban los moros. ¡Moros! Gente de África había allí. Y como los africanos son tan asquerosos, no comían más que carne viva. Porque venían pa’ bajo, mataban los corderos, los llevaban, mataban ovejas, las llevaban pa’ arriba y luego, esas mismas pellejas las tenían estiradas en los cuartos pa’ acostarse. La peste daba miedo. Y nosotros allí. Yo me quedé solo en un cuarto allí. Esa noche dije que no amanecía. Na’ más que con el capote y la manta. Luego ya la otra noche que fuimos arreglando la cosa, al otro día ya nos quedábamos dos juntos o tres con los dos capotes o tres capotes y tres mantas arriba ya. Ya podíamos dormir aunque sea. Y allí estuvimos hasta que acabó la guerra que aparecieron de allá, una cosa extraña, los ranchos de gente de allá pa’ acá, por aquella joya. Nosotros les dábamos tiros y ellos: "Que no, no, no. Que nos estuviéramos quietos, que no diéramos tiros". Digo: "A que se rindieron ésos". ¡Ay, señor! Aquello venían muertos de hambre. Nosotros nos extrañábamos de nosotros, pero aquello venían viejos, de media edad, jóvenes, chicos menudos, todos todos todos. Ni ropa de soldados, vestir como soldados. Nada. Como quiera. Y tráiban una banderita blanca anunciando la paz. Y enseguidas los recogieron, y nosotros les tirábamos un pedazo pan o un medio pan. ¡Uh! Se tiraban como si fueran... Muertos de hambre venían. Y nosotros seguimos caminando esa noche. Seguimos hasta la una de la madrugada caminando. Caminando. Habíamos dos, yo y otros dos, uno de áhi de por allá de Santa Cruz, de Güímar era, y otro de La Palma, que dormíamos juntos siempre. Estábamos en la misma escuadra o en el mismo pelotón, y a cada rato veníamos llamando uno por otro a ver si nos perdíamos: "León". "¿Qué quieres?" "¡Ah! ¿Dónde vamos?" "Por aquí vamos. Todavía no nos hemos perdido". Yo llamaba por el otro. No me acuerdo los nombres de ellos, cómo eran los apellidos. Y hasta que lleguemos a un sitio. Era la una de la madrugada ya. Fíjate si caminemos. Y dice el teniente, dice: "Aquí debajo, ya esto lleguemos al fin de lo parejo. Esto es una ladera. Y aquí debajo dice que hay un pueblo. En ese pueblo no se sabe si hay rojos o no hay rojos. Vamos a quedarnos aquí hasta que aclare el día, pa’ luego bajar pa’ bajo". ¿Y dónde nos quedábamos? Pegaron todos a mirar. Nos estiramos en el suelo. Yo y esos dos que yo digo, los tres juntos con los tres aquéllos por encima y agarruchados uno cuentre de otro. Y nos dejamos dormir, y dormíamos con la calor de uno y otro y las mantas aquellas dormíamos. En esto, cuando nos espertamos por’ la mañana, que la manta está pa’ allá, la punta de la manta. Vamos a jalar y no podíamos. Digo: "¿Qué rayo es esto, cristianos?" Nos poníamos a meniar, a levantarnos y no podíamos. Parece que nos echaron arriba un peso. ¿Y qué era? Que estábamos tapados de nieve que no se sabía ni dónde estábamos, más que un piloto de nieve aquí y otro más allí. Los que se acostaban en el suelo acostados juntos, lucía aquello más alto. Y un jumito saliendo con la calor de ellos. Después que aclaró el día. Y entonces bajemos pa’ bajo. Pegamos a bajar por allí pa’ bajo y no víamos pueblo ninguno. “Aquí no hay pueblo ninguno". Dice: "Sí hay. Vamos pa’ bajo, que ya lo verán". Pegamos a mirar pa’ bajo porque no lo víamos, porque estaba todo tapado nieve, tejados y todo lo que había de ramos y todo estaba la nieve pegada. Pegamos a bajar frente a las casas, que víamos las paredes y las calles. Digo: "Verdad que esto es un pueblo".
-Todo blanquito, ¿no?
-Blanco no. Negro como cuerno. Pero se vían que eran paredes y con puertas. Y calles por áhi alante. Digo: "Verdad que es un pueblo". Y entonces donde encontramos abiertas las puertas, pegamos a entrar en casas. En la casa que entremos nosotros y una jalada de ellos pegamos a encontrar la cocina. Allí no había gente que no fueran soldados, no había gente. Los pobres de allí yo no sé qué fin cogerían. Encontraron pa’ allá en una choza, en una casita, un viejo, un viejo muerto, así, igual que yo hoy, un viejo. Y lo sacaron en una camilla de las camillas que llevábamos nosotros. Sacaron aquel viejo y lo llevaron pa’ allá más lejos, que quedaba el cementerio, y lo pusieron pa’ allí pa’ que lo enterraran. Y nosotros encontramos un saco con papas, encontramos de todo allí. No había nadien allí. Las casas sin haber un bicho y las cocinas, los cuartos de dormir, todo todo. Y nosotros pegamos... Digo: "Ahora bajas un montón de leña allí que tenían pa’ cocinar". Digo: "Ahora los calderos". Todo todo todo, todo el servicio. Pegamos todos: "Vamos a hacer un potaje o a guisar papas o lo que sea". Y luego pegamos a buscar aceite y es lo que no pudimos encontrar, aceite ni nada. ¿Qué fue, cristianos, que le echemos al potaje? ¡Sal! Sal es lo que no encontremos. Un saco con amoniaco es lo que encontremos. Y va uno de aquéllos, dice: "Échale un puñado amoniaco, que eso es sal". Y le manda amoniaco a aquello. Y a medio de estar aquello ardiendo y jerviendo aquello, papas y todo que jallemos que echarle allí, pegan a dar la voz de marcharnos, de salir de allí. Y aquello quedó allí. Y lo que hicimos fue... naranjas que había, muchas. Llenamos los bolsos de naranjas. Veníamos comiendo naranjas por í abajo por í abajo por í abajo, caminando pa’ bajo. Y el monte que había era todo un monte, pero era romero todo. Como decir aquí brezos y jayas, allí era romero nada más. Y los fusiles y los cañones y todo lo que tenían pa’ tirar, todo estaba tirado por los lados, por los lados tirado, que lo tiraron los soldados, los rojos que se fueron aquello lo dejaron tirado. Luego más abajo, lleguemos más abajo donde había una fuente y unos terreros, unos llanos y una fuente allí y un camino pa’ allí y otro pa’ allí y otro pa’ allá y nosotros cogimos por aquel camino. ¡Ah! Tráiban unos dos o tres, que les pasó lo mismo que a los vivientes de los pueblos allí, que se fueron de los pueblos juyendo los pobres y volvían con las bestias, los burritos que tenían, cargaditos cargaditos con todo lo que pudieron se lo llevaron y volvían a ver si encontraban la casa. Nosotros seguimos caminando y caminando y antes de llegar a un pueblo que había, que lleguemos a un pueblo. Era por tierra llana era aquello. Un pueblo grande y ya parece que aquella gente ’bían aprendido ese cantar que nosotros teníamos, que cantábamos nosotros y aquella gente lo ’bía aprendido y enseguidas nos recibieron cantando aquel cantar. Todos una voz. ¿Cómo era, Dios? Yo lo sabía, pero... ¡Ah! Todo se me ha olvidado. Y allí entonces los dejaron donde cocinar y el cocinero nuestro que iba, que finó y hizo una cosita un poco mejor que no sé cómo dije yo antes. ¡Ah! Un poquito mejor que un maloficio era. Y por la mañana nos dieron el café. Hicimos el café. Nosotros mismos hicimos el café afuera en unos cazos y nos dieron el pan pa’ el día. Y allí, salimos de allí pa’ bajo siempre, derecho pa’ bajo, todo el día caminando, todo el día caminando, caminando, caminando. Y donde encontrábamos narajas acabamos de llenar los bolsos pa’ comer narajas. Y ese día ya nos echamos fuera de Teruel. Llegamos a Valencia. El pueblo donde lleguemos esa tarde era de Valencia. Aquel pueblo sí era grande, y hermoso pueblo, y jeringado, porque lo tenían esguazado. La iglesia era una plaza que daba gusto, una plaza grande. Y la iglesia era una iglesia, qué sé yo, grande como Redondo y no tenía puerta. La habían quemado. Donde quiá que tenía una ventana por los lados ajumado, donde tenía los santos adentro, los nichos, ajumado, que lo ’bían quemado. Y allí dentro tenían los montones de naranjas que ’bían tráido de Valencia pa’ vender, y el comercio que tenían allí daba miedo, dentro la iglesia. Fíjate tú. Allí es donde yo digo que me encontré más estropiado, amigo. Yo llevaba más de veinte kilos llevaba yo dentro del morral que yo llevaba atrás. Y con yo no sé cuántas balas, cuántos cartuchos de balas llevaba. Y el otro llevaba el fusil y el otro llevaba otro cajón de balas. Era un buen pelotón, y así era la compañía. Y por allá otro pelotón y por allí otro y otro, y así era la compañía. Cada pelotón tenía un cabo y unos quince soldados, y yo era uno de ellos. Y a mí me tocó la cajita así y cambadita así, pa’ ajustar en la espalda y caminando todo el día. Y nos quedamos esa noche en una casa, amigo. Vale más que no. Los acostemos en esa casa, en una casa de tablado, y nos abriguemos con las mantas que teníamos y allí, si no nos llaman por la mañana, allí ’bíamos estado tres días. Y allí estuvimos hasta que nos licenciaron. Allí estuvimos dos meses. Dos meses, fíjate. La iglesia metieron mano, y la arreglaron los del gobierno este, los de nosotros, y ya el segundo día de estar allí dijeron la misa, el cura, afuera, en unas grandes mesas que tenían. Sobre de allí hicieron el altar. El cura se subió allí y allí dijo la misa, echó el sermón, y después ya, el domingo siguiente ya la iglesia la tenían arreglada por dentro, las puertas puestas y bendecida, y el cura dijo la misa en la iglesia. Y después la siguieron diciendo allí hasta que nos licenciaron, que estuvimos como dos meses allí. Pero aquello... ¡Ay, Señor! ¡Ay, Señor! Y yo, cuando fimos de aquí allá donde yo te digo que vi a José, que se ’bía cáido dentro del pozo. En aquel pueblo los quedamos dos noches, en el pueblo aquel, y nosotros de aquí llevamos una maletita cada uno, pa’ llevar cositas, porque un mierda de un chorizo de ésos de un aquello no era nada pa’ llevar algo, la ropita o algo. Y yo llevé la maleta que llevé. Y todos todos iguales. Y ya, allá donde yo dije que llegamos al País Vasco, a San Sebastián, allí nos dieron el capote. La manta la llevemos de aquí, de Tenerife, y el correaje lo llevamos de aquí también. Todo, todo, todo. Cargados como burros. Y después, áhi donde yo digo, que José siguió pa’ allá. José no se quedó allí, José siguió en el ése que yo digo. Y entonces allí nos quedamos dos noches y después... Deja ver si me acuerdo de lo que hicimos allí. ¡Ah! Allí nos entregó, el fulano que nos llevó, como quien lleva un rancho de cabras, y viene otro de allá y se las entregó, le dio las cabras aquellas a aquel hombre y él se quedó allí, así hizo aquél con nosotros. Era un cabrón de un hombre, que aquello ’bía estado en el frente más cagado y más lleno de tie... Era el capitán, pero aquello era más malo que la madre que lo parió. Cuando echamos a caminar por una pista de tierra, a dir de aquí a un pueblo, como de aquí a La Guancha o más lejos, caminando, y... Bueno, llegamos al pueblo, donde teníamos que llegar, y allí nos estanquemos. Allí lleguemos, allí estuvimos más de un mes. Era cerquita. Un pueblo asqueroso, pero bueno, allí estábamos, y, menos mal, una casa. Nos repartieron en casas allí, porque allí había poca gente. Salía uno por los lomos, por allí, por las laderas aquellas y por los lomos y encontrábamos donde mataron a cuatro o cinco y luego le echaban tierra, le echaban tierra y los víamos ya los esqueletos, la carne comida ya, nada más que huesos, las caravelas. Entonces, en lo que estábamos allí, cogieron unos cuantos a cubrir bajas, que había como decir... qué sé yo. Aquí no se puede hacer la comparancia. Más lejos era, pero vamos a ver. Había un pueblo pa’ abajo, donde estábamos nosotros, y más arriba había otro pueblo, más arriba, más arriba, donde estaban las trincheras y estaban allí. Había que ir a cubrir bajas y nos llevaron a cubrir bajas unos cuantos. Unos cuantos, pues qué sé yo, de cien que habíamos, llevarían veinte o treinta o cuarenta a cubrir bajas. Y áhi nos separamos unos de otros. Áhi me separé yo de José allá abajo y no lo vi más. De otros más conocidos y más amigos. Uno de Tacoronte, Dios le dé salud, si es vivo, que era el que yo le escribía las cartas a la novia porque él no sabía escribir. Ese mismo José le escribía yo las cartas a la novia, que es de Santa Bárbara. Y después me acuerdo que la Nochebuena la gocemos en ese pueblo, las trincheras pasaban por allí mismo y estaban un molino de agua, en un río que bajaba por allí, bajaba un río. Y las chozas estaban en las aquéllas del río, pa’ losotros dormir y a mí me dejaron la primer noche, me llevaron pa’ atrás pa’ una ladera donde ’bían matado ni sé cuántos y la chabola estaba al canto afuera de la ladera. Y allí se quedaban tres fulanos y me dejaron con aquellos tres fulanos allí solo esa noche. No vía a los compañeros míos. Nadien. Esa noche es la noche más triste que yo he pasado en toda mi vida la pasé allí. Digo: "¡Ah! Esto es desgracia, carajo". El frío me comía. Dos veces a hacer guardia en un bujero allí, mirando por un bujero, mirando. Me decían los tíos que estaban allí, dice: "Si usté ve venir abajo una cosa que ve fijo que es una persona, le da un tiro de aquí".
-¿Y llegaste a alcanzar alguno?
-¿Eh?
-¿Llegaste a alcanzar a alguno? ¿Que si alguna vez le disparaste a alguno?
-¡Qué sé yo! Y abajo había uno muerto, que lo ’bían matado. Y por el día aquellos desgraciados no hacían más que apuntando y le deshicieron la cabeza a tiros, "aprendiendo a tirar", dice. ¡Ay, Señor! Y gracias que los otros compañeros preguntaron por mí, los otros muchachos de las maletas, que la ropa... y le dijeron dónde estábamos y se lo dijeron al teniente. Y entonces me trajeron pa’ dentro, me quitaron de allí y allí no me quedé más. Y me llevaron pa’ donde yo digo, pa’ el molino, pa’ las casitas esas del molino, allí cruzábamos del lado de allá del río. Y del lado de acá cortaron unos aquéllos fuertes. Y entonces allí caímos en la cama en las casitas aquellas que tenía la gente pa’ moler gofio... Aquello podían moler el trigo pa’ hacer pan, porque allí no conocen gofio. El molino que molía con agua allí, aquello lo eschamizaron todo, pa’ hacer qué sé yo, tapar cosas y hacer cosas allí. Y había unos gigantes por la parte allá y otros gigantes por aquí. Todo aquello por allí pa’ arriba estaba el río así y tumbaron un gigante pa’ allá, otro pa’ acá, uno pa’ allá, otro pa’ acá. Y luego le quitaron las... Vale que el río llevaba poquita agua y por sobre los gigantes aquellos cruzábamos de un lado a otro del río. ¡Ay, mi madre! Allí me dio a mí una clase de catarro y una tos, que de noche yo no pernunciaba, sino tosiando y tosiando. Y las risas de un sargento que estaba allí: "¡Ay! ¡Ay, canario, que te vas a morir, canario!" Digo: "Cállese la lengua que usté se morirá primero. No se sabe quién se morirá primero". Allí me acuerdo que nos dieron el regalo de Nochebuena. Allí nos pasemos la Nochebuena. Nos vino un regalo de Asturias. No me acuerdo qué cosa era lo que me dieron a mí. Una libra de chocolate y yo no sé qué cosas más. Unas cositas nos dieron allí. Que allí estuvimos quince días. A los quince días, dentro del pueblito que había más abajo, que le decían... ¿Cómo llamaban al pueblito, cristianos? Aquello de arriba, había por fuera una ladera, unas chozas que hicieron, unas chozas grandes. Le decían chozas allí, pero eso eran como casas de aquí. Pa’ descansar y allí nos pusieron a descansar a nosotros. Lo más que haiga hecho en toda mi vida, descansar, que ni levantar un fisco de piedra de un lado pa’ otro, sino descansando allí los ocho días. Digo: "¿Esto? Estamos cansados". Y allí nos daban la comida y estábamos viviendo nosotros, los que salimos de abajo, del batallón donde estábamos. Cuando viénese por allí un fulano, dice: "Oigan". Dice: "¿Hay alguno por ahí que tenga alguna maleta o alguna cosa que no sea de militar y quiera mandarla pa’ la representación del batallón?" Porque había una clase de cosa que le decían la representación del batallón, que tenían unos camiones o yo no sé pa’ las cosas del batallón, llevarlas de un lado pa’ el otro. Si el batallón estaba en el frente, aquello lo ponían pa’ bajo y si el batallón lo mudaban pa’ otro lado, aquello lo llevaban con el batallón. Cosas de la gente del batallón. Dice: "Y quieran mandar algo pa’ el batallón, le ponen el nombre y lo mandan". ¡Jesús! Yo me privé. Y los otros dos, el palmero, y el otro, dice: "¡Ay, León! Ponle los nombres". Cogimos una tarjeta, ellos mismos buscaron la tarjeta, buscaron un pegamento, lo pegaron bien, le puse el nombre mío... El nombre mío le puse a aquello: "José González León". Y lo mandé, o fi y lo llevé al camión. Digo: "Mire. Esto. Esto es mío. Esta maleta". La colocaron allí. Aquello día de cosas, de maletas y de sacos y de cosas, de cosas, cajoncitos y cosas que no podían los soldados llevar, como yo, y los llevaban pa’ donde sabían que fue el batallón se iban ellos con aquello. Y le decían la representación del batallón. Bueno. Y esto fue en el mes de junio. ¡No! Esto fue más antes, hombre, esto fue más antes. Esto fue en el mes de la Pascua. ¿No digo yo que yo allí me pasé la Nochegüena? Allí golvimoh pa’ atráh.
Y allí iba José Valerio con su eterna maleta viajando por las humaredas de pólvora cuando toda España ardía en una guerra civil. No sé cómo su alma pudo soportar tanto odio. Su eterna maleta siempre acompañándolo. Ese día le pregunté si después de la guerra había conseguido recuperar su maleta del camión de la representación del batallón. Y cuál no sería mi sorpresa cuando me respondió que sí: “¿Cómo no? Pa’ áhi pa’ dentro está todavía. Ven pa’ que tú la veas”. Se me puso toda la piel de gallina al contemplar una reliquia semejante. Era su maleta, efectivamente de madera, ya medio apolillada y sin asa. Y la abrió. Dentro había una llave oxidada que servía para cerrarla, pero él ya no la cerraba. Únicamente guardaba dentro de ella una cartera de color verde militar. La abrió y me enseño su “carta de libertad”, su carnet de licenciado del ejército español. Aquel documento algún valor tenía que tener para conservarlo así. Era su ruptura con el odio al prójimo porque desde ese entonces sólo se dedicó a hacer el bien, quedando más que compensada su participación en aquella batalla. Si llegó a matar en la guerra ya no lo sabremos nunca, nunca lo comentó para no hacer sufrir a nadie. De todas formas ese secreto le pertenece y yo no soy quien para juzgarlo. En todo caso, imagino lo duro que debió ser para él aceptar órdenes de matar a sus semejantes...
El texto original, de cuya existencia hasta ahora sólo yo conocía, incorporaba aún un párrafo más y tenía pretensiones de continuar con la historia, habida cuenta de la gran cantidad de materiales sonoros que en su día recopilé, pero ahí quedó truncado por los avatares del destino. Algún día quizás me pique el gusanillo de acabarlo como tenía planteado desde el mismo 12 de junio de 1999, noche previa a las elecciones municipales, noche triste en que, estando en la cripta velando su recuerdo y pensando en este proyecto, sonaron unos voladores de la víspera de San Antonio de Padua e imaginé, mientras las lágrimas surcaban mi rostro, un final que decía con sus propias palabras: "¿Qué rayo de voladores son esos, cristianos?"
22/10/2007 20:03. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
12/09/2007
Pónganse a currar, ¿no?
Félix y Manolo, ¿qué? ¿Les gusta la musiquita de Robbie Williams o les pongo otra vez el Arabesco de Debussy?
¡Hala! Ahí los tienes embobados, leyendo artículos viejos para engrosarme el contador de visitas... ¡Hay que joderse! Los periodistas ya no trabajan sino que copian literalmente lo que llaman "noticias" (atrasadas, por supuesto) de este blog.
Gracias por lo de "blog apasionante". Me gusta el piropo, me lo llevaré puesto. La intención de este blog no es ésa de apasionar. Esto no es más que un hobby que me inventé hace dos años y medio para pasar en rato entre biberón y biberón y mira dónde ha llegado. Me ha traído alguna sorpresa poco grata pero en compensación muchísimas muy muy agradables, sobre todo por la gente que he conocido a través de este tema. Es increíble que pensar en voz alta dé tantísimos y tan buenos frutos. Menos mal que la mayor parte de las cosas las pienso en voz baja...
12/09/2007 00:16. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
03/09/2007
¡Menuda locura!
Llego a casa, me pongo a mirar la prensa y me sorprendo al ver que aparece en portada de El Digital de Canarias una nota sobre mí y ese inframundo con el que suelen relacionarme. Lo que me sorprende es que se diga que Cheo es mi "archienemigo" y por ello solicito que se corrija el término, porque para nada, ¿eh? ¿En qué se basaron para decir esto? Si estuvo presente cuando me doctoré, luego le leí el pregón en las Fiestas del Cristo de 2002, del cual me siento muy orgullosa, y desfilé a su derecha en la procesión del pendón de ese mismo año, cosa que para una persona humilde como yo, fue un gran honor. Luego me dedicó una página completa en una Pelicar, cosa difícil cuando se está en plena precampaña, aunque sacarlo sin mi visto bueno echara por tierra mis posibilidades de acceder al Premio Extraordinario de Doctorado...
Pero no le guardo ninguna inquina, si es que la de la puñalada trapera fui yo, que le pagué el favor de que me sacara del anonimato figurando en los primeros puestos de la plancha de Coalición Canaria. Soy una vengativa y una desagradecida y ahora la libertad de ir donde me sale de las narices y hacer lo que me sale de allí donde la espalda cambia de nombre me han pasado factura. Cargar con la cruz de gobernar en un ayuntamiento endeudado me está bien empleado por totufa.
Estos periodistas, ya son ganas de buscar ruidos. Después de casi tres años con esta página en la red, ahora parecen encontrar relación de lo que se ha dicho en esta página con el caso denunciado por la fiscalía, cuando el único comentario sobre el tema que he hecho es justamente el anterior a éste. Lo demás ha sido pura observación del acontecer diario a propósito de Icod de los Vinos. Otra cosa es que quieran relacionarlo todo y meterme a mí en el potaje.
Pero sin embargo nunca en todos estos años esta página tuvo más visitas que hoy, por más que tú, Javier, digas que ese engrosamiento en el contador de visitas sea fruto de un fenómeno automático. Tal vez alguien busca la forma de embrollarme en algo escudriñándola. Me da lo mismo. No le debo nada a nadie ni nadie me debe nada. Por fortuna para muchos, incluso para mí, padezco una feliz amnesia.
Ah. Bueno, sí. Ahora recuerdo que está a punto de vencérseme el recibo de la basura. A ver si no se me pasa la fecha porque si no voy a tener que pagar recargos.
03/09/2007 19:28. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 4 comentarios.
20/08/2007
"Santa Bárbara: Eran otras personas, otras costumbres" (por Camy Domínguez)
Ha sido para mí un verdadero placer pronunciar esta "conferencia" ante los vecinos de mi barrio. Gracias a todos por haber estado allí.
A papá y a los que ya no están. A quienes tanto amaron a estas tradiciciones
Santa Bárbara: Eran otras personas, otras costumbres
Dignísimas Autoridades Militares aquí presentes, Excelentísimo Señor Alcalde, señoras y señores miembros de la comisión de fiestas, vecinas y vecinos de Santa Bárbara, amigos todos,
buenas tardes.
Hace tan sólo cinco días que el compañero Tini, tal vez persona más idónea que yo para estar sentado hoy aquí, por su conocida vinculación con el Regimiento de Artillería, me propuso presentarme ante este más que cordial auditorio para dar una… llamémosla “conferencia”.
Además de no saber decirle que no a un amigo tan especial, con quien he compartido años de servicio a este pueblo, él sabe que me pierdo por temas entrañables como éstos, así que le contesté lo que él esperaba que dijera… “esto no se hace, compañero”.
Ya sabes, Tinito, me debes una.
Y aquí me tienen, ante ustedes, como vecina y representante de este barrio de Santa Bárbara. Sobre todo como vecina, porque dentro de uno mismo, que siempre se reconoce como esa persona sencilla y humilde, lo de representar a tanta gente y tan especial es una gran responsabilidad que a veces puede producir vértigo, llegando al extremo de provocar una desbandada interior,… pero, por supuesto, un inmenso orgullo como no se lo pueden imaginar.
Preparar una conferencia en tan poco tiempo es un asunto un poco complicado y abrumador, porque no sabe uno qué dice ni por dónde empieza, y si podré estar a la altura, pues el compañero pretendía que yo les hablara a las gentes de Santa Bárbara sobre cosas mías y de este barrio en el que nací y en el que sigo viviendo, aunque ya hoy no sea lo habitual vivir donde uno nace. Lógicamente todos no tenemos la suerte vivir al lado de un hospital, ni yo tampoco la tuve. Pero sucede que a mí me trajeron al mundo en la casa de al lado, la de mis padres, entre mi madre y doña Patrocinia, la suegra de Marcos el del Sanguiñal, que era partera ella y vivía en donde empieza el camino a Castro.
Era por las levantas de viña, un lunes de carnaval, y ni siquiera papá estaba en casa para recibirme, pues por esos días trabajaba en la playa de San Marcos. Así que, cuando regresó a casa a las seis de la tarde, ya hacía unas cuantas horas que yo lo estaba esperando, con mi madre exhausta a mi lado, para que nos hiciera de zorrocloco.
Esa mañana mi madre, badana en ristre, iba a echar una mano a mis abuelos en la viña, cuando se sintió un zangoloteo en la barriga y, abuela María, siempre con esas piernas ligeras que muchos de ustedes le conocen, salió volada a buscar a la partera que, dejando sus quehaceres, vino por el barranco de Castro para abajo hasta La Tabona; en esos momentos todo era menos importante que yo. Y allí estuvo esa mujer, doña Patrocinia, para echarle valor al asunto. Creo que algún día este barrio debería rendir un merecido homenaje, aunque sea a título póstumo, a esa buena mujer y a otras que, como ella o como doña Benita la de la Rolona, su antecesora, dieron a luz, por así decirlo, a tantos hijos ajenos, con todo el riesgo que eso conlleva.
Aquellos que me conocen saben que soy hija, nieta y bisnieta de Los Venteritos. Y a muchos les hará gracia el apodo y hasta lo usaran entre risitas, pensándolo ofensivo. Pero en absoluto lo es. Para los que conocemos el origen de este sobrenombre, nos llena de orgullo saber que mis bisabuelos José Rodríguez y María Socas, hermana ella de don Gregorio Socas el partidor, fueron los primeros vecinos del barrio en poner una venta, de las que ya no quedan, aunque ésta todavía sigue ahí, encariñada con la familia: Hasta hace poco fue regentada por tía Mercedes, la menor de los diez hijos que tuvieron mis bisabuelos, y ahora por su hija Celita, la única hembra.
Después vendrían otras ventas en el barrio, como la de Felipe Miranda, en casa de Mela, allá abajo en las vistas de Icod, que estuvo abierta hasta hace relativamente poco tiempo. Hubo una época en que los chicos del barrio, cuando venían desgalitados de traer el agua de los chorros del Calvario, se paraban allí a comprar una perra de pastillas. Pero era tanta la necesidad y la picaresca que hacían pasar una perra inglesa por una española, sin saber si en realidad ganaban o perdían con el cambio. Lo cierto es que el viejo, haciéndose el desentendido, se las recibía, quizás por no aceptar que él también desconocía su valor exacto.
Era otra época, tiempo de picaresca y de hacer bromas, a veces muy crueles. Claro, como no había tele, ni videoconsola… Ni siquiera agua corriente había en las casas, que por lo menos en la mía la tuvimos cuando yo tendría ya cinco años, porque todavía me acuerdo de ver a mi madre, viniendo de lavar en las lajas del barranco, con la barriga muy embarazada y un baño de ropa mojada a la cabeza, y con los dos críos que ya éramos, colgados de ella.
Así, también la gente de la época de mis bisabuelos, que tampoco tenían el agua tan cerca para todos los avíos que hace falta en una casa, cada quien iba a buscarla al Calvario con lo que Dios le daba a entender. Unos con cacharras de aceite, otros con garrafones… Había una señora, incluso, María la del Barranco, la hermana de Andrés el Peñero, que usaba una canastra llena de botellas. Contaba mi abuela que cuando se paraban todos a descansar, unos chiquillos sinvergüenzas le bebían el agua de las botellas a la mujer y luego se las tapaban con moñicos de burros que ajuntaban en el camino.
Y hablando de burlas y de burros, no sé si saben que cuando a alguien se le moría un burro -que aunque hoy se nos estallan los ojos para ver un burro, antes era un animal común y corriente en muchas casas-, los muchachos del barrio, con ganas de sana burla, se subían por la noche a un majano y allí empezaban a repartírselo entre todos, como buenos vecinos que eran. La voz de Federico Dorta decía más o menos de esta manera:
Vamos a ir a casa de Zoilo
Como hombre suidadano
A ése le damos el pulmón
Para hacer un aeroplano
Vamos a ir
A casa de Pablo Lloras
A ése le damos el cabresto
Pa’ él y pa’ la señora
Vamos a casa de Teresa
Como mujer costurera
A ésa le damos las lanas
Pa’ guata pa’ las chaquetas
Vamos a casa de José el Ventero
Como hombre de calderilla
A ése le damos un cuarto
Que tiene mucha familia
Vamos a cas Angelina Castro
Esa sí me causa risa
A ésa le damos el cuero
Pa’ un traje pa’ ir a misa
Vamos a ir a casa
Del amigo Federico
A ése le damos la panza
Toda llena de moñicos.
Y de esta forma, mientras Federico se desgañitaba en el oscuro majano, los vecinos del lugar, ocultos tras las ventanas, aguzaban el oído con una sonrisa en la boca, la cual se tornaba en mueca cuando escuchaban que sus propios nombres también aparecían en el reparto.
Pues sí, ésas y otras cosas son las que me cuenta abuela María, Mariquita Jaya, la mujer de Luis Domínguez, de los Perejiles de toda la vida, al que todos conocían por Ceciliano, que se cayó muerto de una fatiga en la huerta de la vieja Evarista cuando yo tenía apenas tres años y medio –todavía lo recuerdo como si fuera hoy-… en fin, que hay que ver cómo me enrollo, ¿no?
Pues bien. Decía yo que mi abuela me llegó a contar mucho, y es que cada vez que tenemos un rato, la siento ante una grabadora y le exprimo la memoria para que me cuente algunas cosas de la vida de antes y sobre todo de cómo eran las fiestas que muchos de ustedes recordarán mejor que yo, especialmente aquellos que las han vivido en primera persona; ella lo llama “arrayarme de bobadas” y yo me dejo arrayar con verdadera pasión, porque gracias a eso puedo exponer ante ustedes muchos de estos datos. Vaya mi agradecimiento para ella, por su memoria y su lucidez, y una felicitación por esos hermosos 93 que cumplirá pasado mañana.
De hecho, María Ventera y Ceciliano Perejil se conocieron, como no podía ser de otra manera, en una de esas fiestas, de las que se hacían por estas fechas del año en tantas casas particulares, del barrio, tocando tajarastes, isas y folías con una acordión, porque cuando eso no había quitarra, y una botella de anís chocallada con el cabo de una cuchara.
Ella salía poco y no era muy novelera que digamos, aunque de chica se le llegó a escapar a su madre alguna vez para ir a bailar, ya que su familia, que era muy decente, consideraba que agarrarse de un hombre para bailar era poco menos que un delito.
Dense cuenta de que les hablo de los tiempos en que los hombres sujetaban la cintura a las mujeres provistos de un pañuelo de mano, que no sólo evitaba ensuciar el vestido de ellas con aquella mano encachazada por el trabajo, que sería lo de menos, sino que el pañuelo hacía de símbolo de completa castidad y respeto.
Mi abuelo Ceciliano fue tanto lo que se empeñó en aquella mujer de fundamento y con un porvenir, -porque mi abuela ya cosía desde los catorce años-, que al final ella cedió, pues el hombre, con maña y al son del acordión, puso el corazón y el alma en unos versos tan amargos que la conquistaron. Decían así:
Llora el niño por el pecho
Y el anciano por la edad
Y el infeliz prisionero
Llora por su libertad
El hablador llorará
Si se le pierde la voz
Y el jardinero a la flor
La riega y le da virtud
Y yo lloro porque tú
No me das prebas de amor.
¿Qué remedio le quedaba a Mariquita con esa declaración pública en medio de una fiesta? Imagínensela.
Pues esas fiestas de Santa Bárbara, que en un principio se celebraban en la sala de casas particulares como la de Benito Cabrera, la de Domingo Socas, la de Lucas Luis o la de Pablo Agüín, desde que hubo la oportunidad, se comenzaron a celebrar en la plaza, que por entonces no era sino un terrero apisonado, unificando los festejos para que todos pudieran disfrutarlos simultáneamente, de manera que había una serie de actos imprescindibles, como las ancestrales libreas, que consistían en que un señor, el último de todos Nino Cabrera, se ponía unas pieles de cabra, con cuernos y todo, y a veces con una rueda de fuego amarrada a la espalda, y comenzaba a correr delante y detrás de los críos hasta caer exhausto.
Más de uno, sobre todo el que asumía el papel de diablo, tendría pesadillas esa noche, pero los demás realmente lo pasarían de miedo. En nuestro municipio de Icod, como saben, los únicos resquicios de aquellas libreas que se representaban en las iglesias desde la Edad Media sobreviven hoy en día en la fiesta de Las Angustias, con la representación del Diablo y la Diabla. En el resto de los barrios, por desgracia, se han perdido.
Luego estaban también las corridas, en las que se desafiaba a una vaca topona o a un carnero, haciendo las delicias de grandes y chicos. El más célebre espécimen de vaca topona fue la vaca de Cho Roque, el suegro de Pancho Pintado, cuya fama -no sólo de vaca sino incluso de tora por su singular comportamiento-, trascendió allende las fronteras de este barrio, dando lugar a la expresión “estar como la vaca de Cho Roque”, que se aplica especialmente a quien está desagallado por las ganas de fiesta, pues se dice de este famoso animalito que le encantaba tanto el jolgorio que, en cuanto escuchaba el sonido de los voladores, se volvía como loca de alegría y no había quien la asujetara.
Pero lo que me hubiera gustado ver de todo lo que me contaba mi abuela, y que sería bastante emocionante, yo supongo, era eso de las maromas.
Para el que no conozca el término, “maroma” es un vocablo de origen marinero que se usa para denominar a la cuerda o soga que emplean en los barcos, y en este caso a la que se usaba, instalada a considerable altura, para caminar sobre ella haciendo espeluznantes equilibrios. De ahí la expresión que usaba mi padre para reprenderme cuando yo era aquella niña machona y terrible: “Sale de ahí, no seas maromera”, un significado que yo nunca llegaba a entender, porque esto ya en mi época había desaparecido.
Célebres como nada en las fiestas fueron las comedias, que todavía hoy se representan en otros barrios como Las Abiertas, a cargo de Nieves González, o en el Amparo, de la gran cosecha de don Hermenegildo Socas Cruz. Aquí en Santa Bárbara eran obra y arte de don Gregorio Socas el partidor, hombre sabio como pocos.
En una de ellas, dice que don Gregorio Socas hacía su aparición en el escenario caracterizado de ángel de grandes alas y bata blanca y comenzaba diciendo más o menos así:
Señores, vengo del cielo,
Tengo cien años de muerto
Y vengo a ver con acierto
Los habitantes del suelo.
Me acuerdo de cha María
Cuando era tan picotera
Un pañuelo se ponía
En la parte delantera
Y nada se le veía
La que enseña el envoltorio
Cuando se amarra la liga
A ésa Dios no la castiga
Pero va pa’l Purgatorio
La mujer de Juan Zurrón,
Yo no sé qué traque-traque
Llevaba unos miriñaques
Para ahorrar el almidón
Un día me fui cas’ Juan Botija
Ése vivía en Ramallo,
Que le picó en las verijas
Una mosca de caballo…
Y seguro sería interminable la retajila y a lo mejor ustedes la recuerdan con más exactitud. Es una pena que también esta afición a hacer comedias se haya perdido casi en su totalidad por la modernidad frenética en que nos hemos metido.
Por eso, desde aquí, animo al amigo Pedro Rodríguez, el pintor, y a Roberto el Fainero, tan aficionados al género cómico, a que continúen deleitándonos con tan noble labor, como ejemplo superviviente de lo que fue una época de nuestro barrio tan gloriosa como añorada por muchos.
Y por supuesto que nunca faltaron en nuestras fiestas los Cestos y los Bollos, que presenciaban desde su privilegiado palco de la tradicional enramada hecha por don Félix Alonso y su hijo Mundo, todos estos entretenimientos, dando colorido a la media naranja como una hermosa y singular ofrenda de tantos santabarberos agradecidos a su Santa Patrona.
¿Y qué les puedo decir de los Cestos que ustedes desconozcan? Muchas son las familias con tradición de Cestos en este barrio. La mía, la de los Domínguez, ha sido una de ellas, pues a mi bisabuelo Benigno Perejil, el marido de la bisabuela Clorinda, ambos de la familia de los Coroneles de lo alto de El Lance, cuando llegaban las fiestas de Santa Bárbara, sólo le bastaba llegar al ventorrillo, echarse unos buches de vino y un oloroso pincho de carne en adobo al cobijo del tendido de listones y sábanas blancas, y ahí mismo se iba para su casa con los amigos a hacer los cestos de fruta.
Sus hijos y nietos también aprendieron este arte y han sido amañados cesteros. Ahí tienen al recordado Tío Elicio y sus hijos, a Tío Chicho y los suyos, a abuelo Ceciliano, Papá y tío Luis, y ahora a mis hermanos, que siguen empeñados en mantener la grandiosa costumbre, aunque este año con menos medios y más impedimentos, porque prácticamente todo lo que se solía usar -manzanas, madroños, peras y demás- ha sido arrasado por el incendio.
Y también yo, a mis dieciocho años, supe de esos siete kilos de pan, figuritas de azúcar y cintas de colores que supone cargar un bollo a la cabeza desde la calle el Plano hasta la plaza. Y si a eso le añadimos a Monsita la de Celestino, con cuatro años nada más, agarradita de la cinta amarilla, y el traje de la Orotava, cuyas enaguas se me enredaban entre las piernas peligrosamente, pueden imaginarse la dificultad de la hazaña que cada año, desde tiempos inmemoriales, llevan a cabo las chicas de la Comisión.
Doña Ángela Alonso Robayna, hermana de Pedro el de los Dulces, fue la que me hizo la cesta de plato. Y por ser una de las tres primeras proveedoras, la segunda concretamente, tuve el privilegio de tener entre mis cintas un grupo insoslayable de ellas, pertenecientes a la Santa, que se heredaban año tras año. Cualquiera sabe los años que podrían haber tenido aquellas cintas deslucidas y primorosamente bordadas.
Además del colorido de los Cestos y los Bollos, otro color imprescindible en la fiesta lo ha puesto siempre el enrame, formado por banderas y papeles.
Si hay algo que recuerdo con añoranza de aquella fiesta del 1986 es el engloreo de las tardes que pasábamos las proveedoras en el salón de Carlos el de Pastora, picando papeles, en un derroche creativo de figuritas y dibujos, y pegándolos luego en una liña embadurnada de aquella pasta fría y viscosa, hecha de agua y harina, que te ponía los dedos blancos y arrugados.
Una vez secos, había que guardar los papeles en un lugar seguro para que los ratones no se los comieran, porque llegaron a hacernos grandes destrozos antes de que la lluvia de las cabañuelas de agosto acabara con nuestras ilusiones de lucir el primoroso enrame de blanco, azul y rosa, justo en la víspera del día grande de la fiesta.
Supongo que unas cosas y otras han dado lugar a la sustitución de aquel papel de seda, picoteado de iniciales, corazoncitos y hojas de enredadera, por otro plástico hecho de forma totalmente artificial, pero muy resistente al agua y a los cambios climáticos recientes. Son los gajes de la funcionalidad y de una modernidad inevitable, que también se ha llevado consigo para siempre aquellas tardes de complicidad de las proveedoras.
Tampoco puede quedarme por nombrar la pelana, que en su origen consistía en pelar las latas usadas para colocar las banderas y entregárselas al nuevo presidente entrante para que las custodiara hasta el año siguiente.
Al pie del cañón podíamos ver cada año por aquella época a Radio González, que lideraba la comitiva llevándola primero para el Barranco, luego para la Vendimia y después por la carretera de Santa Bárbara para abajo, haciendo recorridos a veces interminables, entre suculentos brindis de chochos, sardinas asadas con plátanos verdes guisados y vino, hasta conseguir que las orquestas de la época –Los Rialto, los Silver, la Coimbra, la Columbia o los Teymar-, se desesperasen, con los instrumentos afinados desde media tarde sobre el tabladillo, en espera de tocarnos la melodía de aquella inolvidable canción del verano.
¿Se acuerdan ustedes del “Eva María se fue” de Fórmula V o del kumbó de Georgie Dann? Les juro que yo en mi vida había visto tanta gente apretujada por todos los rincones de las dos plazas, bailando ese kumbó de movimientos un tanto obscenos, como en aquel verano del 82. Ese Georgie Dann era un fenómeno; no había verano que no sacara un nuevo baile.
Pero ya hoy no parece que haya canciones con tanto gancho. Quizás sea que nos hemos vuelto más serios…
En fin.
Y ya por último, y aunque me quedan muchas cosas que merecerían ser nombradas aquí, no me gustaría acabar esta…llamémosla “conferencia” -porque aún tengo mis dudas de si lo es-, sin nombrar a nuestro querido Regimiento de Artillería, y sobre todo, sin rendir un humilde homenaje desde mi humilde persona al Coronel Don Luis Miranda, que fue quien promovió, allá por 1948, la primera visita a esta fiesta de los Artilleros y de la Banda de la Artillería, para acompañar a nuestra Patrona que también es la suya, invitados desde siempre por don Constantino, el abuelo del amigo Tinito, ése que tiene la finca frente a cas Clara la de Pepe Alonso.
Don Constantino, que por entonces era artillero, y su familia, año tras año, han sabido crear un lazo, para siempre indisoluble, de este barrio con tan fieles invitados.
Algunos de aquellos artilleros ya no están con nosotros pero permanecen igualmente en nuestro recuerdo; otros, como el Teniente Álvarez y el Teniente Fermín, que todavía siguen ahí y esperemos que por muchos años sea, ya estaban en la foto de la primera banda que nos visitó por aquellos tiempos.
Algunos, incluso, son imprescindibles, como el señor Benito Martín García, de la Familia de los Canutos de la Fuente de la Vega, a quien he tenido el gusto de conocer recientemente, y que ustedes habrán visto desfilar, con ese espíritu incansable de quien va bien acompañado, iniciando la comitiva militar con traje blanco y sombrero a la manera de los indianos venidos de Cuba.
Para todos ellos vaya nuestro recuerdo agradecido.
Felicito, para finalizar, a los vecinos de este barrio por la idea sin igual de conceder la Medalla de Oro de la ciudad al Regimiento de Artillería, lo que dice mucho del barrio agradecido al que me siento orgullosa de pertenecer.
Espero que estas palabras que torpemente he esbozado y leído para todos ustedes, hayan sido de su agrado, o por lo menos les hayan traído el recuerdo de aquellos sanos tiempos. Y sobre todo deseo haber estado a la altura de quien ha confiado en mí para transmitírselas.
Me despido, entonces, invitándoles a todos a que pasen unas fiestas agradables con unos versos del recordado Don Gregorio Socas que encontré por ahí, y que dicen así:
Al fin voy a terminar
Con emoción y alegría
Santa Bárbara es la Santa
Que tenemos en el barrio
Patrona de la Artillería
Que disfruten de la fiesta.
Muchas gracias
20/08/2007 22:16. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
10/08/2007
Unos días en Fenteventula
Este texto fue escrito en plena crisis de aburrimiento -y como represalia al mismo- en una isla de playa y viento entre el 3 y el 9 de agosto de 2007.
¡Qué fastidio más grande! Hay que ver la publicidad engañosa que hay circulando por esos mundos de Dios. Siempre había creído que Fuerteventura iba a ser todo un paraíso agreste, olvidado, donde, aparte de playas paradisíacas, sólo iba a encontrar pueblecitos con casas de tejado a dos aguas, encalados de blanco, tranquilos, con cabreros que cuidan aquí y allá sus rebaños de ovejas y cabras, no en balde digo yo que habrán hecho la canción que llevo semanas oyéndole cantar a Aída: “A Fenteventúa fi a bebé leche de oveja, un palo me dio una veja que hasta las estellas vi”.
Y nada que ver, porque Fuerteventura parece que ha sido colonizada por todos los pueblos y que hay de todo menos pastores majoreros: cabras las justas, ovejas poquísimas y leche… de cartón y de la marca Tavox, que es lo más asequible por estos contornos. Y todas las viejas que vemos o son gitanas andaluzas o francesas joviales de ojos claros y sonrientes.
Nada más llegar, hemos venido a parar a un hotel que parece sacado de cualquier parte de Torviscas City, con todos los guiris habidos y por haber, la mayor parte francófonos de raza negra, y todas las instalaciones y comodidades imaginables: bungalows, apartamentos, piscinas, instalaciones deportivas y recreativas varias, buffet, supermercados, pizzerías, restaurantes, canchas… aunque con un pequeño defecto: que cuando entramos a las once de la mañana en recepción, nos dijeron que tardarían hasta las dos de la tarde en tener listo el apartamento que habíamos contratado (un apartamento, por la sencilla razón de que pagar todas las comidas sale el doble de caro en todas las islas menores y porque no me disgusta prepararle a mi rancho los desayunos y algún que otro almuerzo o cena. Pero después de ver los precios en el súper desistí de cocinar, salvo los desayunos, y nos dedicamos a pagar todas las comidas a no menos de treinta euros).
Total que, como nos sobraban un par de horas buenas, tiramos para el centro de la isla en busca de un lugar para comer y acabamos en un pueblito, Triqui-nosequémás (creo que tardaré varias semanas en aprender semejante nombre). Enseguida hallamos el sitio que estábamos buscando, un restaurante tranquilo y barato. El hombre que nos atendió, nada más vernos, nos preguntó si éramos de Tenerife. No íbamos vestidos raro y nada nos identificaba como chicharreros, pero sorprendentemente… ¡dio en el blanco! El hombre era natural de Santa Clara, ese barrio de Santa Cruz con cuyos conejillos de indias hice mis primeros experimentos de profesora recién licenciada. Ahí mismo nos apoderamos del patio de su restaurante, y gracias a Dios, porque si cogemos puesto en el comedor, Aída -que, después de que abrió la puerta con el coche en marcha e intentó lanzarse en la piscina de más de un metro y medio de profundidad, estoy convencida de que tiene el demonio dentro-, le hubiera destrozado el local, único medio de vida aparente de aquel heladero tinerfeño venido a menos.
Pues al regresar al hotel eran ya las tres de la tarde y todavía no teníamos habitación ni cosa que se parezca. Allá a las tantas, después de horas esperando malhumorados en la recepción, nos habilitaron el apartamento, con casi todo lo que solicitamos, todo menos internet, que era lo más importante que había pedido. Bueno, en realidad, además de una conexión wi-fi de pago que estuvo ahí todo el tiempo poniéndome los dientes largos y que no supe nunca cómo contratarla, porque era tan lenta la contratación que no llegué a pasar de poner la versión en español, tenía otra opción de conectarme, por lo menos para ver el correo, pero hay que ver a qué precios: un euro por doce minutos y dos euros por treinta minutos. Si te pones a multiplicar, te llegas a gastar hasta cinco euros a la hora, cuando en Tenerife por esa cantidad te puedes pasar, según el sitio, hasta diez horas navegando, lo cual es toda una jartada.
Este fue un aplastamiento de moral que no me esperaba. Si al menos fuese adicta al móvil como la amiga Marisa...
Cuando llevaba cuatro días aburrida, sin saber qué hacer, con el picor y la intolerancia que me produce el sol y habiendo desistido de la conexión wi-fi, decidí bajar y probar con esa conexión de pago que ofrecía el hotel, por lo menos para ver el correo. Así pues, metí a regañadientes una moneda de un euro: tenía más de treinta mensajes y parece como si todos los spamers hubieran aprovechado mis ausencias de la red para llenarme la cuenta de correos de basura. ¡Qué intriga! Me pregunto por qué todos los spamers se entregan a ofrecerme alargamientos del miembro viril y viagras de todo tipo.
Tampoco hubiera podido hacer lo que pretendía: bajar y subir documentos con el pendrive, porque, después de poner a la rubia recepcionista a cuatro patas bajo la mesa del ordenador para averiguarlo, me descubrió que no tenía ni un espacio vacío para mi USB, así que por fin, resignada, me puse a ver todos los periódicos atrasados: me miré las hemerotecas de tres o cuatro periódicos digitales en tiempo récord para enterarme de que prácticamente ninguno me había publicado las dos notas de prensa que envié para el fin de semana. ¡Y qué desagradable es leer el periódico vorazmente cuando por un lado te vigila un contador regresivo descontando segundos a toda leche y por otro, una chiquilla morena, senegalesa o similar, ansiosa por apoderarse del asiento que yo ocupo! ¡Grrrr!
Después de eso… ¿todo el día tirada en la playa yo? ¡Qué va! Se me pasan las ganas sobre todo cuando ya se han visto unas cuantas playas de finísima arena amarilla estropeabikinis, paradisíacas, y raritas, porque, sin más ni más, de un paisaje reseco donde no se ve más que una hierba reseca y negra, que no sé de qué carajo se mantienen tantas cabras, se pasa al más puro desierto sahariano y nada te dice que no lo sea, porque desde que entramos en el restaurante del heladero de Santa Clara hasta el último momento de nuestra estancia, la mayor parte de los clientes, recepcionistas, camareros, dependientes y empleados en todas partes de la isla son africanos, sub o suprasaharianos, o por lo menos se asemejan bastante en los rasgos.
Y con tanto viento menos. Esos oleajes que quitan el hipo a los surferos, windsurferos y kitesurferos, que hasta en la piscina tienes la carne de gallina por más que pegue un sol de justicia, no son para un espécimen de sombra como yo. Y si te vas de compras y te metes en Puerto del Rosario puede parecerte que estás en París. Bueno, no aguanto la sana envidia de ver tanta calidad de vida junta donde menos me la esperaba: Una ciudad llena de rotondas con estatuas de bronce en todas ellas, y por todas partes (de hecho, antes de construir la rotonda ya tienen las estatuas apiladas por allí); un centro comercial con las cien tiendas más importantes del mundo, una calle con todos los bancos y cajas de ahorro inimaginables…
Pero… ¿Éste era el paraíso agreste que siempre había soñado? Me parece que no. Esto es como Guirilandia transportada a un desierto amarillo salpicado de vez en cuando de cabras donde te hablan árabe, francés, inglés, alemán, canarión, tinerfeño, pero no he visto a un majorero todavía… Encima nos hemos recorrido la isla de punta a punta buscando la pegatina de la cabra “Fuerte” y hemos llegado a la conclusión de que hay una competencia semejante a la que existe en el Hierro entre las quesadillas de Adrián y las de Frontera. Y la radio tan cosmopolita en nada ayuda a mantener la idea de ese paraíso: Aída repite como un loro con voz de maestro de ceremonias a todas horas: “¡¡¡FM Fuenteventula!!!”.
Y cuando por un momento llamo a Icod para saber cómo va todo y me contesta Francis que está más quemado que la pipa de un indio porque todavía queda monte por quemar y el fuego parece que no se cansa, me entra un desespero que llega a los límites del colmo cuando me llaman de un periódico al móvil para preguntarme si nuestro municipio cuenta con plan de extinción de incendios propio o suscrito con el cabildo y tengo que verme obligada a contestarles con vergüenza que ni lo uno ni lo otro, maldiciendo a quienes llevan gobernando toda la vida y no han sido capaces de gestionar algo tan sencillo como un plan de seguridad. ¡El jodido plan de seguridad, Tini! ¿Es que todavía no estamos escaldados en Icod desde el incendio de 1983?
Con paraíso como éste, me como tanto el coco que llego a la conclusión de que soy una mala compañera: mientras unos permanecen viendo la mala cara que presentan nuestros montes de Icod después del incendio, otros nos pasamos unos días contando las horas y viendo una isla desértica, donde los únicos pinos que existen son los que se aguantan con dificultades el viento de Nuevo Horizonte en Costa Antigua, una isla aparentemente muerta que tiene un Observatorio para la Desertización esperando que suceda no sé el qué que ya no haya sucedido. No me queda otra que preguntarme si cuando nos quedemos sin monte sabremos sacarle partido a nuestra isla como han hecho estos cuasi-majoreros y si tendremos tanta calidad de vida por lo menos como en Puerto del Rosario. Si los bomberos serán capaces de aburrirse como en esta isla a ratos amarilla y siempre reseca, donde hay muchísimas casas terreras con parcelas enormes sin una brizna de nada cultivado en ellas, donde sobra terreno llano para todo tipo de infraestructuras e instalaciones, hasta para cementerios alejados de la población hasta los límites de la salubridad, y donde algunas cabras andan desoladas y meditabundas de un lado para otro sin nadie a la vista que se lo prohíba, comiendo quién sabe qué hierba inexistente que sospechosamente produce un oxígeno que no escasea en absoluto, porque no hemos dejado de respirar aire puro en todo el rato. ¿Aire puro? Todo un misterio, lo único que permanece intacto de mi sueño inicial.
10/08/2007 18:44. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 5 comentarios.
30/05/2007
¡¡FELIZ DÍA!!
GRACIAS A TODOS LOS QUE ESTUVIERON ALLÍ COMPARTIENDO UN BUEN RATO LA NOCHE DEL 27M... GRACIAS, ICOD
30/05/2007 17:12. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
26/05/2007
Una esperanza compartida por mucha más gente
26/05/2007 08:29. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
23/05/2007
Por si se puede aclarar algo
Por si hay todavía quien no crea que desde esta humilde página se pueden forzar algunas situaciones de este pueblo y sobre todo del barrio de Santa Bárbara, les pongo enlaces de algunos artículos que ya llevan mucho tiempo aquí colgados, porque las cosas no se hacen a última hora y para tapar la boca a la gente.
Porque entiendo que denunciar y poner en conocimiento las cosas, aunque sea desde los medios más humildes que uno tiene al alcance, también es defender a un barrio. Y no es que me estoy poniendo medallas, porque no sé lucirlas, pero cuando se vive en un lugar, no se puede pretender ser la única persona que lo defiende, porque imagino que todos los habitantes de ese lugar lo defienden a su manera y con el mismo ahínco.
Algunos con falsos rumores, otros dando la cara para alcanzar golpes, otros callando y tragando, otros simplemente escribiendo y firmando artículos en páginas como ésta, que a algunos le pueden parecer frivolidades de una soñadora y a otros no, y es una opinión totalmente respetable por mi parte.
Sólo tengo que dar las gracias a las madres que me defendieron con su silencio esta mañana y a las que me escucharon y conversaron conmigo en todos los tonos de conversación habidos y por haber. Cada una a su modo me dio una explicación y la agradezco, pero quizás me ha faltado entender, ingenua de mí, que dar la cara públicamente por la gente a veces es así de ingrato y no todo el mundo tiene por qué sacar las mismas conclusiones que yo. Allá cada cual. Mi conciencia está muy tranquila y el tiempo pondrá a cada cual en su lugar. No vengo a lavar mi imagen porque los que me conocen saben que no tengo nada de que arrepentirme y siempre he estado para apoyar a quien me lo pida.
Lo único que pido es que se contrasten los datos que se oigan de mí con palabras que salgan de mi boca, porque la rumorología y la difamación son las peores enemigas de una sociedad bien avenida, y en difundir falsedades hay gente realmente experta y por eso estamos como estamos. Sólo basta con encontrar quien escuche y disperse un rumor.
Algunos enlaces que les invito a leer son éstos:
http://laotracamy.blogia.com/2007/030701-el-fin-justifica-los-medios.php
http://laotracamy.blogia.com/2006/100801-camiones.php
http://laotracamy.blogia.com/2006/010902-piscina-municipal-esta-o-no-esta-lista-.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/121501--ya-era-hora-.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/061101-caridad.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/112101--han-puesto-parches-en-el-camino-de-los-giles-.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/111801-la-via-en-rosa.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/070602-reuniones-vecinales.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/051602-la-epopeya-de-nuestro-tiempo-en-los-barrios-de-icod.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/052503-santa-barbara-no-estaba-preparada-para-esto.php
http://laotracamy.blogia.com/2005/040401-es-que-si-no-lo-digo-reviento.php
23/05/2007 16:24. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
18/04/2007
¡¡GRACIAS!!
Muchísimas gracias a ese ávido lector que ha pasado una hora y media leyendo en esta página y con ello ha disparado el contador con 35 visitas más, el triple del total de un día cualquiera. ¡Así da gusto! Pronto me darán un premio en algún hit parade de por ahi.
Y gracias también a los demás que visitan a diario este lugar por la fidelidad. Si alguien quiere contarnos alguna cosa para que esas visitas no se vayan con las manos vacías, sólo tiene que enviármela a mi correo electrónico.
Aquí seguiremos. Un saludo
18/04/2007 12:52. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 9 comentarios.
20/03/2007
A mis estimados lectores (bomberos incluidos)
Me consta que hay gente que se acerca a este blog con intenciones muy diversas, porque sé -pues me lo comentan en la calle y veo las estadísticas de quiénes y desde dónde me visitan- que tengo lectores que me leen con curiosidad, otros con una admiración que no merezco, otros con cierto interés, otros se encuentran esta página por casualidad yendo de un lado para otro en esa telaraña que es internet,… pero también los hay que vienen aquí con su mente retorcida y su mala idea a buscar la mínima palabra que yo digo para descontextualizarla y volverla contra mí persona como arma arrojadiza para hacerme daño. Son los más, por desgracia.
Durante toda esta legislatura, aparte de estar al pie del cañón defendiendo a los que apostaron por nosotros para salvaguardar los intereses de este municipio, con esa misma intención he abierto la boca unas pocas veces, y mi humilde palabra debe ser tan importante porque tal fue la expectación, que lo que he dicho ha sido utilizado en muchas ocasiones para hacerme daño, no ya políticamente sino también a nivel personal y lo peor de todo, por la espalda, como hacen los cobardes.
Todavía me acuerdo de un viejo ejemplo que me avergüenza mencionar y que le debería producir sonrojo a algunos que se hacen llamar “políticos”: ¿Por qué razón algunos socialistas les trajeron a la Comisión de Cestos y Bollos, a poco de empezar esta legislatura, unas fotocopias de actas de varias comisiones informativas de Cultura con mi nombre y el de mis compañeros de partido subrayado porque habíamos votado abstención a la declaración de BIC a la tradición de los Cestos y Bollos? ¿Por qué mi nombre en distinto color que los nombres de los demás concejales? Abstención en una comisión informativa ¿quiere decir "en contra"? ¿O quiere decir “no sabemos en qué consiste y por ello vamos a estudiarlo primero”? ¿Por qué no mostraron el acta del pleno, en que votamos a favor? Pues para ser un animalito de sangre caliente, me callé la boca bastante. No dije nada al respecto porque ésa es una actitud que, de verdad, me da pena, mucha pena. Lo único que alegué fue que se esmeraran en hacer bien las actas ya que se iban a vender cosas en la calle con ellas en mano.
En estos días atrás me comentan que algunos individuos dijeron a vecinos míos que yo no quiero que se terminen las obras relacionadas con los ensanches del camino Los Lagares y la subida a Hoya Nadías, y todo porque pregunté en el pleno lo siguiente (y copio el acta literalmente, que la tengo en la mano, ya que esta vez, qué casualidad, se olvidaron de mostrarla a los vecinos. Está en la página 25, y vean si es sinvergüencería la de los susodichos individuos):
“VI.- Doña María del Carmen Domínguez González pregunta que criterio se siguió en relación con la cesión de terrenos y obras a efectuar como contrapartida en Los Lagares.
Respuesta: Criterios técnicos”.
Hasta ahí mi intervención y hasta ahí la parca respuesta que me dieron. “¡Amigo, amigo, amigo!”. Que no hay que tener mala idea, imaginación y una mente calenturienta ni nada, como dice el señor Rolo (y por algo será), para deducir de esta intervención yo no quiero que les terminen a los vecinos sus respectivas obras. A ver ¿qué interés puedo yo tener en fastidiar a los vecinos si he dado el paso al frente por ellos? ¿Dije que "no quiero" en alguna parte?
Y la última es que me entero de que andan diciendo por ahí que le estoy dando leña al bar de Luis porque dije, literalmente, en el último artículo que leyeron más abajo: “Es ahora, desde que abrieron el bar de Luis donde se celebran parrandas hasta altas horas de la noche sin que nadie lo impida, que algunos (entre ellos estos otros bomberos) se han enterado de que este callejón existe en el municipio y de que en él viven, vivimos, vecinos”. ¿Qué interés tengo yo en fastidiar a Luis? Pues verán: ABSOLUTAMENTE NINGUNO.
Esta frase sacada de contexto por quienes tienen la mente tan retorcida que sólo los sustenta la mala idea, o no se enteran un carajo, por supuesto que puede servir de boomerang que me dé directo al cuello. Porque en este pueblo los hay bien espabilados para sembrar cizaña entre los vecinos. Y eso es lo que quieren hacer conmigo. ¿Qué les parece? Bonita forma de hacer política, enfrentar a los vecinos.
Pero a ver si queda claro el tema: Ni me quejo del bar ni de las parrandas, porque yo también me he echado mis grandes parrandas en el bar de Luis con mis compañeros y con mi familia, y bien buenas por cierto, y por mi parte no me he quejado nunca de ellas, ni he impedido ninguna parranda a ninguno de sus clientes, aunque otros vecinos se puedan haber quejado. Ése no es asunto mío. Es más, ¿qué necesidad puedo tener de fastidiarlo si en este momento en cierto modo compartimos hasta la propiedad del aparcamiento?
Los vecinos de este callejón de la Tabona -Chencho, Don Gregorio, Mingos, Doña Matilde, Don Domingos y papá, y las respectivas familias, algunos de ellos que ya pasaron a mejor vida, han trabajado bastante duro y de este callejón nunca vino a ocuparse nadie lo más mínimo excepto para cobrar impuestos.
Claramente digo, por si no se ha entendido bien, que si no fuera por la relevancia que está teniendo el bar de Luis, porque viene gente de todas partes a celebrar sus parrandas, y algunos por fin se han enterado de que aquí habitamos vecinos y por fin, después de 35 años, han tenido la delicadeza de acordarse de nosotros, que incluso nos van a asfaltar la calle…
Pero claro, luego estos toletes, un poco a remolque y desconectados del tema, vienen a decir que yo tengo algo en contra del bar de Luis. ¡Mecagüenlalesche! (y con perdón). Bienvenido sea, por Dios, que tengo el coche nuevo destrozadito con tantos baches y él sabe perfectamente lo torpe que soy yo con un volante. ¡Antes se nos podía haber ocurrido la idea! Un día de éstos me voy a echar unos chicharros para celebrar que por fin estrenamos asfalto y a ver si no van a pasar otros 35 años antes de que se acuerden de nosotros la próxima vez. Y la cizaña, que se la metan por donde les quepa. ¡NO LA QUEREMOS! ¿VALE?
Como últimamente estoy muy liada con eso de la política y las clases y la familia y mil cosas más y no me da la gana de darles el gusto a esas “mentes praeclaras” de que se agarren de cualquier frase sacada de contexto para virarla en mi contra, porque la gente que me conoce sabe que nunca les he fallado y aquí he estado cada vez que me necesitan y he sacado la cara siempre de forma desinteresada, y es por eso, porque la gente me aprecia y me conoce, que tarde o temprano me acabo enterando de estas cosas, que en el fondo me entristecen bastante, de momento voy a aparcar este blog y cuando esta sucia y carroñera forma de hacer política que usan algunos se aplaque un poco, esto es, después del 27M, ya me plantearé seguir escribiendo. Hasta entonces queda a disposición este blog con el correo electrónico para vuestros comentarios y colaboraciones. Los míos pueden esperar.
Un abrazo y gracias por la devoción.
Y gracias a quien hizo posible este texto, por ponerme a salvo. Nunca será suficiente mi agradecimiento.
20/03/2007 01:01. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 1 comentario.
26/02/2007
¡BUEN REGALO, SÍ SEÑOR!
No pensé que después de tanto esfuerzo, de sol a sol y en pijama durante los últimos días, esto fuera a salir a tiempo para mi cumpleaños, pero veo que se ha adelantado en una hora.
Me toca, pues, anunciar mi "REGALO":
Señores, desde hoy tienen a disposición la nueva página web de Coalición Canaria.
Porque HA LLEGADO LA HORA DEL CAMBIO
Que la disfruten
Gracias, Francis. Gracias, Juanjo.
26/02/2007 11:38. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 6 comentarios.
23/02/2007
Atención, bomberos: Que quede claro...
Con el permiso de Fabi y Tiralenguas, una foto sacada el 10 de febrero en el Polideportivo de Los Realejos
¡Ay, qué tiernoooo! ¡Menuda ocurrencia! Algunos parecen verdaderos bomberos. Todavía no ven un fósforo a lo lejos con intención de encenderse, ya sacan los camiones cisterna y las cuadrillas para el salvamento, aunque no haya nada que salvar, aparte de dar un ridículo manguerazo que para lo más que sirve es para lavarse la cara como los gatos. Estas estrellas de firmamento de celulosa venden exclusivas de todo. ¡De cualquier cosa se sacan notas de prensa! (Espero que la noticia no salga en los diarios nacionales porque acabaremos avergonzados de tener un alcalde como el que tenemos. Y si eso no es egocentrismo y afán de protagonismo baje Dios y lo vea).
¡Y a saber lo que los bomberos estarán vendiendo por ahí de este asunto! Así que, por si quedó alguna duda o algo no quedó claro, a pesar de lo que dije en mi último comentario sobre las murgas, que NO FUE UNA APRECIACIÓN MÍA SINO ALGO QUE ME COMENTARON, porque, como he dicho alguna vez, soy bastante lenta para captar entre líneas algunas cosas, por supuesto que disfruté de las actuaciones de las murgas, que no soy tan malaje para no reconocer un trabajo currado. Y especialmente de las murgas infantiles, que demostraron tener “un par” para decir las cosas sin papas en la lengua. Al final todos sabemos que los únicos que demuestran total franqueza y no nos mienten son los niños.
Pero de hecho, cuando más disfruté, aparte de ver cómo los Tiralenguas recogían el primer premio, fue la primera vez que pusieron en escena Los Golosos sus canciones en el Cine Apolo, nuestro flamante Local de Campaña para las próximas elecciones. En ese entonces no fue el alcalde sino un componente de la NIPA quien se sometió al examen del polígrafo, y no se puso colorado cuando el aparato determinaba que mentía, porque tampoco tenía motivos, como nuestro alcalde, a quien el polígrafo le dice delante de miles de personas que miente y al tipo le da por reírse. Será por no llorar, digo yo.
Por demás está decir que me alegro muchísimo de que ganaran los Tiralenguas, y que tuvieron un gran acierto en elegir a Fabi para que les acompañase en este tema, pues, aparte de que la letra venía que ni pintada, no he visto a nadie como ella que defienda con uñas y dientes el asunto del Puerto de Granadilla. Todavía recuerdo aquella vez en enero de 2004, estando en Huelva para las Jornadas Andaluzas del Voluntariado, en que, yendo en el Renault de Fede sentada a mi lado, me dijo con esa pasión que ella suele poner en todas las cosas por las que lucha: “Camy, yo no sé cómo un partido puede decir que defiende Canarias y luego dedicarse a destruir un trozo de nuestra tierra como piensan hacer con Granadilla”, y me hizo bajar la mirada, como la hubiesen bajado miles de personas, culpables o no de eso que llaman “crimen”. Y ese gesto ella, a pesar de ser invidente, sí que lo captó. Por eso la gente se puso toda en pie en el polideportivo de San Agustín el 10 de febrero y por eso volvieron a ponerse en pie en la gala del sábado pasado. ¡Chapó, Tiralenguas! ¡Chapó, Fabi!
Pero es cierto que una cosa no quita la otra. Puede que ese comentario malicioso que me hicieron el pasado sábado no tenga toda la razón. La realidad es que, además de las dos murgas infantiles, Golosos y Golositos, con lo del polígrafo y lo del corral, respectivamente, yo no he oído a las demás murgas con críticas severas a los políticos de Icod, entre los que incluyo a todos los de mi partido, o por lo menos nada que sea digno de recordar.
Por último, darles las gracias a esos afanados bomberos por leerme con tanta abnegación. Un día les dedicaré un artículo :)))
23/02/2007 15:21. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
20/02/2007
MIS ÍDOLOS ROTOS
Todavía me dura el estado de shock. Después del susto del servidor de Blogia, llevo tres o cuatro días como un alma en pena, con la venda arrastrando por el suelo y los ojos como platos, porque la vida es muy injusta, muy cruel, y me ha estado dando golpes uno tras otro; no sé si mi corazoncito va a poder resistir tanto.
Primero me sueltan así, sin anestesia ni nada, que parece como si las murgas, y especialmente las de Icod (porque la actuación de los Diablos Locos en la Gala Amargo es lo mejor que he visto en cuanto a crítica), hayan sido amordazadas con billetes verdes, porque de lo contrario no se entiende que este año, que por ser electoral la crítica debería ser más agresiva, el panorama murguero ha sido tan light como lavarle el culito a un niño y ponerle pomada para los eritemas del pañal. De hecho, se ha oído muy poco el nombre del alcalde y el de la oposición nada de nada. Debe ser que está todo muy bien y los políticos en Icod somos fantásticos. Pero desde entonces no dejo de darle vueltas al asunto. Bien es verdad que de las ocho murgas adultas que hay en Icod, este año sólo salieron tres y hasta hubo que rellenar el coso con no sé cuántas comparsas de fuera que al final no sabíamos si estábamos en Icod o en la Avenida de Anaga. ¿Será todo una casualidad? No sé pero las suposiciones desde entonces me alcanzan hasta para un culebrón.
Todavía metida en esos vericuetos, ayer me leo de sopetón “El infierno de Marta” para corregirle una ficha de lectura a una alumna y me encuentro enredada con perfiles de maltratadores y víctimas de violencia de género en una suerte de espiral espeluznante que no sé dónde va a acabar, porque lo he apartado a un rincón a ver si se me pasa la matraquilla de preguntarme si alguna vez no sentiría yo algo semejante a lo que le sucede a la protagonista. Y si fuera así, me daría algo…
Luego anoche, por echar tierra al asunto de Marta, me puse a ver un blog de ésos y de repente, por malas artes de la internet, acabé enlazando de un sitio a otro, cuando me salta un nombre a la pantalla: Milli Vanilli.
Saco el Google y tecleo ese nombre en el buscador, pues de pronto mi memoria se sintió golosa de ver de nuevo aquellos preciosos ojos verdes de Rob Pilatus. Abrí dos o tres páginas y me encuentro la noticia fatal de que ¡¡Rob Pilatus había muerto de una sobredosis de pastillas y alcohol el 2 de abril de 1998!!… Será una broma, ¿no?
¡Nooooooo! Es cierto. Abro a toda velocidad, sin pararme siquiera a paladear los bellos ojos de Rob, como 20 páginas del Google y efectivamente lo dice hasta en los periódicos más grandes.¿Dónde estaba yo metida ese día que no me enteré de esto? ¡Son nueve años ya los que han pasado y no me enteré de nada! ¿Tanto tiempo he estado alejada del mundo, de mis ídolos, ocupada sólo de la realidad inmediata? También es cierto que lo último que supe de ellos fue lo del Grammy.
¡Lo del Grammy! Es triste darle en ese momento tanta importancia a algo que no ha dejado de ocurrir desde entonces. Este grupo fue el que pagó el pato por ser el primero. Pero… ¿qué calidad estábamos exigiéndoles a éstos? ¿Y nadie tuvo el valor de mandar a la hoguera a todos los músicos zarrapastrosos que aparecieron después? ¿Y seguimos votando a los que nos engañan durante cuatro años sólo porque nos convidan con una paella unos días antes de las elecciones?
Luego ellos lo intentaron y ya nadie quiso darles una oportunidad. ¡Todo lo que hicieran como músicos iba a ser malo!
Jalo otra vez por el Google y, enredando una tras otra, me sale que lo de Milli Vanilli fue otro de los muchos fraudes de la factoría Farian, junto con el de Bobby Farrell, el de Boney M.
¿Cómo? ¿Que Bobby Farrell también era sólo un cuerpo de bailarín que sólo hacía play-back? No lo puedo creer. Y todo el mundo en aquel entonces bailó con su música aunque ahora quieran negarlo.
En éstas y a punto del infarto, sigo mirando cosas y sale una noticia nada menos que de este pasado fin de semana que dice que Jeff Nathanson, el productor de “Agárralo como puedas”, va a hacer una película basada en la historia de Milli Vanilli y que todos los cinéfilos, que se pasan el día chupando artistas basura en todas las cadenas de TV, están viéndola ya como un fracaso que no interesará a nadie. Pues yo pienso verla, aunque sólo sea por saber qué actor será el que interprete a Rob Pilatus. ¿Acaso todo el mundo no pataleó la semana pasada con la actuación de Belén Esteban y ahora la pobrecita vende más basura en la prensa? ¿Acaso no le sirven los llantos a Cheo para que las murgas lo hagan la estrella de sus shows y él, tan halagado de verse como víctima ridiculizada?
Y como yo sigo buscando para ver si es cierto lo de la película para encargarme desde ya las entradas, me topo con una crítica venenosa que dice que Rob Pilatus tenía lentillas de color verde… ¡Sólo faltaba eso! ¿Todavía hay más? Me estoy planteando si teclear en el Google para saber qué fue de Boy George, pero es demasiado por ahora. No creo que lo resista.
Primero fue Travolta, que se metió en una secta y a hacer de malo en las películas de acción, más tarde Camilo Sesto, liposuccionado, cantando el “Mola mazo”, luego Michael Jackson, que tiene una nariz postiza que se la quita por las noches para dormir en un ataúd de absorción de oxígeno, se metió a pederasta, después Bruce Willis se rapó al cero porque se estaba quedando calvo. ¡Razón tenían mis hermanos en burlarse cruelmente de mis ídolos!
Pero yo siempre he estado segura de que la mayor parte de todo es producto de la envidia, como la que le tienen los fans murgueros a los Tiralenguas, que dicen que quien ganó la final del concurso de Murgas del Norte fue Fabiola, como si no fuera de ambos el mérito y la creatividad.
¡Y lo que nos quedará por ver!
20/02/2007 18:06. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 3 comentarios.
27/01/2007
¡Ojo al dato!
Para los que tengan que organizar los carnavales, después de la polémica que está sonando con lo de Rafael Amargo, que se lleva las perras del pueblo para llamarnos gordas, un consejito: Sigan gastando el dinero en los de fuera, que al final el carnaval parece de todos menos del pueblo.
Y escuchen esta letra, que aunque sea de Las Palmas, es aplicable en todas partes. Gracias a Shamn por colgarla en la red.
27/01/2007 12:36. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
05/01/2007
La historia se repite
Todos los años un día como hoy, o incluso varios días antes, desde que yo recuerde, en mi casa siempre hay algún pequeño ocupado en preparar la cena para los camellos. Mientras más zapatos y más llenos de "maruja", más regalos traerán los Reyes Magos. ¡Qué hermosa es la inocencia!
05/01/2007 13:56. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
31/12/2006
¡¡Feliz año 2007!!
Nos está invadiendo Papá Noel.
Ésta es una buena manera de recuperar nuestra tradición de los Reyes Magos.
Que el año nuevo nos traiga a todos salud y prosperidad.
FELIZ AÑO NUEVO
31/12/2006 19:19. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
29/12/2006
Ésta es para FG
Espero que te guste, que yo sé que sí:
29/12/2006 23:45. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
28/12/2006
¡Ufff, fuerte palo!
Del pleno de hoy, sólo decir que la susodicha secretaria accidental nos saltó al cuello, no sólo a mí sino a los demás concejales que no sabían ni de qué estaba hablando aquella mujer con tanta vehemencia, para aclararnos que ella no fue la que redactó no sé qué papeleo de la prohibición de entrada de las cámaras al pleno, pero que tampoco nos interesa quién fue la que lo redactó, sino quién tenía el culo pegado a la silla que estaba a la derecha de la presidencia en aquel pleno ordinario de noviembre y en este otro de diciembre... Las funciones de secretaria las tiene que asumir con todas las consecuencias en cualquier caso y no tirar balones fuera como si no fuera con ella.
Pues, "amiga mía", con todos mis respetos, si te has ofendido, pido disculpas, que no era mi intención otra que describir los hechos como los interpreta mi modesto entendimiento y, por supuesto, sin tener a mano toda la información que otros tienen, ya que se nos ha venido negando por activa y por pasiva.
Lo triste es que, si tanto nos preocupa lo que digan de nosotros en una página de opinión como ésta, de MI opinión, que no la de mi partido, ni la de ninguno de los compañeros que lo forman, porque yo sí soy libre para opinar lo que me salga de... (y perdonen la vulgaridad) porque vivo en un país democrático, y si encima, de esta opinión no consta en ninguna acta nada, porque tampoco ésta es una página oficial... si tanto nos preocupa, como digo, una nimiedad como ésta, ¿cómo es que no nos preocupa algo tan importante como es el fondo del asunto?
Me refiero a que se ha conculcado un derecho constitucional como es el derecho a estar informados que tienen todos los icodenses, que son unos veintipico mil, y el derecho a informar que tienen los medios de comunicación, que son una pila de gente también (fíjense cuánta gente que puede pedirnos cuenta algún día) para los que, encima y sin ajustarse al cacareado "espíritu del decreto", se ha usado una vara de medir diferente. Eso es lo que debería preocuparnos y en tu conciencia quedará porque todos sabemos quién estaba a la diestra de la presidencia en ambas ocasiones.
Y ahora aquí debería ir la voz solemne de mi madre diciendo lo de "¡Dios está arriba!", frase a la que yo en verdad poco caso he hecho siempre, porque le salí más rebelde... y eso que no soy socialista, porque he oído decir que los socialistas no creen en Dios, que no sé si es verdad, porque yo los veo en misa y en las procesiones y eso, por eso que en este caso no sirve de nada amedrentar con el fuego eterno. Pero como algunos dicen que no son socialistas... También San Pedro era conocido porque negó tres veces a Jesucristo, cuando le convenía, ¿no?
¡Vamos, hombre! Que en Icod nos conocemos todos y lo de que el voto es secreto es un cuento chino.
28/12/2006 20:25. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
16/12/2006
¡Feliz Navidad!
16/12/2006 23:33. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
10/12/2006
Ríos revueltos
No había visto en mi vida tantos chorros de tinta, verdaderas cataratas y ríos de palabras formados de un solo tema y corriendo en una misma dirección y a desembocar a un mismo océano. Que si periodistas, que si políticos de uno y otro bando y de todas las jerarquías, que si magistrados de todas las categorías, aficionados y gente de a pie, en la tele, en la radio, en los periódicos digitales y de papel… Pero la única pluma que me queda por ver -y que estoy, estamos, esperando como quien espera por Dios- es la de Garzón, a no ser que sea, como dicen, de los que tira la piedra y esconde la mano. Y la verdad es que el tema de Zerolo está dando mucho de sí, y lo que dará todavía, y cuanto más objetivamente quiero mirarlo sólo puedo ver que uno, al parecer, vino por lana y lo están esquilando que no veas.
10/12/2006 22:29. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
26/11/2006
¡¡Una artista!!
26/11/2006 19:17. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
12/11/2006
UNA ACLARACIÓN
Dicen que rectificar es de sabios, pero, después de oír esta frase de boca de personas que hacen las cosas mal a propósito para luego, sólo con pronunciarla, detentar la categoría de sabios, simplemente por humildad, me niego a rectificar. En todo caso puedo explicar un poco la situación para que no se me malinterprete, que sé que más de uno puede haberlo hecho. Y además, porque no sería políticamente correcto para una concejala decir ciertas cosas sin aclararlas.
Admito que desde siempre me han gustado las películas en las que se ven escenas de juicios y que admiro esas grandilocuentes defensas que hacen los abogados y que dejan a la audiencia presente en la sala pasmada y boquiabierta. En este sentido me parece un trabajo superinteresante el de un abogado, aunque una cosa sí tengo clara: Yo no podría ser abogada porque nunca entenderé cómo se puede defender lo que evidentemente es una causa perdida o con qué ética se puede defender a un asesino, un ladrón, un violador cuando todas las pruebas lo inculpan.
Pero en cierta ocasión entré en el despacho de un abogado y, mientras lo esperaba, miré a mi alrededor y, justo detrás de mí y frente a su butaca, había un pergamino encuadernado en un grueso marco con el “Decálogo del abogado”. Lo leí atentamente y me quedó grabado uno de aquellos diez mandamientos: “Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya”.
Por eso acepto que mi forma de ver las cosas no es la verdad absoluta… (¡más vale que no!) y sobre todo que nadie es perfecto y que yo lo soy menos que nadie y puedo equivocarme en mis percepciones y en mis opiniones. Por si fuera poco, oigo cada dos por tres frases que corroboran esta idea, sin ir más lejos, hace un par de días le escuché a “Luis”, un entrañable señor holandés de unos 70 años que tengo en mi clase de E/LE, comentarle a su compañero Peter que “Todo es relativo”. Así pues, no me queda más remedio que, si no rectificar, para no dármelas de sabia, por lo menos dejar un poco más clara una cuestión, por evitar los malos entendidos que puedan haber surgido a raíz del artículo “Cinismo y moscas” que publiqué más abajo.
Permítanme que me remita al capítulo 7 del Evangelio de San Mateo, donde decía: “Pedid y se os dará”. Sencillamente, a muchos en Icod nos da la impresión de que hay quien le ha sacado hasta la última gota de jugo a esta frase. No quiero que piensen que critico que los realmente necesitados en este pueblo pidan un trabajo o lo que sea en el ayuntamiento, porque entiendo que el deber de un ayuntamiento es, entre otras cosas, generar bienestar para TODOS los ciudadanos, de forma humilde y no con ostentosas campañas ilegales pagadas con dinero público que podrían ser empleadas para aumentar dicho bienestar. Pero también he pateado este municipio de cabo a rabo en varias ocasiones y he escuchado a gente, a veces en situaciones bastante extremas, quejarse de que del ayuntamiento siempre se benefician los mismos, que realmente no son los más necesitados, sino los que más adulan al que gobierna. Y eso lo ha visto todo el mundo, no es algo que yo acabo de descubrir.
En mi opinión, si está en la Biblia debe ser porque es lícito pedir. Lo molesto no es que haya personas que pidan y obtengan algo del ayuntamiento, aunque todos sabemos que no es una finca particular, aunque muchos crean que sí. Lo que fastidia es que lo que obtengan, y especialmente en cuestión de trabajo, sirva para endiosar a este tipo de individuos que pululan como moscas alrededor de quien supuestamente los ha redimido, y digo “supuestamente” porque en la mayor parte de casos no se les aclara que los puestos de trabajo provienen de convenios en los que el dinero lo ponen otras administraciones que suelen estar gobernadas por otros partidos políticos a los que tanto critican, pero que luego venden como algo propio del ayuntamiento, una generación espontánea al más puro estilo lamarckiano. Y que encima este tipo de gente, sintiéndose poderosa como si realmente lo fuera, nos venga a mirar al resto de los mortales por encima del hombro con vanidad y soberbia, como quien hubiera ganado el cielo, viéndonos a los que no estamos en esa órbita como si fuéramos seres inferiores, simples alimañas insignificantes.
Ya que estamos con frases de eso que los lingüistas llamamos “discurso repetido”, cada vez que presencio escenas de este tipo en que los actores se comportan de forma tan tipificada, me acuerdo de José Manuel, mi Jefe de Departamento el curso pasado -al que extraño un montón por cierto-, que había estudiado su época de instituto en un colegio de curas del cual fue expulsado por rebelde. Jose solía entrar en la sala de profesores, lanzando con una voz apocalíptica y solemne la frase “El señor os lo da; el señor os lo quita”, que no sé si se la sacó de la Biblia o simplemente estaba imitando a alguno de los padres salesianos que le dieron clase, o tal vez habría presenciado escenas similares a éstas.
Y lo que sentenciaba Jose sí que suele pasar, por desgracia, porque este tipo de concesiones suelen ser de lo más fugaces, en la mayor parte de casos nada más que simples fruslerías bisiestas que esconden intereses electoralistas. El único consuelo que nos queda ante actitudes así es que se produzca lo que decía San Lucas: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”, porque ya se sabe que “cuanto más alto se sube, más dura es la caída”.
12/11/2006 01:27. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
17/10/2006
Se me ocurre una pregunta
Se trata de una simple observación lingüística que me preocupa y, por ello, me gustaría leer algún comentario de los lectores al respecto. No sé si ustedes se han fijado, pero yo, por una deformación que tengo, no puedo evitarlo.
¿Por qué últimamente en todo lo que presenta el grupo de gobierno sobre su “Plan Estratégico” y demás, la palabra que salta a la vista, por redundante y repetida hasta la saciedad y el hartazgo, es “COMPLICIDAD” en todos sus derivados? ¿Éstos querrán en el futuro hacernos CÓMPLICES a los icodenses de haberlos apoyado y de haberles confiado el gobierno de nuestro municipio?
A mí particularmente no me está gustando nada “el caminar de la perrita”.
17/10/2006 11:19. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 2 comentarios.
01/10/2006
Un clásico: La cola de El Paredón
Eulalio, ponte bueno, que este pueblo necesita de gente como tú, con esa sonrisa y ese buen humor, siempre y a pesar de todo. Un abrazote.
Todos los viernes, como tengo que entrar a las nueve, salgo una hora antes para atravesar no sé cuántos municipios y llegar a tiempo al trabajo. Justo cuando llego a El Paredón para subir hacia El Amparo, me encuentro una cola endemoniada que se manifiesta en todos los sentidos y direcciones y que logra –o a veces ni siquiera- que la circulación sea lenta e insufrible y que pierda allí diez minutos o más. La pelotera es impresionante y, si no fuera por la ínfima calidad de la carretera y porque conozco de vista a los policías que se pasan allí pita que pita, yo juraría que es la Nacional VI a la altura de Guadarrama más que un tramo de carretera de un barrio de Icod, donde algunos afirman que están “comprometidos con la calidad de vida” y que hay “accesibilidad para todos” y gritan a los cuatro vientos que quieren “carreteras de verdad”.
Afortunadamente sólo tengo que coger un tramo de pelotera,… perdón, de carretera, el que va desde el Lomo Blanco hasta el cruce para El Amparo, porque ya luego subo, en cola también pero con bastante fluidez, y no encuentro ningún obstáculo hasta Guía de Isora de no ser un turista que va lento por desconocer las curvas o algún camión de tonelaje que vaya frenando por la cumbre. Y parece mentira que, después de atravesar tantos municipios, el único embotellamiento sea en Icod. Es, a decir verdad, bastante frustrante para un icodense, porque el siguiente embotellamiento que te puedes encontrar yendo en dirección al sur por la cumbre está en Guaza, en la autopista, pero esa zona supera a Icod en población con diferencia. Vamos, que ya quisieran tener tantos habitantes los que piden constantemente aquello de la “tercera reforma”.
En lo que voy subiendo lentamente el inicio de la carretera de El Amparo, puedo observar de soslayo a la gente haciendo las más diversas tareas dentro de los coches en lugar de impacientarse. Estoy por pensar que la gente sale de sus casas con todo a medio hacer para aprovechar el tiempo en la cola, donde lo más clásico es escuchar reggaeton a toda potencia. Pero también están las señoras que van a trabajar y optan por salir por la puerta hechas unas desgreñadas un rato antes, invirtiendo el tiempo en maquillarse en el coche y así al llegar a su destino guapísimas por sobrarles para esmerarse más tiempo del que necesitan. No sería extraño que les echasen la bronca por llegar tarde por estarse pintando. Otros, muchos, hablan por el móvil: “No, cariño, no puedo llegar a tiempo porque estoy metida en una cola. Mira a ver si hacen el favor en la guardería y lo dejan estar un poquito más”. Y después la voz del locutor: “Icod quiere carreteras de verdad”. Otros tocan la pita desesperados, como si por pitar desesperadamente fuera a pasarse el nerviosismo. El taxista mira el reloj malhumorado porque lleva una carrera para el analista del Centro de Salud. Luego las guaguas de estudiantes para los institutos y colegios. Todos los viernes por la mañana, y todos los días seguramente, llegan tarde. Y llegan tarde también las nuevas contratadas por tres meses que conducen las furgonas de la concejalía de Servicios Sociales, que todos los viernes están en la cola y a la misma altura...
Total que la cola llega a la fuente de El Mayorazgo. Todos los viernes… y seguramente todos los días, aunque yo no la vea. Y ahora a correr que me las pelo por esa cumbre para ganar los diez minutos que he perdido. Cinco o seis municipios más allá sin encontrar ningún obstáculo ni similar ni parecido, para desandar el camino a las dos del mediodía y volver a encontrarme el embotellamiento otra vez en El Paredón como si no se hubiera movido en todo el día.
Para ganar tiempo me miro al espejo y me retoco un poco los labios. Me acuerdo de mi Jose, cojo el móvil y marco a casa: “Amor, a ver si te puedes esperar un poco más, no me dejes las niñas solas que ya voy para arriba. Es que estoy en una cola... en LA cola”.
Al tiempo que cuelgo, subo a tope el volumen del mp3 mientras me va tripeando el son del dembow. Menos mal que siempre tengo medio posillo de backeo para cuando me meto en la cola a janguear con todos los parceros del corrillo. ¿Me estaré volviendo clásica?
01/10/2006 00:05. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
29/08/2006
DE TODO HAY EN LA VIÑA DEL MIRADERO
Mientras espero con impaciencia a que regrese mi marido del trabajo para ir a la plaza a recibir la pelana, me asalta la duda de si en el trayecto de los pelaneros por el barrio se habrá animado la gente y habrá surgido una comisión para hacer la fiesta de Santa Bárbara el próximo año y sobre todo, y ya que es año electoral, me pregunto si esa comisión estará formada por “la gente buena de Santa Bárbara” o por “la otra”, porque según algunos vecinos me han comentado en estos días, cosa a la que en su momento no puse la menor atención hasta que no surgió la polémica (como ocurrió con aquella otra de “una mujer valiente, de las que hay pocas”), para nuestro alcalde (quien en otro tiempo se ofendió sobremanera porque el consejero Wladimiro denominó a mis paisanos del barrio "campesinos", cuando en realidad nos sentimos orgullosos de nuestro campo), en Santa Bárbara parece haber dos (o más) clases de gente, y así lo dejó claro en su discurso del domingo frente a miles de vecinos y autoridades civiles y militares: “la gente buena de Santa Bárbara” (entre los que sólo señaló a tres vecinos y uno de ellos su concejal socialista), y por omisión “la otra”. Digo yo que por oposición lógica de contrarios debemos ser los malos… y a saber por qué motivos. Tal vez sea por no ser sus votantes o por no adularle lo suficiente, pero hay ocasiones en que queda mejor el respeto, la prudencia y la discreción.
Lo siento pero por deformación profesional o por dureza de oído poético no puedo evitar la interpretación recta del sintagma “la gente buena de Santa Bárbara”, y así les pasó a muchos de los que estaban escuchando sin saber un pijo de lingüística. De todas maneras, no veo la hora en que entre mi Jose por esa puerta para aclarar mis dudas.
29/08/2006 17:32. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
19/08/2006
¡Ánimo, Cestos y Bollos!
Hoy quisiera darle mis más sinceras felicitaciones a la recién creada "Asociación Cultural Cestos y Bollos" por haber dado por fin ese paso y constituirse como tal en pro de la defensa de nuestra tradición.
También, y en nombre de mi familia, agradecerles a los componentes de la Asociación, o a quienquiera que haya sido, el que eligieran como imagen ilustrativa en el cartel de promoción de este año precisamente el primer cesto que hicimos en mi casa sin el amparo de la mirada vigilante de mi padre, quien siempre fue muy perfeccionista y creativo en la confección de cestos.
Muchas gracias. Entre todos seguiremos colaborando para que esta tradición se mantenga viva y con ilusión todos los años. Que tengamos unas felices fiestas.
19/08/2006 14:48. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
28/06/2006
Lo del hámster era una broma.
A Coromoto, mi compañera de Corporación.
Un hámster no, querida Coro, nunca tuve un hámster, y no porque le tenga manía a un animalito tan guapito de cara, sino porque, además de que lo considero incompatible con tener las niñas y de que no dispongo de tiempo para dedicarle, esos animalillos que no muestran emociones y en apariencia sufren tics nerviosos en sus anatomías (como hámsters, ranas, ratas, serpientes, ratones y loros varios) me resultan estresantes y lo que menos necesito en mi vida precisamente es estrés. De hecho, hoy por hoy no tengo animales ni plantas en casa, precisamente por sendas experiencias traumáticas que me sucedieron en el pasado.
Te contaré una de ellas, ya que en su momento no consideré “políticamente correcto” decirla en medio del pleno, y la próxima vez que nos veamos quizás habrá pasado mucho tiempo y tampoco valdría el ejemplo tan a toro pasado.
Los cinco primeros años de mi matrimonio fueron los más solitarios y miserables de mi vida y cada vez que los recuerdo no puedo por menos que autocompadecerme. Cuando eso, aún no tenía niñas, pues Iris, mi mayorcita, nació justamente la noche de mi quinto aniversario de bodas. Durante esos cinco años yo era lo más parecido a una ermitaña que se puede encontrar en muchos kilómetros a la redonda. Mi labor diaria consistía en levantarme a las ocho y media, desayunar, hacer la cama y limpiar un poco, asearme y vestirme, bajar a comprar el pan y ponerme a estudiar para preparar mi tesis, almorzar, seguir estudiando, dar dos o tres horas de clase, seguir estudiando, preparar la cena, recibir a mi marido, cenar y acostarme hacia las diez y media. Todo automático y rutinario todos los días de la semana, y, a excepción de ese rato que pasaba con la señora de la venta, mis alumnos y mi esposo, el resto del tiempo lo invertía en una soledad, un mutismo y un ensimismamiento total. Vamos, que poco menos que parecía que estaba compitiendo con los trapenses.
Un día que, saliendo de la rutina, fui a visitar a mi abuelo, éste me dijo que Botas Blancas, una gata que tenía de personalidad un tanto huraña, había parido y que si quería un gatito que eligiera. Fui, pues, más contenta que unas pascuas a ver los cachorros, seguida y a veces guiada por la recelosa madre. Me quedé fascinada ante semejante cosa. Eran dos, pero de lo más raro que había visto en su especie. Botas Blancas era, y todavía, aunque viejecita, es una gata común de color gris oscuro, con la nariz y las uñas negras, y las patas blancas como si fueran botas, y de ahí su nombre. Al parecer había tenido sus líos con el siamés del vecino y, por gajes de las leyes de Mendel o yo no sé qué, los cachorros eran unos híbridos rarísimos. Uno era de ese color rosa siena de los siameses, pero con rayas atigradas, la piel muy suave y los ojos azules. La otra era un poema vanguardista que yo no acierto a describir con certeza: tenía partes del pelaje en amarillo, las patas en siamés atigrado, la barriga blanca, parches de gris claro y oscuro, el rabo en rayas, la piel muy suave… Todo un collage con cuatro patas. Cualquiera diría que Botas Blancas tenía tanta creatividad que había hecho un experimento con todos los gatos del lugar.
Mi abuelo esperaba impaciente que eligiera mi mascota y, para su sorpresa, no elegí el bello ejemplar siamés atigrado de ojos azules, sino aquel bicho raro…, porque no se podía llamar de otra manera. Y mira que se empeñó en convencerme de que era un gato muy feo, que luego me arrepentiría y que el otro ya lo tenía comprometido para su ahijado y no habría posibilidad de devolución. Y aunque intentó, sin lograrlo, persuadirme de que era pronto para alejarlo de la madre, me traje a casa aquel raro espécimen felino al que llamé Michín, porque eso es lo que sería desde entonces, mi “chin”, mi mascotita, mi pequeño talismán, mi compañera. Y como era tan chiquitita, tuve que alimentarla como a un bebé los primeros días y eso lloraba y lloraba que daba pena. Al faltarle su madre, adoptó la costumbre de chuparse su propio vientre, que era lo que más se le parecía al seno materno, en busca de la leche de aquélla. Ciertamente ahora reconozco que fue un crimen separarlos de manera tan precipitada, pero mi ansia por tener a alguien que me acompañara en mis días solitarios era tanta que ni me planteé el sufrimiento de aquel animalito.
Ya tenía con quien hablar y ella era para mí como una confidente que me ayudaba a que mi voz no saliera de ultratumba por no usarla en todo el día. Michín era, de hecho, bastante confianzuda porque se crió sobre mis piernas… o las de mis alumnos. Nos hicimos inseparables hasta el punto de que yo iba al supermercado y ella me seguía hasta allí como si fuera un perrillo faldero, cosa que asombraba a los vecinos. Hasta que una vez se encontró con un perro grandote suelto en la calle y se asustó tanto que se encaramó en un pino y casi no acabamos de bajarla. Desde entonces no volvió a pasar del pino para abajo. Me esperaba allí agazapada hasta que me viera regresar. Reconocía el ruido de su caja de galletas cuando era su hora de comer, dejaba que la bañase sin rechistar…
Un día apareció con una “barriga”. Fue la primera vez que vi un parto. Casi diría que la única porque en mi primer parto perdí la conciencia y el segundo fue tan rápido que no me dio tiempo a catarlo. Pese a que mi madre insistía en que la dejara que los gatos paren solos, que me podía impresionar, hicimos un buen equipo. Con sus ojitos parecía decirme que le echase una mano y yo la alentaba para que empujara cada vez que la veía arrugar el hocico porque se acercaba una contracción. Y con gran emoción vi nacer tres gatitos, raros, nada que ver con la madre. Uno era completamente gris, precioso, de ojos azules, otro era peludo y casi negro, de pelaje suave como de angora y el tercero era más chiquito, de pelo liso y de un negro retinto con los bigotes blancos y unos ojos verdes fosforescentes. Cualquiera sabe quién era el padre de aquella camada tan dispar. Cuando fueron independientes los regalé a mis alumnos y me volví a quedar con Michín, ya que toda aquella prole era mucho para mi precaria economía.
Una tarde, después de comer, estando yo en el patio estudiando y apenas una hora antes de que llegaran mis niños a clases particulares, escuché en la calle el ruido de un coche, un ruido inconfundible a fuerza de oírlo todos los días a la misma hora. Se paró delante de mi casa unos segundos y prosiguió al poco su marcha lentamente. Más tarde pasó otro coche de ruido inconfundible que también se paró unos segundos y a continuación siguió a toda velocidad. No le di la mayor importancia hasta que un buen rato después, una muchacha del caserío que todos los días venía a tomar café a casa de mi vecina, me tocó en la puerta y me dijo: “Camichas, ¿ese gato que está ahí fuera es tuyo?” Abrí los ojos como platos. ¡Efectivamente era Michín! Estaba completamente aplastada en la orilla de la carretera con los ojos fuera de sus cuencas, envuelta en sangre. Sé que es fuerte leer esto. Créeme, querida Coro, que para mí sigue siendo doloroso evocarlo ahora.
¿Qué podía hacer yo, sola? La mujer se alejó un poco y varios vecinos, que sabían y habían estado viendo la escena desde hacía rato, se quedaron expectantes para ver mi reacción. Muy entera y sin soltar una lágrima, entré en casa, cogí un par de bolsas y, ayudándome como si fueran guantes, introduje aquellos desagradables despojos de mi compañera en una de ellas y la puse allí, junto con la basura, a falta de un lugar más idóneo, no sin antes decirle: “Gracias por todo, Michín”.
Una de las vecinas que estaba presenciando la escena, se metió para adentro y cerró la puerta y después me contaron que se hinchó a llorar. El mundo, que también se había parado unos instantes, continuó su lento y eterno giro. Luego entré en casa, llené un cubo de agua y baldeé la calle para que mis niños no tuvieran que presenciar los restos de aquel crimen. Cuando por fin regresé tras acabada esta ingrata tarea, me derrumbé totalmente en aquella triste soledad. Entonces cogí el teléfono y llamé a mi madre llorando a moco tendido: “Mami, me mataron a Michín”.
Una de las vecinas que lo había presenciado todo me dijo unos días después que el primer coche se paró a esperar a que la gata, que estando en una orilla con intención de cruzar la calle, lo hiciera, para, acto seguido, acelerar y atropellarla. El segundo coche simplemente se detuvo a mirar el espectáculo y salió corriendo a toda velocidad seguramente horrorizado. Y los vecinos, cuando ya me avisaron, estaban todos enterados y esperaban a ver quién era el guapo que me lo decía, quien le ponía, nunca mejor dicho, el cascabel al gato, conociendo el aprecio que yo le tenía a aquel extraño animal. La muchacha que me avisó casualmente pasaba por allí y se encontró con el espectáculo.
Por eso, querida Coro, no sólo en las vías de competencia del Cabildo, sino en las municipales, es necesario contar con alguien con experiencia que se dedique a esta labor de recoger un animal muerto, pues esta acción puede dejar cicatrices imborrables en los que no estamos preparados, vecinos del municipio que a diario se encargan de retirar cadáveres de animales de nuestras calles y caminos.
Por eso, también es necesario ese Reglamento de tenencia de animales que tanto ha tardado en parir el Equipo de Gobierno, porque lo que no es de recibo es que yo tenga que encontrarme todos los días una caca de perro delante de mi puerta cuando yo, para no molestar a mis vecinos, ni siquiera tengo perro.
Por eso también, querida Coro, el asesinato de Michín no pudo ser denunciado y quedó impune, habiendo un solo coche de ruido inconfundible que todos los días pasaba a la misma hora y habiendo como había testigos del crimen. Por eso también está quedando impune todo “lo otro”, por existir vacío legal en este municipio al respecto de la posesión de animales. Hace falta que todos tomemos conciencia de que esa ordenanza es necesaria, y quienes ahora tienen la potestad para llevarla a cabo ya sabes quiénes son.
28/06/2006 12:46. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
31/03/2006
María no es sólo una novela colombiana
La semana pasada, durante unas jornadas organizadas por el Departamento de Orientación, la ponente de IDEO, como venía sola, para poder mostrar a los alumnos el funcionamiento de www.juventudcanaria.com, me pidió que le echara una mano con la proyección, al tiempo que ella explicaba a los alumnos la estructura y contenidos de la web. Ni corta ni perezosa me puse a marcar la clave de acceso al sistema, que se proyectaba, a su vez, en la pantalla grande, mientras los chicos, muy atentos, observaban cada movimiento del cursor. Cuando terminé de anotar lo que mi memoria consideraba que era el “ábrete, sésamo”, los alumnos de tercero de ESO allí congregados, más de sesenta en total, todos a una me dicen “¡es cuatro no nueve!” “¡Dios, verdad!” El error supuso tres minutos más de tardanza para cargar la configuración, pero no me sirvió de escarmiento.
No lo he comprobado, pero creo que al que nos acordemos de ciertos datos y nos olvidemos de otros lo han de llamar “memoria selectiva”, y yo no suelo recordar ni claves de acceso, ni teléfonos de amigos y familiares, ni tan siquiera la matrícula de mi coche o el número de mi cuenta bancaria o de la seguridad social y a veces hasta mi propia edad he llegado a olvidarla… ¿Para qué ocupar megas en el cerebro con algo que puedo anotar en una agenda o que puede apuntarme cualquiera en un momento determinado?
Sin embargo, muchos hechos y palabras, incluso textuales, permanecen grabados en mi “disco duro”, cosa bastante sospechosa cuando soy incapaz de recordar el tan cacareado verso que sigue a “Del salón en el ángulo oscuro…”, lo que, por otra parte, y además de avergonzarme, creo que es un delito para un profe de literatura.
El pasado martes, al final de un pleno realmente asombroso y lamentable por lo antidemocrático que nos lo han hecho pasar, en el que se permitió, además, grabar a la cámara de ACD (Me gustaría saber qué habrá pasado para que haya sucedido tal evento, si es verdad que habrá muerto el Pato Donald o es que se acercan momentos cruciales y determinantes en el ciclo político para que nuestro Alcalde varíe su postura respecto a la entrada de cámaras de televisión en el pleno, o es que tiene preferencias, por llamarlo de alguna manera, por algunos medios concretos), la señora Alonso, jefa del Gabinete de Prensa del ayuntamiento, se dirigió a mí en estos términos: “Perdona, Camy, pero mi nombre es María y no Marialoli” y dio una vuelta sobre los tacones y se alejó a toda velocidad contoneando su trasero, parecido al que tenía yo con diez años menos (todo hay que decirlo), sin esperar respuesta de ningún tipo.
Cualquiera, leyendo una frase así, podría deducir que Camy ha llamado a María por un nombre que no era el suyo. Pero se ve que las enseñanzas que intentó inculcarme el profesor Garrido en segundo de BUP, aquella ley newtoniana de la dinámica, llamada “Principio de Acción y Reacción”, no sirvió para catapultarme de mi sillón, mientras que los Francis sí saltaron desde cada uno de mis laterales impulsados por un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado cuyo objetivo era merendarse a aquella desmemoriada que había olvidado el sitio donde estaba, a quién se acababa de dirigir, de dónde sale su sueldo y, sobre todo, el tono intimidatorio que acababa de emplear, sin siquiera preguntarse las razones que me llevaron hace casi un año a usar el apelativo de Marialoli para nombrarla.
“¡Ah, de acuerdo!”, pensé, mientras los Francis le exigían que se comportara y tuviera un mínimo de respeto.
Soy inocente. Pero si no ando mal de entendederas y de memoria, esta señora se llama María Dolores y el malsonante hipocorístico simplemente lo deduje por aquel entonces en que ella era apenas una recién contratada que sustituía en el gabinete de prensa al “bueno de Andrés” (el cual duró menos que un dulce en la puerta de un colegio por cualquiera sabrá qué oscuros motivos), de dos de las tantísimas resoluciones de alcaldía que se dan como tomas de conocimiento en casi todos los plenos y que todos aquellos piensan que no conocemos o no leemos.
Y sí que conocemos y leemos, sí… y más de lo que cualquiera de ellos pueda creer. Y tanto es así que en aquella resolución decía algo así como que el nombramiento de esta señora como “jefe de prensa e información” habría de cesar cuando así lo dispusiera libremente la alcaldía y que, de igual manera, cesará automáticamente cuando cese o expire el mandato de dicha alcaldía; que la retribución del interesado se fija en la “cantidad bruta anual de bruta anual de” (nunca supe qué ni cuánto quería expresarse con esta… “cifra” fantasma, pero me hago la idea de que debe ser “brutalmente” prohibitiva cuando no la pone en la resolución) y que el gasto de dicha retribución se afronta con cargo al correspondiente crédito del presupuesto municipal vigente, lo que quiere decir que todos los icodenses, con nuestros impuestos, pagamos el sueldo de esta señora que se acababa de dirigir a mí, que represento a muchos de ellos, con tono amenazador y que, en una ocasión, dijo delante de mis narices que ella escribía al dictado de “su” alcalde, que es “quien le paga el sueldo”, como si su alcalde no fuera el mismo que el mío y su sueldo no fuera el mismo que sale de nuestros exorbitados impuestos. ¡Ay! Esta memoria selectiva es el demonio personificado: Acabo de recordar a mi compañero José Manuel cuando entra como un profeta apocalíptico en la sala de profesores y dice con los brazos abiertos en cruz “El Señor os lo da, el Señor os lo quita”.
¿Adónde vamos a parar? Hasta donde yo sé, las normas generales de protocolo dicen que el tratamiento correspondiente a un concejal es “Señor Don” o “Señora Doña”, según sea el caso. No es que sea tan pretenciosa como para exigir que esta señora me trate así, pero tampoco como si yo fuera el último gato que come en la bolsa de la basura de cualquier callejón sin contenedores de los muchos que hay en este pueblo. Pero claro… en mi pueblo, por más que lo hemos pedido, el reglamento de protocolo no es conocido por los de arriba, pero menos aún por los de abajo, que de la noche a la mañana se endiosan que no hay quien los aguante.
Pues, de acuerdo.
Así como a mí no me molesta (aunque hay que reconocer que la confianza llega a ser a veces hasta vomitiva) que algunos sin mi permiso me llamen no Camy, sino Camicha -o incluso María- y no me inmuto porque lo entiendo hasta cariñoso o… hecho de mala leche para incordiar según se mire y la página web al frente de la cual figura esta señora como jefe de prensa es un clarísimo ejemplo, creí que a ella tampoco le iba a molestar que hablase de ella como Marialoli y me parece incluso un poco infantil y desconozco la intención de que me saque este trapo sucio a estas alturas, pues, como dije más arriba, el artículo en que la denominé así estaba firmado el 27 de julio de 2005 y creo que ha habido algunos fructíferos intercambios entre nosotras bastante más cercanos como para que este asunto pasase inadvertido y hasta anecdótico, digo yo, en aras de anteponer una incipiente “amistad” a bagatelas sin importancia.
Sin embargo, parece que lo que debo entender es que se avergüenza de su nombre. ¿Pero qué iba yo a saber, inocente de mí, que le era agresivo o molesto su nombre? Entiendo que tendrá sus motivos para no querer llamarse Dolores, claro, y es normal que no nos sintamos identificados con nuestro nombre porque, al fin y al cabo, nadie nos preguntó cómo queríamos llamarnos y al final nos llaman los demás como a ellos les apetece. Sin ir más lejos, yo soy María del Carmen cuando mi madre está enfadada y trata de imponérseme, María cuando se me quiere ningunear entre mucha gente con nombre igual (así es el caso de la página web al frente de la que esta señora figura como jefe de prensa), Camy para los amigos a los que les permito usarlo y Camichas para los que me conocen desde pequeña, esto es, mi hermano Javi, que fue el primero que lo usó, algunos de mis tíos o primos y alguna amiga de la infancia. Los demás, si nos atenemos a lo del permiso explícito, llegan a ser yo diría que usurpadores. Pero me parece una cosa tan insustancial discutir por esto que no sé qué hago yo perdiendo el tiempo escribiendo este artículo.
Si ya es lamentable que la celulitis se apodere de las caderas de quien hace vida sedentaria, como es mi caso, más peligrosa es la celulitis mental de quien ha olvidado cuál es su puesto, así que me voy a dar un paseíto con mis niñas antes de que anochezca.
31/03/2006 18:25. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 1 comentario.
11/03/2006
¡Gracias, Dios!
Gracias, querido Dios, por cuidarnos a Domingo para que no nos dejara para siempre. Ahora que ya está entre nosotros de nuevo, esperamos que Tú tampoco faltes a nuestra próxima reunión. Ya verás que es cierto lo de las arepas.
11/03/2006 14:32. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
24/02/2006
REDACCIÓN COLECTIVA: “Blancanieves y los siete enanitos” (Por los alumnos de 7º de E.G.B. de Lengua del Colegio Nicolás Estévez Borges, curso 1980-1981)
A la memoria de don Jesús Martín Ruiz, mi maestro de Lengua, a quien nunca pude expresarle cuánto me gustaban sus clases de los viernes
BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS
“Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, existía un reino en el cual vivía una preciosa niña llamada Blancanieves, que era la hija del rey. A pesar de su belleza, aunque sólo tenía nueve años, era muy desdichada, porque su madre había muerto cuando ella nació.
Su padre, el soberano, joven todavía, decidió volver a contraer matrimonio con el propósito de que su hija tuviera, aunque sea, una madrastra.
La nueva esposa del monarca era una mujer muy hermosa. Tenía un espejo mágico, al cual solía preguntar todos los días por la mujer más bella del mundo.
-Espejito, espejito –le decía insistentemente la reina -¿Quién es la mujer más bonita de la Tierra?
-Tú, señora y reina mía –le contestaba invariablemente el espejo –Tú eres, indiscutiblemente, la más hermosa de todas.
Así fue transcurriendo el tiempo, preguntándole constantemente lo mismo. Mientras, Blancanieves seguía creciendo en edad, belleza y sabiduría.
Un día, cuando la princesa cumplió los dieciocho años y la madrastra fue a hacer la clásica consulta al espejo, éste le respondió:
-¡Oh, señora mía! Yo creo que estás envejeciendo, y por eso, siento muchísimo decirte que ya no eres la más bella.
-¿Cómo va a ser eso? –gritó furiosa y sorprendida la reina –Dime inmediatamente quién es esa que me supera en belleza.
-Ésa, señora, es la princesa Blancanieves. Tú has pasado a ocupar el segundo puesto.
Ni que decir tiene que la reina se llevó un disgusto tremendo e intentó buscar inmediatamente alguna solución para acabar con Blancanieves y volver a ser ella la más bella. Por fin, tras mucho meditarlo, creyó haber encontrado un plan perfecto.
-Criado, acércate que quiero hablar contigo –le ordenó a uno de sus servidores más fieles.
-Estoy a su disposición, Majestad.
-Tengo una misión muy importante para ti y quiero que la ejecutes al pie de la letra. No quiero fallos. Nadie debe saber nada de nada. Si lo haces bien –prosiguió la soberana –te daré un Mercedes Benz y un chalet en la Tierra del Trigo. En cambió, si fallas, te enterraré vivo en un pozo.
-Muy importante debe ser esa misión –respondió el criado, ignorante de lo que le esperaba –decidme en qué consiste y la cumpliré a rajatabla.
-Muy bien. Quiero que lleves a Blancanieves al bosque de las Mercedes, la mates y me traigas su corazón como prueba de que has cumplido mis órdenes.
El criado se quedó de piedra pómez. Se puso blanco, tragó nudos y, al final, casi tartamudeando, acertó a decir:
-Su… supongo que su… su Majestad estará vacilando conmigo, ¿no?
-¿Cómo que vacilando? Ni vacilando ni nada, te estoy hablando muy en serio. O cumples mis deseos o ya sabes lo que te espera, ¿O.K.?
El criado, viendo que no le quedaba otra opción, salió temblando de la cámara real dispuesto a cumplir tan cruel misión, y fue a hablar con Blancanieves.
-¡Hola, Blancanieves! Seguramente no me conoces, pero soy un criado de palacio y me llamo Casimiro –se presentó muy cortésmente el servidor –Me caes muy simpática y, como tengo esta tarde libre, me gustaría dar un paseo contigo.
-¡Ay, qué bien! ¡Con lo que me gusta a mí el tenderete…! Bueno, acepto la proposición, si tú me pagas el viaje.
-¡Estupendo!- exclamó Casimiro –te espero a las tres en El Calvario para coger la guagua de las cuatro que nos llevará al Monte de las Mercedes.
-De acuerdo. Allí estaré puntualmente. Voy a arreglarme un poco y preparar una merienda a base de bocadillos de lentejas.
-¡Bocadillos de lentejas! ¡Yas, con lo que me gustan!”
Una cariñosa evocación, además, para los compañeros de 7º A (1980-81) del Nicolás Estévez Borges, que aquel año compartimos ratos estupendos, entre los que alcanzo a recordar a Tomás Armando Martín, Carmen Rosa Dorta, Ángel Pérez, Mari Nieves Luis, Carmen Dolores López, Fernando Expósito, Marcos Toste, Carmelo Socas, Antonio Luis Martín “Antonito”, Antonio Aguiar, Bienvenida Beatriz Yanes, Rosa Isabel (de Santa Bárbara), Rosa Amelia (de Llanito Perera), Estrella (de Las Canales), Mª Dolores (de Las Lajas), Javier y Obelecia (de El Amparo), Esther (de Los Piquetes), Chus (de San Antonio), Carmen Rosa (de Las Lajas), Carmen Eudelia y Mari Carmen (de La Vega), y un recuerdo también a los profesores que nos dieron clase en ese año don Félix (Música y Gimnasia), don Roberto (Matemáticas y Naturales), don Antonio Andújar (Sociales), don Jesús Castejón (Inglés) y para otros que no están, como don Francisco Ardévol Blanch, “de quien intenté copiar la hermosa caligrafía” (en mi caso siempre más imperfecta que la suya).
24/02/2006 20:20. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías Hay 4 comentarios.
10/02/2006
Nunca mais (pensamientos un tanto ingenuos)
No sé por qué pero me da la sensación de que nunca más volveré a sentir la felicidad de cuando era pequeña. No hay nada como la sensación de ser pequeño y sentir que todo lo que te rodea tiene unas dimensiones espectaculares y que todo se vuelca para lograr que quien es pequeño esté a salvo. Me pongo a observar a Iris y me veo a mí misma, años atrás, pidiéndole a mi padre que hiciera de Supermán para arreglar lo que no tenía arreglo. Nunca supe cómo lo hizo pero se las arreglaba para no defraudarme y no recuerdo nada que él no pudiera devolverme reparado, y aun siendo mayor, cada vez que surgía algo que no fuera capaz de arreglar por mis propios medios, volvía a ser pequeña y a pedirle a papá que me lo arreglara y así todo volvía a sonreír solucionado.
También, cuando jugábamos en la calle o en los matorrales cercanos, donde los malos eran muy malos y los buenos éramos nosotros, la resolución de los conflictos entre buenos y malos, ya que ni papá ni Supermán estaban por aquellos contornos, le correspondía a la policía. Todos queríamos tener el rol privilegiado de ser la todopoderosa policía que resolvía conflictos, que protegía de todo mal y que se llevaba a los malhechores a cumplir condena por los siglos de los siglos.
Pero el tiempo no pasa en balde. Ha desaparecido tristemente el sueño de mi infancia. Treinta años después yo y los de mi generación intentamos apañárnoslas: ya no está papá para buscar soluciones a mis pequeños desaguisados caseros y tampoco aquel pobre hombre que fue Supermán, que paradójicamente cayó de un caballo y se quedó tetrapléjico, sin poder mover apenas la sonrisa y poco más... ¿Y la policía? La todopoderosa policía es, a mi parecer y al de muchos ciudadanos que la perciben de igual modo, más vulnerable y débil que el resto de la gente... o a lo mejor los realmente vulnerables somos el resto de la gente que hemos perdido la felicidad infantil de sentirnos protegidos. La situación es, como mínimo, para aterrarse.
10/02/2006 18:53. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
02/02/2006
La magua del Mencey Pescador (de Camy Domínguez)
De “la niña de los ojos de Blas” a Erik Cichosz, por su generosidad con los icodenses
Mil veces he vuelto a subir por aquellas escaleras solemnes por las que subí una vez tras los pasos de don Julio, allá por el verano de 1955. Y mil veces he evitado mirar a los ojos de Belicar, que con los brazos en alto juntos a los otros traidores, observa siempre mi ascenso, inmóvil en la pared del fondo. Esos ojos, de mirada terrible y bondadosa, que todavía, cuando los recuerdo, hacen que la espina implacable se clave con más fuerza en lo profundo de mi alma.
Pero hoy, sin embargo, algo distinto ha sucedido que ha llenado de alegría mis atormentados ascensos. Como siempre, evité los ojos de Belicar, no fuera a descubrir en los míos a los de la eterna enamorada de su sensible corazón y su gallarda figura, los de la novia paciente que todo lo perdona por amor. Algo de una fuerza superior a la gravedad terrestre tiraba de mí con ímpetu peldaños arriba. Llegué al último escalón casi sin fuerzas y allí, en la lobreguez del oscuro pasillo de pared innoblemente descascarillada, estaba él, mi amado Belicar, el hijo de Chincanayro el Grande, con el pequeño guincho que aún no sabe de las maestrías de la pesca.
Recordé entonces con estremecimiento cuando me envolvía como un manto la suavidad de su piel morena cubierta de suave vello ensalitrado. Y sin querer, sus ojos color miel volvieron a cautivarme para siempre.
Desde mi escaño puedo verlo enmarcado por la puerta del salón noble y, de vez en cuando, intercambio con él miradas furtivas que me devuelven el recuerdo de la que fue nuestra agreste felicidad pasada. A ratos lo miro con gran impotencia y me pregunto por qué no está, como debería, en una “Casa Azul” como la de Coyoacán, en la calle Londres esquina Allende, 59, ¿o es que acaso el sueño dominical de Diego Rivera no fue igual de importante para la historia de México como mi amado Belicar para la de Icod?
Pero de momento, ahí sigue, en una pared innoblemente descascarillada, mirándome como el Dios que está arriba.
02/02/2006 16:03. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
29/01/2006
"A falta de pan, buenas son tortas"
Como anoche no tenía nada que hacer (es un decir y una forma de hacerme la sueca con la tonga de exámenes que tengo por corregir ahí sobre la mesa), me puse a hacerle sitio en la red a toda la información acumulada que tengo desde hace tres años sobre Coalición Canaria. Se trata sobre todo de resúmenes de plenos y notas de prensa (en su versión original), ordenados cronológicamente desde las más antiguas a las más recientes.
El porqué de este nombre es muy sencillo, casi transparente, y tiene una doble ruta. En primer lugar quiere decir que si el grupo de gobierno no informa a los ciudadanos, que están en todo su derecho de conocer, sobre lo que ocurre en los plenos, yo pongo a disposición los resúmenes, bastante objetivos y fieles a lo ocurrido dentro del salón plenario, aunque también aburridos, claro. El hecho de que pertenezca a un grupo político no les resta objetividad, puesto que antepongo el interés que pueda tener un historiador que se acerque a los hechos a mi propio interés político.
En segundo lugar, "a falta de pan, buenas son tortas", debido a que este apartado no se está actualizando en la web oficial de Coalición Canaria Icod, y mientras no se haga efectiva dicha actualización, no es cuestión de que esta información no llegue a los ciudadanos.
Una tercera interpretación también es posible y la dejo a la imaginación del lector.
En cuanto a las notas de prensa, tienen su razón de ser por el hecho de que nunca salen en los medios con toda la fidelidad deseable al texto original y una mínima palabra puede alterar la intención inicial de quien la escribe. Muchos periodistas no suelen respetar el texto original y por ese motivo a veces es preferible consultar la noticia en su fuente inicial a que nos la cuente otro que la interpreta a su libre entender.
El apartado de notas de prensa aún no está listo y en el de plenos me faltan unos cuantos de los más recientes, que los iré subiendo en los próximos días.
No sé si me saldrá el enlace aquí para pincharlo directamente, pero de todas maneras, lo pueden pinchar desde el apartado de enlaces de este blog.
Así pues, la ruta del blog "Coalición Canaria Icod: "A falta de pan, buenas son tortas"" es la siguiente: http://coalicioncanariaicod.bitacoras.com
29/01/2006 12:06. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
12/01/2006
Dios, ¿estás ahí?
No permitas que se nos muera Domingo, para que podamos disfrutar de sus anécdotas y su sonrisa y de aquellas enormes arepas asadas y de los tequeños y los pasapalos y sobre todo de su compañía. Amén.
12/01/2006 19:40. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
09/01/2006
Amenaza de nevada
Me estaba pareciendo extraño que mis manos estuvieran tan heladas. Siempre conduzco con la ventanilla abierta para superar la claustrofobia, por la mañana menos, porque, además de que hace más frío, el viento en mis oídos me puede ocasionar pérdidas de audición que pueden repercutir en la comunicación con los alumnos. Pero esta mañana, cuando tomé la carretera de Las Cañadas, me sobrecogió no sólo ver el Teide nevado allá enfrente, sino ver las laderas de Izaña, justo a menos de un kilómetro del colegio, también nevadas. Realmente precioso, y yo me dejé la cámara en casa. Cuando me bajé del coche hacía un frío que pelaba y lo peor de esto es que el frío promete ir en aumento y que nevará por encima de los mil metros. A ver si voy a presenciar una nevada por primera vez en mi vida... Cuando entré al colegio, me dije “A ver quién es la guapa que se trae un modelito con asillas y la barriga por fuera”. No tardé dos minutos en despejar la incógnita: Laura traía sus michelines por fuera, Josué iba en manga corta y Cathaysa, además de la barriguita al aire, llevaba una miniblusa con un hombro en asillas, aunque su piel parecía una carne de pollo de lo más agresiva. En la sala de profesores comenté lo de las indumentarias de los chicos y Suso, con sus comentarios siempre tan apropiados, contestó: “Es que son del mismo centro de Benijos”.
09/01/2006 16:34. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
07/01/2006
¿Feliz navidad?
Creo que la gente se está volviendo loca… y lo peor de todo es que yo irremediablemente con ellos, porque esto de celebrar la navidad se está convirtiendo en un delirio inversamente proporcional al razonamiento que le va quedando a uno.
Cuando yo era pequeña, la ilusión de celebrar la navidad consistía en ir toda la familia a casa de abuela Carmen y estar con mis primos, atiborrándonos casi a escondidas de peladillas, comer aquel delicioso pescuezo de gallina relleno que ella preparaba con sus sabias manos y al atardecer echarnos unas risas disfrazados con los trapos viejos que estaban en el cesto del pajero, cosa que sacaba de quicio a la pobre mujer, sobre todo cuando uno de nosotros, o mejor dicho, “una de nosotros” –ya saben cuál- se atrevía a sorprender el pudor la familia poniéndose las enormes bragas hechas jirones que mi abuela, confiada, ocultaba en el fondo del cesto.
Después, en año nuevo, ya yo era más mayorcita, cuando fui una vez a casa de mi prima Yaya, que en paz descanse, y me tomé un vaso de sidra para brindar por el año nuevo. Tal vez hubo uvas por primera vez en mi vida, pero tampoco las recuerdo. Quizás el motivo para esa desmemoria fuera que los apenas cuatro volúmenes, o así, de la Zarracina se me pusieron de sombrero y ya no di pie con bola en toda la noche porque yo sólo quería irme a dormir.
Pero los reyes fueron la mayor ilusión de mi infancia. Mientras no supe que los reyes “eran los padres”, que tampoco recuerdo exactamente cuándo fue, mi felicidad ese día era completa. Recogía en el huerto la marujita para los camellos desde por lo menos una semana antes y la atesoraba entre unas piedritas, hasta darme cuenta de que me había precipitado y de que para la noche de reyes eran ya nada más que unos tristes yerbajos secos. Pasé muchas vísperas de la mágica noche con los ojos desorbitados en la oscuridad, mirando con anhelo la puerta de mi habitación deseando que amaneciera y aguzando bien el oído, no fuera que mis padres me llamaran para abrir los reyes y no estuviera lo suficientemente atenta. Alguna que otra vez me asomé al lomo del barranco que está por afuera de casa y creí ver a un camello subiendo calle arriba. Lo mismo era algún vecino que tenía burro y yo, con mi desafuero por ver a los reyes o con las sombras del atardecer, creí que la bestia sería de otra especie.
No sé dónde habrán ido a parar la austeridad y la ilusión de aquellos años. No sé cómo se escapaban mi madre o mi abuela para comprarme alguna muñequita hueca de plástico con la cabeza de goma y el pelo escaso colocado por capas que giraba la cabeza de un amarillo decolorado como Regan McNeil, la niña de El Exorcista. Tampoco sé dónde consiguieron aquellas bolitas de cristal que colgaban del pino, natural en ese entonces, que los últimos días de navidad ya estaba reseco. Dudo mucho que se hubieran planteado alguna vez el gastadero de perras y la sinrazón que están ocurriendo en nuestros días, pero nunca recuerdo que mi madre saliera de casa más de lo imprescindible para comprarnos los reyes. O a lo mejor es que de verdad venían aunque fuera en burro.
No sé. El caso es que este año me encuentro envuelta en un delirar de almuerzos, cenas y picoteos de todo tipo: de los profesores del instituto, del jurado de belenes del colegio de Santa Bárbara, de las madres y componentes del APA de dicho colegio, de afiliados de Coalición Canaria, de la empresa de mi marido, del Ayuntamiento de Icod y no sé cuánto más que no recuerdo… ¡Dios! y justo antes de hacerme la analítica para verme el nivel de colesterol… y a mí que comer no me gusta...
Luego de tantas injurias y descalificaciones proferidas a mi maltrecha salud, la cena de nochebuena y el almuerzo de navidad… Horas y más horas sin parar de cocinar platos extraños para sorprender los paladares exigentes de las cuñadas… Al final, sólo horas perdidas para nada. Y nada más levantarme el 26 de diciembre, el día del primer cumpleaños de Aída, me encuentro en el móvil, como burlándose de mí, el controvertido sms de moda estas navidades: “Aviso a toda la población: el simulacro de paz y amor ha finalizado. Guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse”. Me salen del alma dos tremendas carcajadas: “¡Muy agudo, desde luego! Este Ángel ya se metió a adivino”.
Intento hacerme la sueca para esquivar la celebración del cumpleaños, ahora que Aída todavía no es capaz de exigir, pero qué va… y encima no sólo eso sino que me encuentro a mediados de la última semana de diciembre, el mismo día de los inocentes, cenando unas enormes cigalas que más que apetito producen miedo por su tamaño, porque Margarita se las puso de cena de navidad al cura para el que trabaja y el pobre hombre no dio abasto a acabárselas y… ¡hala!, como sobraron, las mandamos para la joyería para que almuercen los chicos, y, como allí también sobraron, pues las trajo Jose para casa. Yo me pregunto entonces, ilusa de mí, ¿qué fue del voto de pobreza de los clérigos?
Pues para rematar la jugada, en fin de año almorzamos lentejas, cenamos abundancia, nos ponemos ropa interior roja, nos comemos doce uvas y brindamos por el año nuevo y ¡venga a tirar voladores! ¡¡Pues no!! Hasta ahí ya me niego. Que no me da la gana de ir a bailar y ponerme un vestido de lentejuelas. ¿Qué tiene la noche de fin de año que no tenga esta noche de hoy?
Y, como siempre, entre tanto comer, ni preocuparme por los reyes hasta la última semana. Vamos, que un año más y no aprendo.
Nunca había pensado en ir a comprar a Alcampo La Villa en estas fechas, porque considero que todo lo que hay allí, en mi pueblo lo consigo con menos agobio. Y va y se me ocurre ir a mediodía, “que es cuando menos gente…” cuando menos gente hubiera creído que había tanta gente. Pero bueno… ¿De dónde salió tanta gente? Y total para comprar dos cosillas de nada me dieron casi las seis de la tarde, así que decidí irme a La Victoria y comprar el resto de la tarde allí, en un pueblo tranquilo. Tardé una hora y diez minutos en llegar a meterme en la autopista, un trayecto que andando se hace perfectamente en 10 minutos. Total, otros veinte minutos en llegar a la Victoria, más mareada que uno de esos inmigrantes después de una semana de naufragio en una mísera patera. Así que le suplique a Jose que dejara su coche a dormir allí y viniéramos a casa en el mío que traía “unos cuantos paquetes nada más” (en realidad, no cabía nada en la maleta, entre lo poco que compré en Alcampo y lo que previamente había comprado en Icod), nada más que unos trescientos eurillos de nada. ¡Chucherías pa’ los peques! Pero me faltaba mi suegra ¿y qué le compro yo a esa mujer? Vuelta al día siguiente a La Victoria desde temprano a llevar a Jose al trabajo y con la excusa me volví a mediodía sin encontrar el regalo de mi suegra. Así que esa tarde me fui a Icod a ver al abogado de papá y, con la excusa, me metí en la efervescencia navideña de mi pueblo a buscar el regalo de mi suegra.
Después de hacer cola en no sé cuántos sitios, porque siempre se me ocurre completar regalos, manías que tiene una, hallé algo para ella, pero para pagar, la cola daba la vuelta a la manzana dos veces y se me hicieron las siete de la tarde otra vez. Cuando por fin me dejaron libre, unos chaparrones caían en la calle y yo, cargada como los camellos, me fui hacia la calle Mencey de Ycoden, donde no sé por qué buena estrella que tengo, siempre hay un aparcamiento para mí, y subiendo por la escalera descubrí que Maxi me hizo menos caso que a un perro. La escalera sigue oscura, sucia y encima un par de chicos que se me antojaban malintencionados estaban como custodiándola allá arriba. Pero un camión estaba justamente aparcando en la curva, así que, amparándome en la suerte de la incertidumbre, decidí subir para evitar mojarme más, a riesgo de romperme la crisma en la escalera oscura… que sea lo que Dios quiera. Metí los paquetes en el coche con dificultad porque los del día anterior seguían allí sin envolver… Cualquiera envuelve nada en casa ante los ojos de Iris, que lleva varios días con el “conteo regresivo” para que lleguen los reyes. Una vez al volante… ¡Adiós! Pues no le he comprado nada a Jose… ¿y ahora? Con esta lluvia y las colas y sin aparcamiento que valga… Pues pa’ casa. ¿Y para dónde tiro, si la cola ahí abajo es un infierno? Pues para San Antonio y bajo por la carretera de El Amparo. Pero… ¡sorpresa! Un coche en dirección contraria se acerca. Se nota lo bien señalizado que está el pueblo. Y no hay donde arrimarse porque los compradores de reyes desesperados han aparcado a los dos lados de la calle. Me sorprendo pensando que unos buenos macetones de esos variopintos que le gustan a José Alberto estarían bien en el Icod de las Flores. ¡Por Dios, qué mal gusto!
Cuando finalmente bajo por la carretera de El Amparo, venga a hacer cola otra vez desde Aluminios Guillermo. Menos mal que tengo música en el coche para distraerme. La canción más larga de Joaquín Sabina. Nunca me había parado a entenderla, pero me apetece volver a leer el texto, así que la he cortado de una página de internet:
Hoy me he levantado con el pie contrario:
Demasiada sangre en el telediario,
Una sola carta tengo en el buzón,
La remite mi banco, me dice que no;
Mi mujer se ha largado con un abogado
Que le paga los vicios, que te gana los juicios.
Y tú, ¿de qué vas? ¿a quién le llamas viejo?,
Le digo al capullo de detrás del espejo;
Yo soy un tipo duro con voluntad de hierro
Que sale a la calle provocando al futuro.
Y piso en la acera una cagada de perro,
Y llego al trabajo pelín tarde y, el baranda,
Con una patada en el culo me manda al carajo.
Y dice el coro: m’alegro, p’alante
La cola del paro no es para cantantes.
Así que me dirijo a la consulta del foniatra
Que me dice que nunca seré Frank Sinatra.
Y salgo vencido otra vez a la noche
Y la puta grúa se ha llevado mi coche;
Para celebrarlo me pido otra copa
Y una coleguita vomita en mi ropa;
Y llueve, y un taxi que parece un barco
Me arrolla y me deja sentado en un charco.
Y a trancas y barrancas llego hasta el casino
A tentar al destino en forma de ruleta,
Y el destino me lo paga dejándome en bragas
Apestando a vino y con catorce pesetas.
Y viendo que el planeta me tiene en jaque mate
Decido montármelo solito en el váter
Y, mientras me alivio de aquella manera,
Me cojo tremendo pellizco en un huevo
Con el cierre nuevo de la cremallera,
Y noto de pronto unas molestas cosquillas
Desde la bragueta hasta la coronilla:
¡y descubro que tengo ladillas!
Y me rasco, y me afeito, y me corto
-solo me faltaba ya tener un aborto.
Coro de pringados: esto es demasiado,
No sólo cornudo sino apaleado.
Y cuando decido terminar con esta mierda
A puntito de ahorcarme, me se rompe la cuerda
Y, en lugar de alegrarme, me quedo con las ganas
De viajar al infierno por aquella ventana;
Y dicen los del coro: todo un caballero
No salta al vacío desde un piso primero
Y a patita desemboco en la plaza de Santa Ana
Para hacer barra fija en otra discoteca
Infestada de guiris, bolingas, taquimecas,
Y se arrima a mi vera una petarda faltona
Diciendo que es amiga de Panchito Varona:
tienes pinta de buena persona
En busca de un poco de rollito canalla
¿verdad que me vas a invitar a una raya?
ojalá tuviera, preciosa, te juro
Por la gloria de mi madre que vengo sin un duro.
pero anima esa carita tan seria
Que estás en tu noche de suerte, chaval.
Y, en mitad de un histérico ataque de histeria,
Aterrizo en la pista sin poder escapar
Del olor de los cuerpos
-sudando, sudando-
Del calor de las luces
-girando, girando-
De mis piernas temblando,
De mi boca gritando: eso no,
Eso no, por favor, ten piedad,
¿no comprendes que yo no sopor...,
No sopor...,
No soporto el rap,
No soporto el rap,
No sopor...,
No sopor...,
No soporto el rap?.
Lo que dura esa canción debe ser por lo menos un cuarto de hora entre coritos, estribillos y demás, y yo todavía sin llegar a la calle Elías Serra Ràfols cuando desde el MP3 una voz radiofónica aterciopelada me saca del sueño fatal del antirrapero diciendo “¿Qué horas son, mi corazón?” ¡Mi madre! ¿Cuánto tiempo llevo yo aquí? ¿Se habrá detenido el planeta a la altura de Mercadona o algo? Porque esto no avanza. Tengo que llegar a casa, preparar la cena, bañar a las niñas, darles de cenar, acostarlas, envolver paquetes…
Me embalo por esa carretera de Santa Bárbara para arriba, porque ahí sí que se puede uno embalar. Total, la policía viene poco. Podrías llegar incluso hasta a atropellar a una viejita en una de las múltiples aceras, que sales igualmente impune. Yo, como soy, a pesar de todo, muy civilizada, no paso de cuarenta y me detengo a dejar pasar a cualquier perrillo que cruce la calle.
Llego a casa y, completamente chocohólica, devoro M&Ms de tres en tres por no saber por dónde empiezo con todo el zafarrancho, Iris pone la tele justo cuando en las noticias están hablando del ¡¡¡”estrés navideño, una patología que se cura después de reyes”!!!
Lo que me faltaba… Así decía yo que este dolor de cabeza no tenía que ver con el colesterol. ¿Entonces estaré sufriendo de ese diabólico mal? Pues eso parece, porque el médico me ha dicho que el colesterol lo tengo bastante más bajo que nunca y que eso se cura caminando un poco. Ya, ya. Es que si me hago hoy el análisis me salen los valores en negativo.
Es cinco de enero y voy a arreglarme para llevar a Iris a ver la cabalgata de Reyes. Antes de salir de casa, me dice que, ya que no ha escrito carta a los reyes, que les va a dejar un puñadito de maruja y un papelito que ha escrito en muchos colores donde pone “Feliz 2006” junto a sus cholitas de levantar. “Mami, ¿tú crees que los reyes creerán que somos pobres si dejo la marujita en estas cholitas tan viejas?”
07/01/2006 23:32. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
06/01/2006
Hoy es día de Reyes
Ahora con este objeto contundente que tengo sobre mis rodillas, mi portátil con conexión a internet, no va a ser fácil escaquearse de escribir a menudo.
Gracias, Reyes Magos, me pensaré severamente si vale la pena tomar la decisión de hacerme republicana, que ahora está tan de moda.
06/01/2006 15:53. Autor: laotracamy. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
12/11/2005
¡Sorpresa!
Esta mañana mi amor me ha despertado con una sorpresa. Anoche, sin que me diera cuenta, me ha puesto la adsl, pero no me lo dijo en ese momento para que no me quedase hasta las dos de la mañana. Nada, que me alegro de estar de nuevo en la red. ¡Y que estoy muy contentaaaa!
12/11/2005 09:35. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
03/10/2005
Saludos
Hola a aquellos que me leen. Les saludo desde un cíber en la estación de La Orotava, donde acabo de zamparme un riquísimo bocata de carne en la cafetería del piso de abajo, antes de regresar a Barroso, allá arriba donde el frío. Tengo algunas cosas nuevas que enseñarles, pero no las llevo aquí conmigo. Así que van a tener que esperarme un poco hasta que me instalen de nuevo la adsl que hace un mes que la espero con impaciencia. A ver si no se dilata mucho la cosa y puedo dedicarle más tiempo a esta página. Muchos besos.
03/10/2005 14:43. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
25/05/2005
Santa Bárbara no estaba preparada para esto
Ayer, cuando regresaba de hacer la compra, pensé pasar por el colegio de Iris con la intención de recogerla. Y con esa intención me desvié en La Palmita. Cuando estaba decidiendo dónde aparcar, vi en el reloj que aún no eran las doce y media, con lo que calculé que me daría tiempo de ir a casa, dejar la compra, en la que se incluían algunos productos refrigerados, y regresar a tiempo, en lugar de esperar una hora por fuera del colegio. Pero nada más que pensar en el caos de pistas forestales en construcción en que se ha convertido el barrio por motivo de la instalación de la red de riego del Ministerio de Agricultura, así como de algunos arreglos -o mejor llamados “parches”- que realiza Icodemsa en la red de distribución, se me quitaban las ganas de continuar, pero también pensando en que los yogures y el queso fresco sufrirían en el maletero del coche con el terrible calor, no aparqué, sino que seguí de largo hacia mi casa.
Cuando me acercaba a la última curva antes de la plaza, además de que la carretera estaba cortada en algunos tramos por las obras, reparé en que había más coches de lo acostumbrado en los alrededores del Bar Tío Antonio, que permanecía cerrado. También me resultó extraño ver un grupo de gente bien vestida que andaba por la única parte que quedaba asfaltada de la vía justo a la altura de la curva, y pensé: “¡Desde luego! ¡Vaya sitio para una excursión!”. Delante del mío varios coches subían lentamente, con la dificultad que supone sortear gente, socavones, patinazos y polvaredas. A la altura de la plaza vi un policía local que dirigía el tráfico y entonces me pregunté “¿qué es lo que pasa aquí?” Porque lo cierto es que tanto bullicio no es normal para un martes cualquiera a las doce y media del día en mi barrio. Al comprobar que las dos plazas se habían convertido en un aparcamiento improvisado, abarrotado de coches hasta la bandera, fue cuando recordé el motivo de tanto tumulto. Se trataba del entierro de José Juan, el de la pirotecnia, un chico de mi edad, trabajador, joven, alegre, siempre sonriente y amigo de sus amigos, y sobre todo muy conocido en este municipio y en muchísimos lugares de la isla. Por eso el amasijo de coches y de gente llegados de todas partes.
Por un momento Santa Bárbara se había convertido en el centro de visitantes más concurrido de la isla. Pero Santa Bárbara, la ratonera de nuestros días, es una trampa mortal para un caso de emergencia. Así que al pasar junto al policía rápidamente decidí que no me daría tiempo de llegar a casa y volver con aquel embotellamiento. ¿Qué hacer? ¿Dejar el coche por allí y contribuir a taponar aún más los alrededores y hacer subir caminando a Iris y Adrián con el calor y la tierra suelta?
De eso nada. Subí por la calle La Vendimia, pero ya estaba comenzando también a poblarse de coches por todos lados. Donde pude, hice un cambio de sentido y regresé, antes de estar más atrapada, hacia el colegio y no sin dificultad. Al llegar al colegio un buen rato después, sentí las campanas doblando y un escalofrío me recorrió el cuerpo. ¡De verdad que son feas las campanas cuando doblan!
Cuando recogí a los niños, quise ir hacia la plaza, pero otro policía que había cortado la calle en aquel sentido, me indicó que no se podía subir, así que me integré sin querer y queriendo –porque hubiese querido estar allí con sus amigos para decirle el último adiós a José Juan- en una comitiva fúnebre y, viendo cómo los coches aparcados en cualquier rincón llegaban hasta el infinito por toda la carretera de Santa Bárbara, me quedé pensando tristemente y con cierta vergüenza impotente: “Todo el mundo vino Santa Bárbara para despedir a José Juan y Santa Bárbara con estos pelos”.
(A la memoria de José Juan García Oliva)
25/05/2005 18:31. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
16/05/2005
¿Nuevas excusas?
El otro día un alguien que conoce la existencia de esta weblog me dijo que no la había atualizado. No tengo excusas... Bueno, sí que las tengo pero son sólo excusas que sólo me convencen mí misma, y no mucho, no son tan importantes como para abandonar un proyecto. Recuerden que tampoco prometí actualizar a diario. Sin embargo, tengo más cuentos de mis niños, sobre todo de Ilenia, para mostraros que está surgiendo un brote creativo en nuestras generaciones más jóvenes. Me comprometeré a escribir algo de vez en cuando y siempre que haya tema para ello. Aunque todo a mi alrededor está lleno de temas interesantes. Icod es un tema interesante.
Muchos cariños.
Camy
16/05/2005 11:55. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
03/04/2005
Mis excusas a los que me leen
No me gusta pedir disculpas, pero como sé que el número de lectores de esta bitácora sigue creciendo aunque todavía no se ha presentado oficialmente, las pediré todas las veces que haga falta por haber tenido el proyecto "la otra Camy" abandonado en las últimas dos semanas. No he encontrado tiempo para escribir porque he estado liada con procesiones y ritos de semana santa, asuntos políticos de fin de mes y sobre todo con un proyecto teatral, "Sombreros", que estamos echando a andar en el colegio de Santa Bárbara, organizado por la APA. Me ha encantado la acogida que ha tenido por parte de los niños asistentes y creo que me van a faltar papeles que representar para dar abasto a todos. Esto demuestra que no hace falta obligar a la gente a hacer cosas, que la gente está ahí para acoger y apoyar cualquier iniciativa que se le plantee, lo que falta son ideas. A los chicos del colegio de Santa Bárbara mi más sincera enhorabuena por la participación y las ganas de trabajar.
Y lo dicho. Discúlpenme por no haber escrito nada en el último medio mes. Prometo tener algo nuevo para leer lo más pronto posible. Denme un par de días.
03/04/2005 12:46. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
14/03/2005
El colegio de Santa Bárbara
Una de las cosas de las que estoy muy orgullosa es de presidir la Asociación de Padres del Colegio "Enrique González Martín" de Santa Bárbara, y no por el título en sí de presidenta, sino por serlo en una de las épocas más participativas y unidas que ha tenido el colegio. Más que un colegio, con la frialdad que ello conlleva, el nuestro es una comunidad bien avenida y eso se nota en los talleres extraescolares en los que se ha desbordado la participación de padres, mejor dicho, de madres, y de niños conjuntamente. La verdad es que da gusto verlos trabajar y convivir en algo tan sencillo como pintar figuritas de escayola, una excusa trivial para pasar un rato con nuestros niños. Y así me veo, abarrotada, dando una clase extraescolar de inglés con dieciséis niños de diferentes edades, desde tres años en adelante, para justificar a toda velocidad una subvención mísera e injusta que no da ni pa' pipas en un espacio estrecho, lleno de humedades y de polvo, alejado del resto del colegio, sin un baño cerca, pues hay que abandonar la impartición de la clase para atravesar con el apurado de turno todo el pasillo, después de abrir varias puertas, para llegar al aseo más cercano, y con suerte si el chiquillo en cuestión no se te hace pis por el camino, por lo que a veces nos facilita la tarea mandarlo al jardín como los perros, por aquello de que "a falta de pan buenas son tortas". Pero no soy partidaria de tan humillante solución, porque no le estamos enseñando buenas maneras a nuestros niños. Digo yo que ¿no sería más fácil poner un baño cerca de este... "salón de actos" (por llamar de algún modo al cuchitril de las eternas humedades). Es una pena que el colegio más participativo de Icod, con diferencia, el que engrandece las cabalgatas infantiles de carnaval de las que tanto se jacta el ayuntamiento, el que tiene la más hermosa romería del día de Canarias con imitaciones infantiles de la de Cestos y Bollos, el que en la primera edición del concurso de belenes en miniatura logró 61 participantes, yo diría que a belén por familia, no sea restaurado y dotado de las más elementales instalaciones. ¿El que diseñó el colegio no hace pis o no calculó lo que tarda un niño de tres años en ir hasta el baño más cercano desde el aula de música allá al fondo? ¿Y el que marca las prioridades en las obras del RAM tampoco hace pis? ¿Entonces a qué espera para ponerse las pilas? Yo creo que maquillar las humedades de la pared exterior que da a la calle no es tan urgente como esto. (Del exterior del colegio hablaré en otra ocasión). Desde aquí les hago llegar un gran beso para todos los miembros de la comunidad escolar del Colegio Enrique González Martín y para los de la Junta Directiva y demás socios de la APA.
14/03/2005 15:59. #. Tema: cosas mías No hay comentarios. Comentar.
He encontrado la excusa perfecta: Mensaje a los visitantes y lectores de este lugar
Hoy 14 de marzo de 2005 me he levantado temprano -por fin mi bebé me ha dejado dormir toda la noche de un tirón-, con el firme propósito de hacer algo diferente. Ya empezaba a sentirme embarcada en una corriente sin retorno, demasiado rápida y demasiado monótona, y me he dado cuenta de que se me va la vida entre los dedos y una de las más preciadas capacidades que tengo y de la que estoy orgullosa es la capacidad de crear y de jugar con el lenguaje a mi antojo como si de una masa de barro se tratara. Por eso he tecleado una dirección web, he hecho unas sencillas gestiones y... ¡paf! ¡He aquí un weblog! Ahora a ver cómo diablos lo llenamos y de qué, porque tengo como concepto de mí misma la inconstancia propiamente dicha, así que os pido no me riñáis si no actualizo esto con la celeridad que un asiduo lector se merece.
Bueno. Empezaré por el principio, que es como debe hacerse todo. En primer lugar, quisiera agradecer el estar aquí a dos muchachos que han logrado poco a poco que la informática no sea para mí una tortura a pesar de mi torpeza para estos menesteres. No voy a decir sus nombres por razones que me reservaré (y permitidme esta reserva al menos; lo demás lo pongo cariñosamente en vuestras manos), pero he de decir que si esta página es posible es gracias a lo que he aprendido de ambos... Y espero que no se les ocurra también enseñarme a fumar, porque por ahí sí que no paso.
En segundo lugar, le agradezco a Jose, el amor de mi vida, por comprender estos vicios e inquietudes que tiene una. ¿A quién se le ocurre levantarse temprano y ponerse a escribir con esta pinta de maruja? "¡Camy, ande a vestirse!" Bien pudiera estar encaramada en mis tacones y con los labios pintados a las nueve de la mañana, pero como la comprensión da asco, mi amor, la culpa será totalmente tuya, porque sé que con la bata deshilachada, los ojos pegados y en pijama, tecleando esto, estoy para ti igual de bella (y mientras yo me lo crea...).
En tercer lugar, a Iris, la gran creadora del color y la de la imaginación desbordada. Iris, tenemos que seguir destrozando canciones juntas. Te prometo que no va a quedar texto al que no le demos el toque personal. También a Aída, que hoy ya ha dormido toda la noche de un tirón, y gracias a esto nosotros también, y porque está enamorada de su mami -debe ser que le atrae el negro de mi pelo,... o a lo mejor no se sonríe porque está enamorada... ¿no será que se está burlando?-.
La razón del título de esta página, "la otra Camy", se debe a que yo no me veo como me ve la gente de la calle. El hecho de ser concejala del Ayuntamiento de Icod, madre de familia, profesora y vecina ejemplar, esto es, una adulta hecha y derecha, hace que tenga que comportarme de acuerdo a un patrón y a veces no consigo mantener a raya a la otra Camy y se me escapa en gestos, pensamientos, sonrisas y palabras. Oiga, que debe ser un lío estar disociada... Vamos que... ¿no seré una esquizofrénica vulgar y corriente? Debo confesar que me gusta más ser la otra Camy que la políticamente correcta. A ésa ya la conocéis. A la otra no. Y tiene unas manías de criticar y desmenuzar todas las pequeñas cosas que pasan a su alrededor que ya ya. Y ésa es en el fondo la razón de este sitio web.
¿Y a quién le importa "la otra Camy"? Eso digo yo. ¿Qué haces leyendo esto si no te importo? Anda, anda. Hay otras cosas en la red más interesantes. Googlea un poco y verás.
Sin más por el momento, un cariñoso beso a todos aquellos que decidan leerme y participar en este trabajo.
Ssssssssssssssssssmuacksss ;-)
14/03/2005 16:03. #. Tema: cosas mías Hay 6 comentarios.