Blogia
La otra Camy

No hay "gesto" que valga si no es mutuo (2ª parte)

Se muestran los artículos pertenecientes al tema aquellos maravillosos años.

13/01/2008

¡Qué andares de loca!

Hacía tiempo que tenía ganas de poner en este blog algo más lúdico que no sea solamente crítica política aunque me consta que la mayor parte de la gente que viene por aquí es solamente por ese otro motivo.

Pues a vueltas por la red y tonteando un poco con el youtube, me salto a la memoria un episodio de mi adolescencia.

Imagínense. Una tarde del verano de 1983, un grupo de amigas adolescentes que esperamos con impaciencia a las 5 de la tarde en la carretera de la Guancha, en el lugar llamado La Cortada, a que baje la guagua. En esto que nos para el vehículo de servicio público atestibando de jovencitos y jovencitas del pueblo vecino, muy animados, por lo que tenemos que situarnos apretadas como sardinas agarradas de la barra junto al conductor, porque allí no cabía ni una aguja más.

Nada más llegar a la parada de El Calvario, nos bajamos de la guagua ese rebaño de adolescentes que se encamina de manera unidireccional hacia la calle El Durazno, concretamente al Cine Apolo. Allí estaba por fin el magnífico cartel que mostraba la cara un tanto malhumorada de mi ídolo de siempre… de siempre porque no recuerdo una época de ídolos en mi vida en que no estuviera presente.

Por fin la película estaba en Icod, aunque con un poco de retraso, porque llevaba varios meses danzando por las salas de cine de todo el mundo. Por fin podría ver a gran tamaño, sus pelos engominados, esos músculos rebrillantes afinados para la ocasión por el mismísimo Sly Stallone, director de la película, y sobre todo los ojazos azules maravillosos y la amplia sonrisa.

Por fin. Apenas que me hube surtido de golosinas apresuradamente, no esperé ni por mis amigas. Salí corriendo hacia el patio de butacas, puesto que el anfiteatro estaba ya abarrotado de la chiquillería atronadora, y pude pillar sitio en una fila central donde no pudiera caer un chaparrón de cáscaras de pipas durante la sesión. Mis amigas me siguieron. Tan embebida estaba en cada una de las tensiones de aquella musculatura perfecta que ni recuerdo bien qué amigas me acompañaban ese día, aunque intuyo quién podía secundarme en tan semejante fanatismo de mis quince años

¡Por fin en movimiento el Tony Manero que cubría hasta la exageración las paredes de mi cuarto y las portadas de mis cuadernos! No recuerdo ni el argumento ni los detalles de aquella película secundaria en la filmografía de John Travolta, total nunca he sido nada cinéfila, y gracias a Dios, porque la escandalera reinante dentro de la sala habría sido motivo suficiente para estrangular a alguien.

Pero… si la chiquillería no se estaban fijando en la película, ¿cómo fue que al salir del cine todavía de día, todos los machitos en fila india por la acera andaban con las piernas arqueadas y moviendo el trasero a lo John Travolta? ¿Cómo fue que a las chicas no se nos ocurrió plantearnos adónde iba tanto mariquita caminando de esa manera tan chulesca, sino que nos derretíamos al verlos? Porque está claro que los quinceañeros de mi época no iban al cine a ver las películas ni a los actores, pero el llenazo cada domingo era impresionante, una oportunidad para pasar un rato con los amigos sanamente, ver al chico que te gustaba, y hacer un ligero paréntesis antes de comenzar otra dura semana en los tiempos en que hasta con dos repetías curso.

Bueno. Si eso no era inocencia, por lo menos se le parecía bastante…

Ya hoy no tenemos un cine que pueda llamar la atención y juntar tanta sana inocencia en tan poco espacio. Anoche chateaba con mi ahijada-sobrina de trece años cuando le pregunté si ya tenía novio y me contestó afirmativamente. Le comenté que no le iba a decir “aquello que me decían mis padres los domingos por la tarde de “el fundamento” porque ya no se lleva” y me espetó sin más ni más que tranquila que ella todavía no hace esas cosas, que todavía es virgen. Tuve que cambiar de conversación porque me ruboricé y mis dedos se quedaron sin réplica… ¿Sabría yo lo que era ser virgen cuando tenía trece años?

En fin. Nunca he querido nunca deshacerme de aquellos posters y aquellos recortes de la revista Superpop, de aquellos ojazos azules y aquella radiante sonrisa que eternizan para siempre la ingenuidad de una adolescencia vivida sin prisa.

 

13/01/2008 18:44. Autor: laotracamy. #. Tema: aquellos maravillosos años No hay comentarios. Comentar.

 

0 comentarios