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La otra Camy

Conversaciones

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“Si miras por las rendijas ventriculares de la máquina engañosa del canto homérico, verás mil bronces aqueos acechando el descuido de los teucros”. Las dos fulgurantes esferas inquietas reclaman una y otra vez las respuestas jamás pronunciadas. Sólo obtienen la intención -o tal vez fue otro ardid de Odiseo- del roce truncado por la razón que no puede imponerse a la caricia de las miradas.

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