Blogia
La otra Camy

¿¿Un gesto?? ¡¡¡Y una mieeeerda…!!!

¿¿Un gesto?? ¡¡¡Y una mieeeerda…!!! En estos últimos diez posts que he puesto anteriormente he intentado salvar las palabras que una vez existieron en este blog y que un día triste desaparecieron incomprensiblemente para muchos. En la web donde se alojaban mis textos, por ser de funciones más bien limitadas, es imposible recuperarlos con la complejidad original de enlaces, fotos, vídeos, sonidos, etc., por lo que he optado por salvar las palabras que son para mí lo más valioso del conjunto, no sin seguir pensando que ha sido la tontería más grande que he cometido en mi vida y que nunca jamás nadie va a poder compensarme el haberla llevado a cabo.

En estos seis meses me he dado cuenta de que cuando se te exige un gesto es porque vas a recibir algo en compensación. A cambio de ese gesto, yo no he recibido nada positivo en todo este tiempo, por lo tanto “no hay gesto que valga si no es mutuo”. Lo siento de veras por quien ingenuamente pensaba en ello como una solución. Espero que no se me vuelva a exigir un gesto semejante si no se tiene claro lo que se está pidiendo. Como dice un compañero: “Aquí o follamos todos o matamos a la puta” (perdón, quise decir: “aquí o jugamos todos o rompemos la baraja”, aunque ésta última no es la frase de mi compañero sino la otra, pero no voy a jugar a la hipocresía).

En todo este tiempo por supuesto que no he dejado de escribir un blog, un blog que sólo unos pocos y respetuosos amigos han conocido y compartido conmigo, unos pocos amigos que no se merecían ese “gesto” inexplicable de perderme para siempre. Aquél ha sido un blog temeroso, proscrito, clandestino, un espacio que no tiene sentido para una persona que defiende la libertad de expresión y aun el libertinaje expresivo si se quiere.

Maldita la hora en que “celebré” ese primer año borrando los textos de este blog, pensando ingenuamente en que era una solución a todos los problemas, que no sólo no han cesado, sino que han ido en aumento. Prometo no volver a cometer la estupidez de amordazar algo tan bello como la libertad de la expresión, algo tan admirablemente hermoso como el idioma. Me resulta increíble que como filóloga me sienta la protagonista de este horrendo crimen contra la expresión, cuando yo jamás he exigido a nadie el gesto de abandonar su hobby ¿quién soy yo para pedir cosa semejante?

Mis queridos lectores, si se me permite, pido mis más sinceras disculpas por esa estupidez y asumo lo que suceda a partir de este momento en que una rebelión expresiva sin precedentes se apodera de mi persona.

Intentaré, sin embargo, ser discreta y respetuosa, aunque me apetezca contar muchas más cosas de las que realmente cuente. A veces, la envidia y la cortedad de miras hacen que ese respeto y esa discreción se tergiversen y se malinterpreten a conveniencia.

Creo que no es tarde para enmendar los errores. Va por ustedes esta vez.

¡¡Viva la libertad de expresión!!

Un gran beso y gracias por seguir ahí.

0 comentarios