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La otra Camy

El día después del viernes santo, sábado de resurrección

El día después del viernes santo, sábado de resurrección

Puedo asegurar que no me he muerto, aunque ya quisieran algunos que por lo menos cerrara el pico. Pero sigo aquí porque soy fuerte y porque nunca he creído que haya algo que yo no sea capaz de superar. Hace dos días, el viernes santo, en lo que veíamos la maniobra de salida de santos a la calle para la procesión magna y, con la misma, cuando cayeron unas gotas de agua, la maniobra apresurada de entrada de santos a la iglesia (alabada sea la cordura, habida cuenta del valioso patrimonio que estábamos sacando a la calle), el amigo Ismael me preguntó un par de veces que qué pasaba con mis blogs, que si ya no escribo.

 

En realidad, ampliándole la respuesta a este amigo, diré que tengo varias cosas comenzadas y ninguna acabada. De hecho, hacía tiempo que no pasaba por aquí. Después de que una vez dijo un célebre icodense que “todo dios tiene un blog” y hasta los más criticadores se han hecho con un ejemplar y algunos blogs incluso son verdaderos granos en el culo (véase el de la compañera Dulce, cuya valentía y franqueza admiro) y otros bastante incendiarios y barriobajeros (me ahorraré ejemplos), me he dado cuenta de que, como no sea para dar caña, el fenómeno blog ya no me parece esa gran cosota ni me resulta tan tentador, quiero decir que después de varios años en esto, ya no me siento como niño con juguete nuevo con mis blogs, por más que últimamente he tenido en la mira cientos de temas sobre los que escribir, de lo más jugosos, porque las cosas que han pasado por mis manos recientemente ya las quisieran para sí algunos que yo me sé. Supongo que es una consecuencia de esa personalidad inquieta que algunos me achacan, o como decía mi madre “desinquieta”, que no significa ‘lo contrario de inquieta’ sino ‘más inquieta que inquieta’.

 

Siento que tanta desinquietud tiene que tomarse un respiro de vez en cuando para no volverse insoportable. Como vengo haciendo cada semana santa desde hace varios años -antes de dedicarme a la política también no sea que me critiquen por excesos de nueva rica-, estos últimos días estuve fuera de Icod, para variar. No suelo ser de mucha vacación yo, porque como no sea dosificada, me sale la vena hiperactiva, me aburro y me vuelvo muy insufrible, pero después de todo lo que me ha pasado últimamente: de una separación matrimonial fulminante, del intento descomunal de una vuelta a una normalidad forzada y de una tristeza infinitamente desoladora, cosa que jamás soñé que pudiera ocurrirme a mí, me sentía tan sin fuerzas y sin ganas de nada… Hasta sentía que con toda esta espiral de locura estaba largando a la deriva lo mejor que tengo en este mundo, o sea, a mis queridas niñas, que son en definitiva quienes sufren cuando yo sufro. Así que nos fuimos sólo cinco días para una casita preciosa perdida por esos sures, donde no se oía ni un perro ladrar por las noches. Me pareció que ya está bueno de salir de la isla cuando desconozco algunos maravillosos rincones de ésta donde vivo. Total, que llegué a la conclusión de que se puede estar aislado en esta isla y de que estoy enamorada perdidamente del suelo donde piso.

 

Allí ni había nada que hacer realmente, ni cobertura para el móvil ni internet, así que casi me alejé del mundanal ruido. Y aunque me llevé el ordenador portátil, porque lo hago siempre, no me dio por escribir ni una letra para ustedes ni para mí misma. Eso sí. Me leí Cosmofobia, de mi escritora preferida, Lucía Etxebarría, y me vi Hable con ella, de mi director preferido, Almodóvar, que la tenía por ahí en el disco duro pirateada desde el año de Maricastaña. Me dediqué a hacer lo que me encanta: pensar, cocinar, hacer bisutería, pasear por sitios que conocí hace mucho y observar sus cambios, estar con mis niñas y tomar casi nada de sol, que, por más que el clima de sur sea tentador, me cuesta admitir que soy alérgica y ahora lamento no poder someterme a su agradable caricia.

 

A no ser por una llamada aguafiestas de mi compañera Lourdes que recibí un día acabando de almorzar en Güímar, me pareció que el mundo se había olvidado de mi existencia pero no había sido así. El mundanal ruido seguía en su sitio, como siempre. Cuando volví a Icod el jueves por la mañana lo encontré tan animado: un par de policías regulando el tráfico en el Mercadona de la Avenida Príncipe de España, porque los coches ya ni cabían en el aparcamiento y luego decenas de personas en cola comprando pan y bollería en la panadería de El Calvario, y eso que dicen no sé qué de una crisis. Al llegar a casa, me encontré otro malvado regalito en mi coche, similar al de la mañana que me fui: alguien con una llave había rayado la otra puerta de mi pobre coche que no tiene culpa de nada: ya casi he perdido la cuenta de la tortura, pero dos arañazos en cinco días y cuatro pintados completos en dos años y medio es un currículum tan extenso para un coche tan pequeño… ¡Cuánta maldad nos rodea!

 

Y ayer para desestresarme me fui a ese parque de atracciones que tanto escándalo ha generado y que al final han llegado a la conclusión de que cosas como ésta no son tan malas porque le dan vida al pueblo durante unos pocos días. Después de ver a las niñas pasárselo genial en atracciones a su medida, me dicen de subir a la noria. Dudé un segundo. Pero soy un poco impulsiva y no dije que no. La noria estaba en plena faena y Vax estaba desesperado porque la tarde se nos iba rápidamente, así que decidimos otra atracción que estuviera a punto de iniciar y le dio por el suicidio repentinamente. Así que me subí a la uve, así, sin planteármelo dos veces. ¡Aaaaaaaaah! Jajajaj La risa floja y nerviosa de quien se deja llevar por las circunstancias sin luchar. Vax no quiso acompañarnos a subir a la noria y yo, por más que tenía invitaciones de sobra para repetir, consideré que subirse dos veces en la uve el mismo día es cosa de masoquistas.

 

Bueno. Y ya con las heridas cubiertas y el alma sosegada, creo que estoy lista para empezar otro ciclo, para superar otra espiral.

 

No sé, Ismael, si con esto he contestado un poco a tu pregunta, pero gracias por el interés con que sigues mis blogs.

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